jueves, 17 de octubre de 2013

EL ARIEL DE RODÓ



Resumen del libro Ariel, de José Enrique Rodó.

Tema: El cultivo de las más altas manifestaciones del espíritu.

Argumento: El maestro Próspero hace un llamado a la juventud latinoamericana para que cultiven la vida interior (la alta vida del espíritu), el sentido de lo bello y el sentimiento moral, y una democracia de la mayoría de las superioridades (sin influencia del utilitarismo), donde sean posibles las más elevadas y nobles actividades humanas; no imiten a los Estados Unidos (EE. UU.) y huyan de su utilitarismo materialista, y luchen por una América Latina ideal.

SÍNTESIS

Próspero y Ariel

Próspero, “el viejo y venerado maestro”, diserta, junto a la estatua de Ariel (su numen), ante un grupo de jóvenes, con el propósito de enseñarles a fijar sus ideas e insinuarse en las profundidades del espíritu, a través de una enseñanza y un carácter que poseen una razón y un sentido muy profundos.

El espíritu juvenil

El espíritu juvenil, rebosante de alegría (el ambiente de la acción) y optimismo (la palanca omnipotente), es el terreno fértil donde germinarán nobles y elevados motivos (ideales) para la lucha y la acción. La juventud de América Latina, tesoro y fuerza, con su entusiasmo y esperanza, como sus altas y fecundas virtudes, debe ceñir a su espíritu joven su personalidad moral y su esfuerzo para conquistar el dominio del futuro, del porvenir.

El cultivo de la alta vida del espíritu

Para que ninguna noble facultad humana quede mutilada, es procedente no especializarnos en una sola actividad. Como la profesión universal es la de ser hombres, no podemos tener un espíritu estrecho y una cultura unilateral, porque éstas nos envuelven en el utilitarismo materialista, en la intolerancia, en el exclusivismo, que confunden nuestros ideales, nuestra  condición humana y el cultivo de nuestra vida interior.

Educación del sentido de lo bello y del sentimiento moral

En los espíritus se debe cultivar el gusto por lo bello, por lo estético, y por el sentimiento moral. Las ideas del buen gusto y el sentido moral forman un todo armónico que permite “distinguir de lo delicado lo vulgar, lo feo de lo hermoso” y sirve para diferenciar lo malo de lo bueno, y así huiremos del mal y del error como una disonancia, buscando lo bueno como el placer de una armonía, porque todo ello hace a la vida amable, delicada y hermosa. La estética nos enseña a distinguir en la espera de lo relativo, lo bueno y lo verdadero, de lo hermoso.

Democracia y alta vida del espíritu

La concepción utilitarista, que se opone a la concepción de la vida racional, fundada “en el libre y armonioso desenvolvimiento de nuestra naturaleza”, se orienta a la inmediata finalidad del interés que genera bienestar material, pero produce la florescencia de idealismos futuros, absorbe la vida y sus energías, y ocasiona nostalgias dolorosas, descontentos y agravios de la inteligencia. El desborde del espíritu de utilidad menoscaba la consideración estética y desinteresada de la vida. Las revelaciones de la ciencia de la naturaleza son la universal difusión y el triunfo de las ideas democráticas.

Plantea Guyau que una alta preocupación por los altos intereses de la especie se opone al espíritu de la democracia, porque la concepción de la vida se ajusta a la exclusiva búsqueda del bienestar material. La democracia, según Bourget, es desenvolvimiento progresivo de las tendencias individualistas y disminución de la cultura. Quienes piensan así tienen un interés vivísimo por la posibilidad de una noble y selecta vida espiritual que no se sacrifique a los caprichos de la multitud.  “…cuando la democracia no enaltece su espíritu por la influencia de una fuerte preocupación ideal que comporta su imperio con la preocupación de los intereses materiales… extinguirá gradualmente toda idea de superioridad que no se traduzca en una mayor y más osada aptitud para las luchas del interés que son entonces la forma más noble de las brutalidades de la fuerza”. La igualdad social debe destruir las jerarquías imperativas e infundadas y las superioridades injustas por las verdaderas superioridades humanas, que son lo afirmativo de la democracia y su glorias y tienen “en la influencia moral su único modo de dominio y su principio en una clasificación racional”.

Para que surjan las más elevadas actividades humanas que determinan la alta cultura, se necesita que impere la calidad sobre la cantidad de pobladores. “La multitud, la masa anónima, no es nada por sí misma. La multitud será un instrumento de barbarie o de civilización según carezca o no del coeficiente de una alta dirección moral… La civilización de un pueblo adquiere su carácter, no de las manifestaciones de su prosperidad o de grandeza material, sino de las superiores maneras de pensar y de sentir que dentro de ellas son posibles…”

El espíritu de la democracia es un principio de vida en donde priman  la igualdad de derechos.  “Cuando se concibe de este modo, la igualdad democrática, lejos de oponerse a la selección de las costumbres y de las ideas, es el más eficaz instrumento de selección espiritual, es el ambiente providencial de la cultura. La favorecerá todo lo que favorezca el predominio de la energía inteligente… sabemos que no existe otro límite legítimo para la igualdad humana que el que consiste en el dominio de la inteligencia y la virtud, con sentido por la libertad de todos”. Desconocer la obra de la democracia, “es desconocer la obra, paralela y concorde, de la ciencia”. Nuestra civilización descansa sobre los soportes de la democracia y la ciencia. Según Bourget, en ellas somos, vivimos, nos movemos. La educación popular debe tener interés supremo en “la idea y la voluntad de justicia, el sentimiento de las legítimas autoridades morales”.

La ciencia debe conciliarse con el espíritu de la democracia, porque sus aportes muestran “como la inmensa sociedad de las cosas y los seres es una necesaria condición de todo progreso del orden jerárquico”. Es por ello que se insiste “en la concepción de una democracia noble, justa; de una democracia dirigida por la noción y el sentimiento de las verdaderas superioridades humanas; de una democracia en la cual la supremacía de la inteligencia y la virtud –únicos límites para la  equivalencia meritoria de los hombres- reciba su autoridad y su prestigio de la libertad, y descienda sobre las multitudes en la efusión bienhechora del amor”.

El utilitarismo de los Estados Unidos

Aunque  no es procedente ni justo desconocer la grandeza material de los EE. UU., no podemos imitarlo como nuestro modelo ideal de vida, porque perderíamos la originalidad de nuestro carácter personal, nuestro propósito de originalidad, acrecentando el espíritu de imitación.

A los EE. UU., nacidos con la experiencia innata de libertad, se les reconoce es espíritu de libertad, su grandeza material, su poder del trabajo, ser artífices de su destino, su instinto de curiosidad despierta e insaciable, su pasión por la ciencia y la investigación, su culto pagano de la salud, de la destreza, de la fuerza, su optimismo, el temple de su voluntad, su filosofía del esfuerzo y de la acción, su originalidad y audacia, su actividad viril, su triunfo de la voluntad sobre la muerte, y su simbólico “yo quiero”. Aunque se acepta que “sin la conquista de cierto bienestar material es imposible, en las sociedades humanas, el reino del espíritu”, se les reprocha su mentalidad utilitarista que sólo persigue el éxito material, convirtiendo el trabajo utilitario en fin y objeto supremo de la vida, que los aleja del ocio y del cultivo del espíritu.  “Su superioridad es tan grande como su imposibilidad de satisfacer a una mediana concepción del destino humano… es indudable que aquella civilización produce en su conjunto una singular impresión de insuficiencia y de vacío… Vive para la realidad inmediata del presente, y por ello subordina toda su actividad al egoísmo del bienestar personal y colectivo… es un monte de leña al cual no se ha hallado modo de dar fuego”.  El rasgo fundamental de su vida es la pasión infinita del trabajo y la porfía de la expansión material en todas sus formas, gracias al exclusivo predominio de la actividad subordinada a los propósitos inmediatos de la utilidad. Su finalidad suprema de la vida es el éxito, cueste lo que cueste. Con su utilitarismo pretenden dominar e imponer sus ideas y su cultura.

Los EE. UU. Serán  modelo de vida cuando su carácter utilitario no pretenda sernos impuesto como suma y modelo de civilización porque atenta contra los intereses de nuestra alma. Será nuestro modelo cuando su voluntad y utilidad sean inteligencia, sentimiento, idealidad.

La lucha por la América Latina ideal

Para que América Latina sea grande como civilización de espíritus elevados y superiores que haga persistir su legado imperecedero, “como una nueva y divina proporción de la suma de las cosas”, no se debe limitar a acumular abundantes elementos de prosperidad ni a distribuirlos equitativamente entre sus habitantes, sino a cultivar y hacer  propicio “el ambiente natural de las más altas manifestaciones del espíritu”.

A la juventud, sangre, músculo y nervio del porvenir, corresponde la lucha por el engrandecimiento de América Latina y por evitar su decadencia. Los jóvenes son “los destinados a guiar a los demás en los combates por la causa del espíritu”. La perseverancia, sin desmayo, permitirá la conquista del pensamiento que afirme y consolide las manifestaciones de la vida. “Todo el que se consagre a  propagar y defender, en la América contemporánea, un ideal desinteresado del espíritu –arte, ciencia, moral, sinceridad religiosa, política de ideas-, debe educar su voluntad en el culto perseverante del porvenir”. Sus ideas y sus acciones contribuirán a la consolidación de la América soñada: hospitalaria para las cosas del espíritu; pensadora, sin menoscabo de su aptitud para la acción; serena, firme y resplandeciente.

El acicate para el trabajo y el combate, debe ser una filosofía moral que no se limite al aquí y al ahora, “que no se adhiera a lo presente”, sino que sea un peldaño para apoyar la acción, porque la mejor obra es la que se efectúa sin las implicaciones del éxito inmediato. “No aspiréis, en lo inmediato, a la consagración de la victoria definitiva, sino a  procuraros mejores condiciones de lucha”.

Eliminando la sugestión egoísta de los espíritus, la juventud debe poner parte de su alma para la obra del futuro, del porvenir, acudiendo al alto simbolismo de Ariel, que es la razón y el sentimiento superior. “Ariel, genio del aire, representa… la parte noble y alada del espíritu. Ariel es el imperio de la razón y el sentimiento sobre los bajos estímulos de la irracionalidad; es el entusiasmo generoso, el móvil alto y desinteresado en la acción, la espiritualidad de la cultura, la vivacidad y la gracia de la inteligencia; el término ideal a que asciende la selección humana… Ariel es la razón y el sentimiento superior. Ariel es este sublime instinto de perfectibilidad, por cuya virtud se magnifica y convierte en centro de las cosas, la arcilla humana a la que vive vinculada su luz…  Ariel es, para la naturaleza, el excelso coronamiento de su obra,  que hace terminarse el proceso de ascensión de las formas organizadas, con la llamarada del espíritu. Ariel triunfante, significa  idealidad y orden en la vida, noble inspiración en el pensamiento, desinterés en moral, buen gusto en arte, heroísmo en la acción, delicadeza en las costumbres… Su fuerza incontrastable tiene por impulso todo el movimiento ascendente de la vida”. Ariel, que se opone a Calibán, representa lo elevado y espiritual de la persona, en tanto que Calibán representa los aspectos más materiales e instintivos de la persona.

Aspectos fundamentales de Ariel:

  1. El ser humano es una realidad integral frente a la técnica que lo deforma.
  2. La superioridad de las minorías existentes frente a las masas igualitarias.
  3. El utilitarismo materialista de USA genera graves problemas.

COMENTARIO. El autor, en este corto ensayo, que consta de ocho capítulos, diserta de manera agradable y amena a través de un lenguaje fluido, que implica alguna dificultad para su óptima comprensión. El llamado a la juventud es vehemente y entusiasta. Se aprecia un amplio bagaje intelectual, producto de la experiencia política y de las enriquecedoras lecturas que debió realizar el autor. Es evidente que en él influyó el pensamiento filosófico de Agusto Comte, Ernest Renán y Jean Marie Guyau, entre otros, lo mismo que el cristianismo.

Reseña.

Según Herminia Solari (Esteticismo moralizante en el Ariel de Rodó), el centro de apoyo de “Ariel” es el esteticismo moralizante de su autor. El esteticismo de Rodó es el vehículo de transformación de la realidad. Es el maestro de las nuevas generaciones americanas. La belleza es la que contiene la posibilidad de universalidad, por el cultivo de ella es factible recuperarse de la fragmentación moderna. La belleza es armonía y se relaciona con el bien y la verdad. El cultivo de la belleza, como armonía, permite limitar el desequilibrio que lleva a la especialización unilateral. La virtud adquiere el carácter de un ideal que guía la actividad práctica. Su proyecto lo apoya en el cristianismo y en el clasicismo griego.

“Ariel” fue proclamado como el evangelio intelectual de la juventud de América Latina durante el primer cuarto del siglo XX. Es un llamado a la juventud para la reconstrucción de una identidad de transformación espiritual de un continente que empieza a andar. Llama a la conquista de la libertad y la vida por parte de la juventud. 


LUIS ANGEL RIOS PEREA

1 comentario: