viernes, 7 de enero de 2011

LA VIOLENCIA INTRAFAMILIAR EN CHARALÁ, UN PROBLEMA CULTURAL QUE SE PUEDE SUPERAR

A través del presente ensayo me propongo defender la tesis de que la problemática de violencia o maltrato que se registra al interior de las familias en el municipio de Charalá obedece a un problema de orden cultural que se puede superar liberándonos de inveterados condicionamientos culturales que degradan el ser de las personas.

Comoquiera que la cultura, entendida como la actividad humana ingeniosa, que es la dimensión universal y diferenciante del ser del hombre (hombre es un concepto universal para referirme tanto al sexo masculino como al femenino, es decir, hombre o mujer), condiciona nuestro hacer y nuestro ser, alienándonos en muchos casos por falta de espíritu o conciencia crítica (reflexiva) y privándonos del difícil reto y de la apasionante aventura de pensar por nosotros mismos, el ser humano, especialmente el varón (dada la cultura “machista” en que estamos aprisionados), ha aprendido e interiorizado patrones de comportamiento cargados de diversos tipos de violencia no sólo física sino psicológica y moral, convirtiéndolo en un “maltratador” o agresor, ocasional y frecuentemente, de su cónyuge y hasta de sus hijos.

El modelo cultural, heredado de la tradición española, refractaria al movimiento intelectual conocido como la Ilustración y, por ende, ignorante de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, dejó una profunda impronta en el inconsciente colectivo de nuestra sociedad, con marcado arraigamiento en la cultura andina a la cual pertenece nuestro pueblo charaleño, en donde, al igual que en muchos lugares de Colombia, muchas personas, ya sea por ignorancia u otras motivaciones, son intolerantes y desconocen el respeto por las diferencias, circunstancias que propician la violencia intrafamiliar (y también extrafamiliar) a través del maltrato especialmente físico de las personas del núcleo familiar en aparentes condiciones de inferioridad: esposas (generalmente, porque el maltrato es una práctica masculina en un gran porcentaje) e hijos.

En Charalá, según se colige de los testimonios de muchas esposas y a veces de esposos, de educadores, de la Comisaría de Familia, de las autoridades judiciales, civiles y eclesiásticas, y hasta de los mismos niños, el índice de maltrato intrafamiliar va cada día en aumento, a pesar de que el orden constitucional brinda especial atención a la mujer y a los menores de edad.

Otro testimonio irrefutable lo encontramos en dos murales contiguos, artísticamente elaborados por estudiantes, con el apoyo de la Comisaría de Familia de Charalá, en una pared ubicada en la carrera 17 con calles 23 y 24 de este municipio, en los cuales se percibe a través de una rica y contundente semiótica el maltrato y la violencia intrafamiliar. En uno de  ellos se aprecia una imagen en la cual una persona golpea a otra y a su lado un niño sentado, cabizbajo y triste, con la siguiente frase: “EN CHARALÁ HOGARES LIBRES DE VIOLENCIA”. En el otro se observa una niña llorando, con un ojo “morado”, y cerca de ella una enorme correa o cinturón de cuero como símbolo de la agresión por parte de los “adultos”. Este mural hace un vehemente llamado pidiéndonos que “NO CASTIGUEMOS EL FUTURO… DEPENDE DE TI PROTEGER Y DENUNCIAR”. 

Entre las principales causas del maltrato se encuentran la embriaguez (causada principalmente por la ingesta de una bebida de inveterado arraigo en esta región: el guarapo), la intolerancia, la falta de una comunicación asertiva, empática y biunívoca, la ignorancia, la educación machista y domesticadora, la profunda alienación cultural, la nefasta influencia de los medios de información (en especial la televisión que, con tal de vender lo que sea, trueca los auténticos valores que dignifican a la persona por unos antivalores que degradan la dignidad humana para favorecer intereses consumistas), y, fundamentalmente, por el desconocimiento del derecho a la diferencia, el cual, según el brillante filósofo e intelectual colombiano Estanislao Zuleta, es , “la esencia misma del humanismo moderno” y elemento esencial de la democracia genuina.

Otro de los aparentes “motivos” o “razones” por los cuales maltrata el charaleño lo encontramos en los absurdos e irracionales celos. La persona “ofendida” por la  supuesta “infidelidad”, incapaz de reconocer el derecho a la diferencia y entender que las personas son dueñas del disfrute de su cuerpo, de su afectividad y de sus pasiones, y libres y autónomas en la toma de sus decisiones, se arroga la potestad de maltratar a su cónyuge sin ningún tipo de miramientos. Algunos psiquiatras tienen la soterrada sospecha de que una persona celosa es una especie de retardado mental…

El charaleño afecto a las prácticas de maltrato intrafamiliar, prisionero en su férreo modelo cultural acrítico y alienador, se identifica y tiene estrecha relación con el hombre con “minoría de edad”  de Kant (incapacidad para valerse de su propio entendimiento o de hacer uso cabal de su razón), con el hombre “unidimensional” de Marcuse (perdido en la racionalidad tecnológica), con el hombre “inauténtico” de Heidegger (que vive en estado de interpretado), con el hombre “sin atributos” de Musil (una especie de ser vacío, sin destino, sin iniciativa propia, sin propiedades, sin relación consigo mismo), con el hombre “masa” de Ortega y Gasset (que no pretende hacer con su vida ninguna cosa particular, y no puede, ni quiere, ni concibe, detenerse en su acción inmediata, en su carrera desenfrenada por satisfacer sus apetitos), con el hombre “mediocre”  de Ingenieros (imitador, envidioso, sin ideales, rutinario, sin personalidad, pobre en carácter, pasivo, vulgar, incapaz, conformista, sombra, hipócrita, vicioso, domesticado, tránsfuga, infame, servil, dogmático, espíritu débil, adulador, malediciente, criticastro, perezoso, ambicioso, ambiguo),  con el hombre sin espíritu crítico (no piensa por sí mismo), con el hombre “vanidoso” de Fernando González Ochoa (vive de apariencias, es un ser vacío, imitador, “copietas”, le falta personalidad), con el hombre del “rebaño” (el “hombre borrego”)… Una persona alienada en semejante extravío existencial ¿cómo puede liberarse y entender que los demás merecen un trato digno y respetuoso?

El charaleño maltratador, perdido en el proceloso mar de su vida inauténtica, que no se encuentra a sí mismo ni le encuentra sentido a su existencia, debido a su incapacidad de reflexionar sobre su ser impersonal y sobre las consecuencias de sus actos, fácilmente queda atrapado en la compleja telaraña que le teje hábilmente el sistema imperante, dominado por la influencia consumista y el oculto poder de los convencionalismos, con lo cual renuncia a desarrollar su espíritu crítico y libertario, conformándose con la degradante realidad que los demás le moldean y en la cual se tiente cómodo llevando un estilo de vida tan impersonal que para él es “normal” maltratar a sus “seres queridos”, es decir, a cualquiera de los integrantes de su familia.

Ese maltrato de acción y de alusión se evidencia y patentiza en los golpes que se infligen tanto a la esposa o esposo como a los hijos y en los improperios, dicterios, invectivas y otros lenguajes procaces acompañados de miradas torvas y ademanes intimidantes, que no solamente riñen con la cortesía sino que violentan la moralidad, la psiquis y la dignidad humana.

Ante tan preocupante fenómeno aflora con más inquietud por establecer con precisión si la persona es por naturaleza un ser social, “más sociable que las abejas que viven en grey”, como planteaba Aristóteles, o si es por naturaleza un ser antisocial, “un lobo para el hombre”, tal como sostenía Hobbes.

CONCLUSIONES

Esta degradante realidad, producto del condicionante modelo cultural, tiene diversas salidas, entre las cuales es pertinente citar las siguientes:

1. Tener en cuenta la generación de una “cultura” educativa desde los ámbitos familiares, escolares, religiosos y sociales, con el valioso concurso de las autoridades competentes, tanto judiciales como policivas, para que las personas, desde niños, se formen en el auténtico respeto de los derechos humanos y del reconocimiento del derecho a la diferencia, a través que una pedagogía que propenda por el surgimiento de espíritus críticos y libertarios, en donde las personas construyan sus proyectos de vida individuales y colectivos, teniendo en cuenta los demás y en especial a los seres que decimos amar, que no son otros que los integrantes de nuestro núcleo familiar.

2. Los medios de información de Charalá, representados en la emisora y el canal comunitario de televisión, deben comprometerse en la divulgación de los derechos humanos, los derechos de los niños y permitir que éstos expresen sus opiniones de acuerdo a lo establecido en la Convención de los Derechos del Niño promulgados por la UNICEF, a la Constitución Política de Colombia y al Código de Infancia, Niñez y Adolescencia, y elaborar una pedagogía que permita la difusión de los derechos del niño y del contenido del Código de Infancia, Niñez y Adolescencia.

3. Otro aspecto crucial en la superación de esta problemática se encuentra en el desarrollo de las habilidades comunicativas, en donde se propicien amplios espacios de comunicación asertiva, empática y biunívoca, para que el evento o la praxis comunicativa sea un armonioso y ameno intercambio de informaciones, mensajes u opiniones, y no un canje de agravios.

4. Así mismo, se requiere de un compromiso efectivo de las autoridades de Charalá, como los fiscales, jueces y la Comisaría de Familia, en el desempeño cabal de sus funciones y deberes para hacer cumplir lo normado en las diferentes leyes destinadas a prevenir y reprimir el maltrato y la violencia intrafamiliar, como el Código Penal, la “ley de los ojos morados” y la ley de infancia, niñez y adolescencia. El artículo 229 del Código Penal, en concordancia con el artículo 1º. de la “ley de los ojos morados” (ley 882 del 2004) es taxativo al señalar que “el que maltrate física o psicológicamente a cualquier miembro de su núcleo familiar, incurrirá, siempre que la conducta no constituya delito sancionado con pena mayor, en prisión de uno a tres años”. La ley 294 16JUL96, sobre violencia intrafamiliar,  dicta normas para prevenirla, remediarla y sancionarla, porque ésta destruye la unión y la armonía familiar. El artículo 18 de la ley de infancia, niñez y adolescencia señala que este sector de la población tiene “derecho a ser protegidos contra todas las acciones o conductas que causen muerte, daño  o sufrimiento físico, sexual o psicológico” y a la “protección contra el maltrato y los abusos de toda índole por parte de sus padres…” Esta norma “entiende por maltrato infantil toda forma de perjuicio, castigo, humillación o abuso físico o psicológico, descuido, omisión o trato negligente, malos tratos o explotación sexual, incluidos los actos sexuales abusivos y la violación y en general toda forma de violencia o agresión sobre el niño, la niña o el adolescente por parte de sus padres...”. La Constitución Política de Colombia y la Sentencia C-534 de 2005 de la Corte Constitucional garantizan “especial protección” a las mujeres y a los menores de edad.

5. Cuando las personas son incapaces de solucionar sus problemas por vías pacíficas, pueden acudir a mecanismos de resolución de conflictos como la conciliación, la negociación y la mediación. En nuestra legislación colombiana, la conciliación forma parte de los mecanismos alternativos de solución de conflictos. En consecuencia, los artículos 64 de la Ley 446, de julio 7 de 1998, y el Decreto 1818 de septiembre 7 de 1998, definen la conciliación como el “mecanismo de resolución de conflictos a través del cual, dos o más personas gestionan por sí mismas la solución de sus diferencias, con la ayuda de un tercero neutral, denominado conciliador”. El artículo 116 de la Constitución Política de Colombia al respecto precisa que “los particulares pueden ser investidos transitoriamente de la función de administrar justicia en la condición de conciliadores o en la de árbitros habilitados por las partes para proferir fallos en derecho o en equidad, en los términos que determine la ley”. La negociación es viable cuando los conflictos no son intensos ni están en un “callejón sin salida”. La mediación nos ofrece la posibilidad de que un mediador ofrezca sugerencias que permitan a las partes enfrentadas hacer concesiones y dejar a salvo su prestigio.

6. Si se empieza, al menos, con estos pequeños pasos, el camino a recorrer con el propósito de superar el maltrato intrafamiliar cada vez será más corto, y la sociedad charaleña llegará, así sea poco a poco, a la meta de perfeccionar su estilo de convivencia.

Para finalizar es pertinente plantear la siguiente inquietud que nos debe invitar a reflexionar: Los colegios de Charalá, muy solícitos y diligentes, realizan las llamadas “Escuelas de Padres” en horas nocturnas, en donde a veces se tratan temas sobre violencia y maltrato intrafamiliar, entre otros de interés para la desarrollo armónico de la familia y la convivencia pacífica de ésta, sin que se registren asistencias masivas por parte de los “padres de familia” y de los acudientes. Los “padres de familia” que viven el área rural y tienen hijos estudiando en las instituciones educativas de ciudad están “excusados” para no asistir a estas “escuelas”, pretextando que de noche se les dificulta el desplazamiento. Pero ¿cómo es posible que cuando se trata de “ceremonias” religiosas, festividades y otros eventos masificadores nocturnos, incluso durante los cuales se hace ingesta de bebidas alcohólicas, esos “padres de familia” campesinos sí asisten “religiosa” y puntualmente sin acudir a ningún tipo pretexto? ¿Será que sus hogares son un “paraíso” propicio para la convivencia armónica y pacífica? ¿Será que entre ellos no se maltratan ni maltratan a sus hijos? ¿Será que los eventos masificadores y alienadores son más importantes que perfeccionar el difícil arte de convivir y educador en el amor y en el respeto por las diferencias?


BIBLIOGRAFÍA

Constitución Política de Colombia.
Código Penal (Ley 599/JUL/24/00).
Código de la Infancia, niñez y adolescencia (Ley 1098/NOV/8/06).
Ley 882/04 (Ley de los ojos morados).
RIOS PEREA, Luis Ángel. La violencia en Colombia. Una preocupante realidad que nos inquieta. www.monografías.com.
_______________________  La imperiosa necesidad de aprender a filosofar. www.monografias.com
_______________________ La comunicación auténtica. Una herramienta indispensable para la convivencia armónica y pacífica. www.monografías.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario