lunes, 31 de enero de 2011

TEMA, ARGUMENTO Y COMENTARIO DEL "ENSAYO SOBRE LA CEGUERA", DE JOSE SARAMAGO


 
TEMA

Los conflictos generados por la ceguera.

ARGUMENTO

En una ciudad y un país imaginario, de un momento a otro y sin una causa científica, empezaron a enceguecer las personas; con el transcurso de los días todos quedaron ciegos, excepto la esposa de un oftalmólogo.

Cuando empezó la pandemia, el Gobierno resolvió internar a los primeros ciegos en un manicomio abandonado. Cuando hubo más ciegos, el mismo designó otras instalaciones oficiales y privadas para recluirlos en esos establecimientos. Ciegos todos los habitantes de la ciudad y del país, empezó el caos: accidentes automovilísticos, saqueos, hurtos, escasez de comida, ausencia de servicios públicos y de asistencia social, quiebra del sector financiero…

Los ciegos internados en el manicomio soportaron una vida indigna: hacinamiento, imposiciones gubernamentales, inhumana custodia militar, riñas, hambre, vejaciones, insalubridad, violencia, violaciones… El principal problema consistió en la falta de comida y la distribución de ésta, lo cual generó violencia y grandes conflictos, que terminaron con asesinatos, violaciones de mujeres, incendios y quema del manicomio.

Después de huir del manicomio, el primer grupo de ciegos, compuesto por siete personas (tres mujeres, tres hombres y un niño), decidieron recorrer la ciudad en búsqueda de comida y de sus antiguos sitios de residencia. Al cabo de unos días la epidemia terminó: recobraron la visión, empezando por el primero que la había perdido. Todos volvieron a ver, y la mujer del médico tuvo la sensación de haber quedado ciega. 

COMENTARIO

Saramago, con su particular estilo carente del tradicional “punto y coma” y de los guiones para indicar los diálogos, nos relata, con tal derroche de fantástica imaginación y genialidad, el caos que produce una ceguera intempestiva, colectiva y temporal. Si la convivencia entre personas que “ven” es problemática y conflictiva, con más fundamento lo es entre ciegos.

Llena de angustia y ansiedad el pensar qué nos pasaría, si de un momento a otro y sin ninguna explicación racional, quedáramos ciegos. La novela es un llamado, entre muchos, a mejorar nuestra convivencia y a “ver” de manera auténtica en esta sociedad alienadora que pretende enceguecernos con su cosificación, masificación, domesticación y sometimiento.

Inútil nos resulta todo aquello en que la civilización moderna centra todos sus esfuerzos y ahoga sus sueños: el poder, la autoridad, consumismo voraz, confort tecnológico, idolatría del sistema financiero… Nos percatamos cómo en realidad lo que verdaderamente cuenta y nos sirve para vivir es la comida, el agua y otros servicios públicos (energía eléctrica, acueducto, alcantarillado). En un mundo de invidentes, como en el que vivimos, no hay futuro, y “sin futuro, el presente no sirve para nada, es como si no existiese”. Para que haya futuro, en este contexto de ciegos, tenemos que ir “inventando maneras nuevas de vivir”.

En un contexto así, manipulado por los “poderosos”, andamos como ciegos. La ceguera nos la imponen éstos, y, como no queremos ver, experimentamos el aterrador caos en que viven los ciegos. Somos ciegos que, “viendo”, no vemos.


La única persona que no perdió la visión es nuestra esperanza y nuestra luz, los ojos que nos impiden tropezar y nos orientan en una sociedad cada vez más caótica, conflictiva y problemática. Esta mujer, una vez que todos recuperaron la visión, tuvo la sensación de estar ciega; era ella la que en una sociedad donde todos “veían” no podía ver, pues se había acostumbrado a vivir con los ciegos que con los que habían recuperado la visión… Sintió una profunda soledad y quedó “como una cuerda que se ha roto, como un muelle que no aguantó más el esfuerzo a que estuvo constantemente sometido”.

Se aprecia el saber enciclopédico que posee el autor, por canto conoce el contexto, se recrea en él, lo vive, lo dimensiona; utiliza el lenguaje adecuado y nos deleita con la sabiduría popular y con la más profunda filosofía. En esta novela son evidentes las miserias y grandezas que degradan y engrandecen al ser humano. “De esa masa estamos hechos, mitad indiferencia y mitad ruindad”. Ante el caos desaparecen los valores tradicionales y se distorsionan los sentimientos humanos. Hasta la imaginería católica, con los ojos vendados, posiblemente por quienes nos “enseñan” a adorarlos, enceguece, como prueba de que “Dios no merece ver”.

LUIS ANGEL RIOS PEREA




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