domingo, 20 de octubre de 2013

LAS LANZAS COLORADAS DE USLAR-PIETRI



El escritor venezolano Arturo Uslar-Pietri, en su novela “Las lanzas coloradas”, relata los acontecimientos sucedidos en el contexto de la familia Fonta (descendiente de españoles), compuesta por don Santiago y sus hijos, don Fernando y doña Inés, que “vivían felices y tranquilos”, en la hacienda “El Altar” (dedicada al cultivo de caña), ubicada en el Estado Aragua, provincia de Caracas, Capitanía General de Venezuela, administrada por Presentación Campos, un hombre que trataba mal a los esclavos y detestaba a sus amos.

TEMA. La guerra.

ARGUMENTO: Fernando Fonta, a los 16 años, viaja a Caracas a estudiar “ciencias profanas”. En Caracas residía en la casa de don Bernardo Lozola, funcionario del Cabildo. Sin decidir qué hacer (ir a la guerra u optar por la vida religiosa) continúa con su vida cotidiana. Tras la muerte de su padre, regresa a “El Altar”, y se pone al frente de la hacienda. Fernando e Inés son visitados por el capitán George David, ciudadano inglés, amigo de la familia. El inglés le regala una pistola a Presentación, a quien Fernando ve con desconfianza y recelo, porque le parece una persona extraña y arribista. Mientras Fernando y el inglés realizan un viaja Caracas, para tratar aspectos relacionados con la guerra, Presentación, el mayordomo, se subleva, asesina a un esclavo que trata de oponerse, y obliga a los demás esclavos a levantarse en contra de sus amos. Presentación,  luego de violar a doña Inés, le prende fuego a la hacienda y se va para la guerra, junto con los esclavos armados de machetes, que por temor lo siguen. Un esclavo da aviso sobre lo ocurrido a Fernando, quien regresa de inmediato a la hacienda, y la encuentra arrasada y quemada. Entonces decide irse a la guerra, en compañía de su amigo Bernardo (hijo de Bernardo Lozola) y el inglés. Se unen al Ejército Republicano, pero allí, poco tiempo después, Bernardo y el inglés mueren fusilados. Presentación, que era buscado por Inés, quien logró salvarse de incendio, se enroló en las filas del Ejército Realista, al mando del general Boves, luego de haber vacilado a cuál ejército involucrarse. Durante una batalla entre los dos ejércitos, en La Victoria, murieron Fernando y Presentación Campos.

PERSONAJES PRINCIPALES

FERNANDO FONTA.

Nació en 1790. “Fue un niño débil, enfermizo, sensible”. Era un hombre “pusilánime, perezoso e irresoluto”. Fernando era fornido, “con el cabello y los ojos oscuros y el gesto displicente”. Sus primeros años los pasó en “El altar”, donde vivió “una infancia profundamente grabada en sus recuerdos”. Su padre, don Santiago, “fue un hombre sin ternura, violento, asilado”; además, era impulsivo y no reflexionaba. “Lo dominaba el mal demonio de la carne”. Su madre era una persona fervientemente devota y permanecía una buena parte del tiempo en el oratorio. Ella sólo tenía contacto con sus esclavos e Inés. Con ésta y sus esclavos hacía paseos por la hacienda. El carácter era taciturno. Murió violentamente cuando Fernando era aún niño. Los padres veían a sus hijos con cierta indiferencia, debido a que aquellos “vivían metidos en sus propias vidas”. No trataban con confianza y cariño a Fernando e Inés. Después de la muerte de su madre, “las relaciones de Fernando e Inés con su padre se hicieron más tristes y ceremoniosas”. Una esclava vieja siguió haciendo el papel de madre. “Los llevaba de paseo, les enseñaba oraciones, les contaba historias de la familia y algunos cuentos llenos de imaginación pavorosa de los negros”. En la casa de don Bernardo Lozola, pasaba gran tiempo con su hijo Bernardo, con quien estudiaba y departía. Aunque a Fernando le simpatizaba la filosofía, era muy irresoluto, vivía ensimismado y no le gustaba pensar. “El pensamiento era como una tentación. Como una provocación a someter la vida a un principio, a una ordenación, a una regla. Al fin, habría de decidirse, y decidirse era prescindir de otras muchas otras cosas igualmente posibles y deseables. Escoger era como renunciar. Más valía estarse echado en tierra sin pensar en nada”. Le gustaba la soledad. “Estarse solo era gozar de la ausencia del mundo. La soledad era propicia para hacer triunfar el espíritu, para darle revancha contra la carne”. Sumergido en su mundo sin horizontes, sin saber por qué decidirse, qué hacer con su vida, “llegó a pensar en dedicarse a la vida religiosa... pero así como súbitamente deslumbrado se metió por el camino de Dios, súbitamente se salió de él. Sobre su espíritu se abatían vientos contrarios”. Así, en su existencia indecisa, empezó a interesarse en la causa de la independencia de Venezuela, porque oía nombrar a  Francisco Miranda, a Simón Bolívar y el tema de los derechos del hombre. Estando en estos quehaceres, fue enterado de la quema de “El Altar”. Entonces regresa allí con Bernardo y el inglés. Al ver tanta desolación en lo que fuera su hacienda, decide irse a la guerra, algo a lo que siempre había huido y detestado. Se unió al Ejército Republicano. En éste nunca combatió porque no tenía valor ni osadía para la guerra.  Bernardo y el inglés murieron fusilados por las tropas realistas, comandadas por el general Boves, a quien llamaban el Diablo. El coronel Rozo Díaz, al ver la falta de valentía de Fernando, le decía: “Hay que ser hombre. Ya no hay remedio”. Fernando no quería morir en la guerra. “Es imbécil, es estúpido que nos maten como perros, que nos sacrifiquen como ratas”, gritaba, y agregaba: “¡Yo quiero vivir! ¡Yo quiero vivir!”. Fernando odiaba a todos. “Sentía odio contra el coronel, contra Bernardo cuenta todos los hombres, contra todas las cosas, contra Dios, tan llenos de injusticia, de estupidez, de destructora fuerza”. Fernando pensaba que la guerra es cosa fea y desagradable. Fernando murió en La Victoria durante un enfrentamiento con tropas realistas.


PRESENTACION CAMPOS.

El mayordomo de “El Altar”. Era un hombre recio, ambicioso, valiente, arrogante y arribista. “La pisada firme, la mirada alta, el cabello crespo en marejada”. Era atlético, alto y simpático. “El pelo crespo, la piel de bronce”. Donde estaba él, nadie más podía mandar. Los Fonta podrían ser los dueños de la hacienda, “pero quien mandaba era él. No sabía obedecer. Tenía carne de amo”. Le gustaba la guerra, porque, según él, de allí salían los verdaderos amos. “Ante la debilidad de los demás sentía crecer su propia fuerza. Los fuertes brazos, las anchas espaldas, los recios músculos, le daban derecho a la obediencia de los hombres”. Vivía profundamente convencido que “en la vida no había sino, o estar arriba o estar abajo. Y el que está abajo es el pendejo”. Pensaba que la guerra era matar gente. El carácter enérgico de Presentación, opuesto al débil de Fernando, le atraía al inglés. Por eso le regaló una pistola. Fernando no se equivocó al afirmar que ese regalo le haría subir la pretensión. Presentación despreciaba a Fernando. “Su instinto lo rechazaba, lo sabía indeciso y tímido...  El amo se creía fuerte y no lo era; se creía revolucionario y no lo era; se creía amo y no lo era”. Presentación “se sentía impetuoso y capaz de arremeter contra todas las cosas que lo obstaculizan”. No comprendía la guerra con uniformes, marchas ni generales con medallas. “Para él lanza y caballo, lo demás era estorbo; no uniformes, sino desnudo de la cintura para arriba; ni más música que los gritos; ni más general que el que se lleva dentro”. Por él, cuando se sublevó, se autonombró como el General Presentación Campos. Era temerario y se hacía obedecer temerosamente. Se sentía satisfecho de su superioridad. Tenían que obedecerle... Era un hombre hecho para mandar. No se sentía cómodo recibiendo órdenes de nadie. El pensar que don Fernando lo mandaba le provocaba un acceso de ira”. Con su arrollador temperamento obligó a los esclavos a sublevarse con él en contra de sus amos. Luego de lograrlo violó a doña Inés y prendió fuego a la hacienda y se marchó con los esclavos, armados con machetes, a la guerra. Si tenía claro que quería poder y dinero. No le importaba la guerra como causa ideológica o de independencia, le interesaba sacar provecho. En el dilema si unirse a los realistas o las republicanas, decía: “Los godos tienen muchos tiempo mandando y ya están ricos y buchones. Con ellos se puede conseguir algo. Mientras que las insurgentes están más arrancadores que un huérfano. Con esa gente no se consigue sino hambre”. Movido por sus intereses, decide enrolarse en el Ejército Realista, al mando del coronel Zambrano. En su nueva vida se involucró con una mujer llamada “La Carvajala”, una persona leal con él, quien le curó sus primeras heridas. Campos murió en la misma batalla en donde murió Fernando.


PERSONAJES SECUNDARIOS

DOÑA INES.

Una mujer “pálida, vestida de negro, con los ojos iluminados y las manos sutiles”. Le preocupaba mucho la guerra, a la cual no le encuentra sentido. “El mundo no se ha hecho, Inés, para lo mejor. Por eso, justamente, es difícil explicarlo. La guerra está en él, y nadie la ha traído, ni nadie podrá quitarla”, le dijo una vez Fernando. Luego de que fuera violada por Presentación Campos, en medio de las llamas que devoraban su hacienda, logró huir sin que nadie se diera cuenta. Con su cara desfigurada por las quemaduras, empezó a la búsqueda del causante de su desgracia, y se convirtió en una mendiga. Un día se encontró con “La Carvajala”, pero ésta no quiso revelar el paradero de Presentación Campos, a pesar de que Inés le rogó y trató de convencerla con argumentos fundados. “La Carvajala”, con razones consolaras, pretendía que Inés dejara de odiar a Presentación y cesara en su intención de vengarse. “¡No se desespere, mi hija! Mire que las mujeres no hemos nacido para otra cosa sino para sufrir”, le dijo. Y tratando de justificar la malvada acción de Presentación, agregó: “¡Segurito que fue la guerra la que la embromó! ¿A quién no han fregado con esa maldita guerra?”. Siguiendo con sus argumentos justificadores. Acotó: “Todos los hombres son malucos, mi hija. ¡Y qué podemos hacer nosotras sino aguantarlos! Una no nace sino para ser esclava del hombre. Y, además, ellos también tienen malas horas. Se pueden engañar... ¿Quién sabe por qué causa Campos se sublevó?” No obstante estos argumentos, Inés juzgaba a “La Carvajala” como una persona mala. “¡Usted es una mala mujer y dios la castigará”. A pesar de todos los ruegos, “La Carvajala” no traicionó a Campos, y en lugar de decirle dónde estaba éste, la desorientó y la hizo enrumbarse por un camino diferente al que había seguido Campos.


EL CAPITAN GEORGE DAVID (El inglés).

Un hombre culto y elegante. “Era despreocupado, desaprensivo y furiosamente igualitario”. Había recorrido el mundo. Vivía y padecía en romanticismo. “Sentía delectación en mostrarse ante los demás como personaje extraño y misterioso, perseguido por el valor y guiado por la fatalidad”. Admitía que era una especie de hombre maldito. “Amo la libertad y voy luchando por ella en el mundo. Algún día en rincón moriré solo, sin tener quién me cierre los ojos”. En efecto, así murió. Lo suyo no era sino el dolor. “He visto muchas gentes y muchas tierras y no tengo sino el dolor. El dolor de vivir, el de morir, el de acordarme de las cosas que no veré más nunca”.


COMENTARIO: El nombre de la novela, “Las Lanzas Coloradas”, no tiene mucha relación con el contenido de la obra, pues las batallas se libran más con machetes y fusiles, que con lanzas. Los párrafos y las frases son cortos. El lenguaje es claro y se facilita su lectura; es fácil de seguir y entender. El mismo autor hace la narración, la cual es lineal. Se desarrolla a comienzos del siglo XIX. Los hechos ocurren en el marco de la Independencia de Venezuela. En esa época todos pensaban en la guerra y el tema de conversaciones era ésta. Fernando Fonta y Presentación Campos representaban el enfrentamiento del hombre idealista y el hombre materialista, del hombre inactivo y del hombre pragmático, del hombre resignado y del hombre ambicioso, del hombre temeroso y del hombre valiente, del hombre estoico y del hombre nietzscheano. Entre Fernando y Presentación se rompe la dialéctica del amo y del esclavo. Es esclavo se rebela contra el amo. Es un llamado a la liberación en una época de esclavitud. El siervo expresa sus primeros gritos de libertad.

Presentación da una valerosa lección para que los esclavos, los oprimidos y los sometidos luchen por su libertad y su autonomía. El fin de Campos era bueno en sí, pero son muy reprobables los medios, ya que ejerció violencia sobre uno de sus amos y contra personas de su misma condición, así él no fuera un esclavo.

Además de la guerra, como tema principal, la violencia, la traición, la amistad, el valor, la búsqueda de la libertad, la religión, la superstición y la crítica a algunas áreas del conocimiento, son evidentes en la obra.

El autor, a través de sus personajes disiente de muchos aspectos, algunos de ellos condicionantes de la cotidianidad. “Los que estudian filosofía pecan de orgullo, y las que leen literatura profana  se condenan por la mala recreación del espíritu... El derecho es una cosa idiota... lo cansaba el cúmulo de instituciones, las minuciosidades de procedimiento, la sutileza de los comentaristas, la estupidez de los principios... Todos los libros religiosos han sido escritos para el servicio de los reyes y, por consiguiente, están basados en principios que les son favorables... La guerra es para matar gente... El que está arriba es el vivo... Mire que las mujeres no hemos nacido para otra cosa sino para sufrir... Todos los hombres son malucos, mi hija. ¡Y qué podemos hacer nosotras sino aguantarlos! Una no nace sino para ser esclava del hombre. Y, además, ellos también tienen malas horas. Se pueden engañar...”.


LUIS ANGEL RIOS PEREA

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