lunes, 31 de enero de 2011

JOSE ASUNCION SILVA FUE GENIAL HASTA EN SU NOVELA "DE SOBREMESA"


Cuando oí por primera vez, desde hace mucho tiempo, sobre la existencia de una novela (De Sobremesa) del poeta José Asunción Silva, en mi concepto el mejor poeta colombiano, pensé que debía tratarse de una novela del montón; por eso no me motivé por leerla. Pero, tiempo después, por casualidad llegó a mis manos esa novela. La leí, y ¡qué sorpresa!: se trata de una de las mejores obras que se hayan escrito. No era para menos: si Silva fue un excepcional lírico, tendría que ser igual como narrador. Su profundo contenido filosófico y psicológico me impactó y me afectó hondamente. La obra es un llamado a la reflexión, al cuestionamiento personal, donde surge el eterno dilema entre los sueños o la acción, los ideales o lo pragmático.

De Sobremesa no es una novela convencional. En ella no se encuentran los elementos tradicionales de la novela. Se trata de una especie de diario, de unas memorias, de una autobiografía, de un relato poético, político, psicológico y filosófico. Se podría decir que es simultáneamente novela y diario, historia y ficción, memoria y tratado. Es una obra politextual y heterogénea. La obra es un testimonio valioso del estado espiritual y crítico de su contexto. Al igual que Dolores Jaramillo, considero que “la novela  diario, confesión íntima, o novela  ensayo, se arma con piezas diferentes, textos breves y largos, diálogos, testimonios, confesiones, reflexiones filosóficas, digresiones estéticas, comentarios críticos, conversaciones de experiencias vividas y leídas. La diversidad textual, la fragmentación y la movilidad espacial le otorgan a la novela un carácter moderno y vanguardista” (De Sobremesa y la estética de la lectura).

Independientemente de que ésta sea o no sea una novela, lo importante es que le sirvió a José Asunción Silva como vehículo para expresar sus ideas políticas, filosóficas, psicológicas y arremeter en contra de la sociedad y del contexto de su tiempo y plantear sus puntos de vista sobre la realidad, el amor, la locura, la vida hedonista y disoluta, el matrimonio, la vida y la muerte, el amor ideal… y hasta el sinsentido de la existencia.

Sin duda alguna, Silva debió ser un depurado intelectual, un autodidacto consumado y un insuperable lector. Conocía perfectamente la psicología de su tiempo y sus ojos y su intelecto se deleitaron con la filosofía y la literatura anterior a él. Había entrado en contacto con algunos músicos, pintores, artistas y poetas contemporáneos. Según Dolores Jaramillo, Silva fue un lector en la perspectiva de la modernidad, de una infinita cantidad de temas, de un amplísimo interés intelectual. “Un poeta que se inspira en otros “textos” más que en la “naturaleza” y que busca en la lectura una forma de vida, una actividad estética que se convierte en característica textual fundamental en la modernidad”.

A pesar de que su “narrativa” no es cautivadora, debido a que en la obra no se sigue un hilo coherente, se trata de un extraordinario texto, adornado por la magia embrujadora del lenguaje tropológico y las figuras retóricas, rico en reflexiones filosóficas y, principalmente, en la profunda exploración del alma humana. José Fernández, con sus vivencias, lo inquieta, lo cuestiona y conmueve a uno como lector atento. Se nos presenta el dilema: vivir de manera disoluta o encontrar y cultivar el amor. Silva, a través de José Fernández nos llama a vivir la vida plenamente, para no morir sin haber vivido.

Helena es un ser ideal (creación de José Fernández), adornada con todas las virtudes de la mujer sacralizada por los prerrafaelistas (grupo de pintores, poetas y críticos ingleses del siglo XIX que reaccionaron contra la burguesía victoriana y su arte academicista produciendo obras cargadas de religiosidad y fervor, inspirados en la pintura anterior a Rafael y en el espíritu romántico de la escuela nazarena, pretendiendo restaurar la pureza medieval en el arte cristiano). Es un ser omnisciente, etéreo, imperecedero, atemporal e imaginario. ¿Por qué un hombre disoluto y mujeriego se enamoró de manera tan obsesionada de una mujer que no era más que un ideal? ¿Es tanto el poder de seducción y la atracción de una joven o de la imagen de mujer, supuestamente hermosa, para llevar a un “dandy”, a un “donjuan”, a tan lamentable estado? Su obsesión lo llevó a idealizarla, a sublimarla, a “endiosarla”, a sobredimensionarla, y a perder el horizonte de su “plan”, de su cotidianidad hedonista y disoluto, de su existencia… José Fernández fracasó en sus proyectos, ya que fue incapaz de realizar su programa político y de establecer una relación amorosa trascendental.

Silva, con su personaje José Fernández representa al intelectual decadente que percibe en la sociedad un proceso de descomposición. De Sobremesa examina el esfuerzo del intelectual por sobrepasar su desengaño y por apoderarse de una nueva autoridad en nombre de la literatura que le permita tratar los innumerables asuntos preocupantes del día.

Para muchos críticos literarios, José Fernández y Andrade de Sotomayor podría ser el mismo José Asunción Silva. Es posible que esto sea cierto, pero también podría ser falso. Lo que sí se puede colegir, a juzgar por las breves biografías y reseñas sobre Silva, éste, al igual que José Fernández, era un ser complejo y paradójico, atormentado y agobiado por la carga existencial. Su pesimismo y misantropía se evidencian en su poema El mal del siglo: “Un cansancio de todo, un absoluto / desprecio por lo humano… un incesante / renegar de lo vil de la existencia / digno de mi maestro Schopenhauer, / un malestar profundo que se aumenta / con todas las torturas del análisis”.

Admiro tanto en el autor como en el personaje la actitud crítica, anárquica, nihilista, iconoclasta, anticonvencional, sibarita y hedonista. Silva crea a su personaje (José Fernández y Andrade de Sotomayor) con la visión filosófica de Nietzsche. Fernández parece convencido por las ideas de Nietzsche que rechazan como eternas las estructuras de creencias dominantes. Los dos, fieles discípulos de Nietzsche y de los simbolistas, estaban “más allá del bien y del mal”, con lo cual se rebelaron contra los inflexibles esquemas y paradigmas de la decadente moral victoriana.

Dentro de los temas fundamentales de De Sobremesa destaco los siguientes:

  1. El amor idealizado
  2. La vida hedonista
  3. El ansia de saber y de poder político
  4. La decadencia de la sociedad de finales del siglo XIX
  5. El sinsentido de la vida
  6. El espíritu del superhombre nietzscheano
  7. El dilema entre los sueños o la acción
  8. La lucha del instinto y los raciocinios
  9. El misántropo y el sibarita
  10. El conflicto entre los ideales y el pragmatismo
  11. El erotismo como estética
  12. El adulterio
  13. La ansiedad y la angustia
  14. La obsesión amorosa
  15. El rechazo al romanticismo
  16. La pretensión de lograr afinidad entre la vida y el arte
  17. El “dandy” decadente
  18. La búsqueda obsesiva de Helena, el amor ideal
  19. La hartura de la saciedad de los sentidos y del intelecto
  20. Los problemas relacionados con la modernidad.
 LUIS ANGEL RIOS PEREA

1 comentario:

  1. una pregunta sabes quien era el personaje principal de esa novela???
    me lo podrias describir

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