martes, 15 de octubre de 2013

ALVAREZ GARDEZABAL Y SU MANUAL DE CRÍTICA LITERARIA



El escritor colombiano Gustavo Álvarez Gardeazábal, en su libro Manual de crítica literaria, nos dice lo siguiente:

Personajes. En cuanto a los géneros literarios, la única diferencia entre novela y cuento está en la manera de tratar y plantear las situaciones, y no en la aseveración de que la novela narra una acción en forma prolongada y detallada, y en el cuento la acción está reducida a límites estrictos y menudos. Antes que definir los géneros literarios hay que profundizarlos. En Cien años de Soledad y Ulises se mezcla la narrativa, la poética y otros géneros. Respecto al narrador, en la novela cuento, epopeya, historia biográfica y ensayos se encuentran los narradores.

Narradores. El narrador cuenta cómo, cuándo y dónde transcurre una acción, señalando los participantes y las circunstancias en que se produce. El narrador no es el autor, es un elemento más de la obra literaria. La situación espacial es definitiva para determinar niveles de puntos de vista que adopta. La definición de la posición ideológica del narrador es importante para colegir el desenvolvimiento de la narración y la manera como el narrador va a observar y contar las actividades de los personajes y las circunstancias que viven. El narrador no puede ser juzgado por su posición ideológica, La visión del narrador o narradores varía mucho, debido a sus cosmovisiones y edades. La novela tradicional tiene un narrador en tercera persona. Los narradores en tercera persona toman distancia sobre lo narrado, y es un narrador impersonal. En la epopeya, el narrador toma gran distancia del hecho narrado, y es en tercera persona. En el cuento no toma mucha distancia. En la novela puede haber cualquier clase de narrador.

Espacio y tiempo. Sobre el espacio,  dice que a veces es importante y a veces no. Las obras narrativas son una expresión de los problemas de su tiempo. Para los autores del siglo XIX lo difícil era el dominio del espacio; para los del XX es el tiempo. Los del XIX lo primero que hacían visible era el espacio. El espacio puede ser amplio, reducido, de referencia, de concepto, único y variado. En “La Poética”, de Aristóteles, se exigía acción, espacio y tiempo. En la epopeya, el espacio siempre será amplio; en el cuento, reducido; en la novela, cualquiera. En relación con el tiempo, hay cronológico, gramatical y ambiental.

Estructuras externas e internas. En cuanto a la estructura externa, su sistema analítico parte de identificar el narrador, detectar y clasificar el tiempo y el espacio, e interrelacionar espacio, tiempo y narración dentro del contexto general. En lo atinente a la estructura interna, el autor dice que “los elementos que a partir de la estructura externa permiten conocer lo que se cuenta en una narración y cómo se cuenta, integran la llamada estructura interna”. La tensión es uno de esos elementos. “Consiste la tensión en el uso de los elementos desconocidos en la acción y su clasificación depende de la manera como ellos sean entregados a lo largo de la obra”. Si la tensión es importante, también lo es la profundización. La acción es todo lo que ocurre dentro de una obra narrativa y que implique movimiento. La acción está constituida por las situaciones y el conflicto. Las situaciones son aquellas circunstancias que rodean la acción, permitiendo ser agrupadas por su homogeneidad. Los conflictos terminan siendo aclaratorios de un proceso, del carácter de los actuantes en una situación y de las implicaciones que toda obra pueda llevar. “No puede haber un conflicto sin que se plantee primero una situación, pero pueden darse situaciones sin conflicto”. En la novela las situaciones son múltiples; en el cuento, sólo una. Todos los elementos del cuento deben confluir hacia la situación. La diferencia entre novela y cuento radica en que el cuento es más corto por consecuencia a diferencia en el manejo de las situaciones. En cuanto a personajes, los encontramos a nivel sicológico, social, ideológico e histórico y biográfico.

Escuelas críticas: textual lingüístico, enfoque histórico y biográfico, crítica moral y filosófica, método tradicional, métodos críticos formalistas, la semiología, la crítica sicológica, la crítica arquetípica, la crítica temática y la crítica marxista. El enfoque textual lingüístico es una herramienta importante para el análisis literario. “Busca el texto íntegro y original y el significado correcto de las palabras dentro de un contexto histórico”. Se comparan todas las ediciones de una obra. Es la escuela crítica de los eruditos. El enfoque histórico y biográfico “ve en la obra literaria un reflejo de la vida de la época de los personajes”. Busca el grado de compromiso de autor con la realidad de su tiempo. Tiene dos variantes: crítica expresionista e impresionista. Según la primera, “la literatura es una fuente de singular conocimiento”, originada en la imaginación del autor. La otra se concentra en lo que el crítico siente ante la obra. Este análisis lo requieren las obras históricas o las comprometidas con el nivel crítico de una sociedad. La crítica moral y filosófica tiene su origen en la antigua Grecia. Para Platón, su medida está en el servicio a la moralidad y al utilitarismo. Para Horacio, era el deleite y la instrucción. La función más importante de la literatura es enseñar la moral, a veces con orientación religiosa o filosófica. La forma, el lenguaje figurado y las consideraciones estéticas son secundarios. “Lo importante es la enseñanza moral y filosófica”. El método tradicional es la conjunción de los métodos anteriores, que “pretenden alcanzar el significado total de una obra literaria”. Existe división entre forma y contenido. Los métodos críticos formales se centran en la forma de la obra, y “tienen como meta encontrar la clave de la estructura y del significado de la obra literaria”. Se interesa ya saber ¿qué es la obra literaria?, ¿cuál es su forma?, ¿cuál es su efecto y cómo surgen éstos? Los detalles sociológicos e históricos no son tan importantes. Posibilita la comprensión y el significado. Los formalistas han evolucionado a la semiología. Dan importancia a la función que el lenguaje cumple en la formulación de su estructura. El lenguaje “es la solución máxima de los problemas del arte y de la obra literaria”. La relación entre significado y significante es arbitraria por razones socioculturales. La crítica sicológica o sicoanalítica “pretende interpretar la obra literaria como producto de las claves profundas y los misterios simbólicos de su estructura, analizados con base al comportamiento de la psiquis del hombre”. Tiende a ser experimental y a diagnosticar. La crítica arquetípica “pretende encontrar la relación entre el arte literario y alguna cuerda muy profunda de la naturaleza humana. Se preocupa por investigar aquellos productos misteriosos, construidos dentro de ciertas formas literarias, que despiertan con una fuerza casi pavorosa relaciones humanas dramáticas y universales”. Se basa en conocimientos mitológicos. “Tiende a ser especulativa y filosófica, mostrando afinidades con la religión, la antropología y la historia cultural… el procedimiento de esta crítica implica que las formas artísticas no son más que la repetición de elementos descubiertos por la cultura clásica occidental y que el hombre, hecho por y para ella, no hace sino solamente recrearlos en el arte”. La crítica temática “pretende analizar la obra a través del manejo constante de un tema determinado, muchas veces explícito, otras implícito”. La crítica marxista “pretende el análisis de la obra literaria a partir del realce de uno de los elementos de ellas, el teme social, a través del estudio de la relación trabajo-producción-clases sociales… pretende buscar una explicación de todos los elementos de la obra de arte desde el ángulo de las relaciones y contradicciones que aparecen por la lucha de clases o por la categorización dentro de la pirámide social que implican estas mismas clases”. Tiene dos tendencias: realismo socialista, de George Luckás, y realismo comprometido o revolucionario, de Mao.

LUIS ANGEL RIOS PEREA


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