domingo, 20 de octubre de 2013

LOS INMIGRANTES DE FAST



La novela “Los Inmigrantes”, del escritor norteamericano Howard Fast, comienza en 1888 en Italia. El matrimonio conformado Joseph Lavatte, natural de Marsella (Francia), y Ana Lavatte (embarazada), nacida en Albenga (Italia), viaja a Nueva York (Estados Unidos). Frank Mancini, italiano, les ofrece trabajo en la construcción de un ferrocarril en San Francisco (Estados Unidos). Durante el recorrido, de Nueva York a San Francisco, nació Daniel Lavatte.

En San Francisco, luego de construir el ferrocarril, Joseph Lavatte se dedica a labores de pesca. Luego, en compañía de Mark Levy, judío (proveniente de familia polaca), y de su esposa Sarah Levy, nacida en Kiev (Ucrania), y con un préstamo del banquero Antony Cassala, un napolitano, y de su cónyuge María Cassala, siciliana, Joseph compró un barco pesquero. Poco a poco fueron progresando, pero Joseph y Ana murieron en el terremoto de San Francisco, en 1906. El matrimonio Cassala tuvo un hijo: Seteve o Esteban, quien se casó con Joana Vicente, tuvieron un hijo: Ralph. Steve tuvo intimidad con su empleada doméstica Gina.

Daniel Lavatte, quien no terminó sus estudios secundarios, se hizo cargo de los negocios de su padre. Con la ayuda del banquero Tomas Seldon y su mujer, Mary Seldon (norteamericanos), y en sociedad con Mark y Sarah compraron más barcos. Mark y Sarh tenían una tienda.

Poco a poco Daniel y Mark fueron incrementando su patrimonio económico. Daniel se casó con Jean Seldon, hija del banquero Thomás Seldon. Su poderío económico se incrementó. Aprovechando la Primera Guerra Mundial, Daniel y Mark, vendieron los barcos pesqueros y compraron barcos cargueros para transportar a Europa armas, municiones, carbón y petróleo. Esto incrementó poderosamente su riqueza. Daniel y Mark montaron una cadena de tiendas.

Daniel y Jean tuvieron dos hijos: Thomás Joseph y Bárbara. Mark y Sarah fueron padres de Jacob (Jake), quien fue soldado durante la Primera Guerra Mundial, y Matha (murió en un accidente). Jacob se casó con Clair Harvey, hija de Jack Harvey, tripulante de los barcos de Daniel (murió en un barco atacado durante la guerra). Este matrimonio compró una granja y se dedicaron a la fabricación clandestina de vino para consagrar, debido a que la ley Volstead prohibió el alcohol. El matrimonio de Daniel fue un relativo fracaso. Vivieron mucho tiempo, pero en camas separadas; cada uno hacía su vida.

Daniel tuvo un hijo (Joseph o Joey)  con May Ling Wo (bliotecaria), hija Fenh Wo, un chino, empleado de Daniel y casado con So-Toy. Jean Seldon Lavatte sostuvo relaciones con el millonario Alan Bkocker, en San Francisco, y en Inglaterra con lord James Brixton, excapitán de Lancheros de la Reina y director de la Compañía de Vicente Cumberland, en Inglaterrra. Este decía que “Jean era la mujer más hermosa y brillante que he conocido jamás”. Quedó embarazada de él y abortó, con la complicidad de su niñera: Wendy Jones. Esto ocurrió durante una vista que hizo Jean, sus hijos y su empleada a su tía Janie Cumberland y su esposo Vicente Cumberland. Alan Brocker se casó con la modelo de pintores Manya Vladavich, quien pretendió tener genitalidad con Jean. Jean pozo para varios pintores, algunas veces desnuda: Gregory Pastore, Calvín Brademan, etc.

Tras la muerte de su suegros y la Depresión de 1929, Daniel y su socio Jack, quienes habían progresado muchísimo en el campo económico y tras haber fundado una empresa de aviación y haber construido trasatlánticos y una empresa hotelera en Hawai, quebraron y quedaron en la ruina. Jack sólo quedó con una tienda, luego murió. Daniel se empleó como pescador, después de haber sido uno de los hombres más ricos de San Francisco y de haberse divorciado de Jean. Pete Lomas, un ex empleado suyo lo ayudó y le dio empleo en sus barcos pesqueros. Luego de mejorar un poco viajó a Los Angeles, en donde se encontraba May Ling Wo, su hijo y su familia. Allí se reencontró con su ella y su hijo, y se casaron.

Se trata de una novela sin mayor trascendencia. El título no corresponde con la verdadera trama de la obra. Allí no se narra con la debida profundidad de los inmigrantes. Ninguno de sus protagonistas era realmente inmigrante; descendían de inmigrantes, pero habían nacido en Estados Unidos. No hay atropellos en su contra por su naturaleza de extranjeros. Simplemente se muestra a descendientes de inmigrantes que triunfan económicamente en los Estados Unidos. Excepto de la discriminación de los chinos en algunos aspectos, la obra no aborda la problemática de los extranjeros.

Le falta profundidad filosófica y sicológica a los personajes. Ninguno de ellos tiene fuerza arrolladora ni impacta por su grandeza como ser humano, a excepción de May Ling Wo, pero sin hondura en estos aspectos.

Daniel se destaca por su incansable lucha para hacer dinero, aunque no fue una persona apegada a éste. Era católico, pero “su religión murió cuando murieron sus padres. Era católico perdido, un católico consumado, un católico fracasado”. Fue un hombre bueno, leal correcto y honesto. Su amistad con Mark fue sincera. Fue una persona solitaria en su mundo de riqueza. No se preocupó por sus hijos: sólo les daba regalos. Nunca fue atrevido ni violento con su esposa. Una vez, ebrio en un bar, agredió a cinco personas. Gracias a las gestiones de Mark y del Alcalde de San Francisco no estuvo en la cárcel. Sin embargo, tiempo después, cuando quedó arruinado, fue atracado y golpeó a sus agresores, y la Policía lo encarceló durante tres meses por desatender un requerimiento de ésta.

No tuvo muchos amigos, pero sí mucha visión para los negocios. Apoyó a una política, que aspiraba a presidente de los Estados Unidos, pero no ganó. May Ling Wo fue tal vez la única persona que lo entendió y le brindó cariño. Esta pensaba que “ella era para él, todo aquello de lo que vida carecía; ella le completaba, desvanecía su sensación de vacío, de ignorancia, de caminar ciegamente a través de un mundo al que nunca miraba realmente ni comprendía, mientras perseguía los dos elementales objetivos del dinero y poder”. Fue hombre a quien le habría caído muy bien la sabiduría taoista, que afirma que “quien no desea estar al frente del mundo en dirigente del mundo se convierte”.

LUIS ANGEL RIOS PEREA

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