viernes, 7 de enero de 2011

ESCRITORES SUICIDAS

(Autor: Luís Ángel Ríos Perea)



¿Por qué se suicidan los escritores?,
me interrogo con afán de saberlo,
y buscando ansiosamente conocerlo
indago como los buenos buscadores.
Nada responden mis interlocutores:
también ignoran el fatal misterio;
no saben porqué van así al cementerio
dramaturgos, poetas y novelistas,
ensayistas, periodistas y cuentistas
que ocultan su enigmático criterio.

Sin alardes de grandilocuencia
quiero rendirles merecido homenaje
con diáfano y sencillo lenguaje,
hilvanando versos con paciencia.
Aunque mi poética experiencia
no me permitirá a todos citar
y con mi lírico trabajo sublimar,
algunos autores suicidas nombraré,
su obra y su temática destacaré
en versos que pretendo rimar.

De Demóstenes, el griego,
singular orador ateniense,
sin que mucho lo piense
diré que su palabra era fuego.
Como retórico fue lego
y con sus filípicas regañaba
al tirano que a Grecia domeñaba;
poniendo después fin a su vida,
muy lejos de su patria querida,
cuando exiliado se encontraba.

De Heinrich von Kleist, alemán,
sus alegres comedias
e históricas tragedias
en mi recuerdo quedarán.
Este militar, con gallardo ademán,
se convirtió en romántico literato
para narrar con acrisolado recato
la soledad, la lucha y las pasiones,
que al hombre generan confusiones,
suicidándose en frenético arrebato.



Thomas Novell Beddoes, poeta inglés,
agobiado con la crítica desfavorable,
como si fuera un signo ineluctable,
se rindió ante la embriaguez.
Por la muerte mostró interés,
abriéndose una arteria muy sereno
para luego libar un letal veneno;
diciendo, en su tragedia ingrata,
que “la vida era una lata”,
y así huir de este mundo terreno.

Gérard Labrunie, autor simbolista,
Gérard de Nerval como seudónimo usó
en los fantasiosos relatos que escribió,
influyendo en la estética surrealista.
No se puede perder de vista
que tan insigne escritor francés,
en diáfano lenguaje, una y otra vez,
refleja experiencias y sueños en su obra,
y recordar nunca sobra
que, aunque suicida, vivió con altivez.

Mariano José Larra, lectores,
periodista, escritor, ensayista y lírico,
con profundo pesimismo en su espíritu
se destacó entre geniales escritores.
Desgraciado en asuntos de amores
este español famoso y brillante,
que se enamoró de una pérfida amante,
puso fin a su efímera e ingrata vida,
tras perder con el amor su partida
y fustigar la hipócrita sociedad imperante.

Camilo Castelo Branco, sin mentir,
con entusiasmo les voy a contar
que luego de ser religioso fue seglar
para dedicarse de lleno a escribir.
El novelista portugués, debo insistir,
medio centenar de relatos completó
y en ellos la vida social y familiar retrató;
luego, tras padecer quebrantos de salud,
el suicidio convirtiósele en inquietud
y ciego de este oscuro mundo partió.

El italiano Emilio Salgari, señores,
con formidables novelas de aventuras
llevó la narrativa a fantásticas alturas
e influyó en grandes escritores.
Su pluma, que inspiró a otros autores,
no le proporcionó mayor fortuna,
y esta circunstancia, sin duda alguna,
convirtió su existencia en cruel martirio;
entonces, en harakiri, optó por el suicidio
cuando en el firmamento brillaba su luna.

Manuel Acuña, poeta mexicano,
representante de la estética romántica,
con acción política y actividad periodística
escribió con dócil pluma y crítica mano.
De la poética filosófica, amo y soberano,
fue, sin duda, singular personalidad
al mostrar del materialismo su frialdad;
pero, ¡ay!, tras un fracaso amoroso
desilusionado partió de este mundo azaroso
que lo agobió con su insoportable levedad.

El insigne español Felipe Trigo,
prodigioso literato y periodista,
fue un comprometido feminista,
con gran certeza así lo digo.
De liberar los instintos fue amigo
para combatir la mojigatería
y fustigar prejuicios e hipocresía
que a la mujer española afectaba;
pero harto de la sociedad que repudiaba
se suicidó cuando su éxito resplandecía.

Angel Ganivet, ensayista y narrador,
con su atronadora sátira anticolonialista
y su visceral repudio al mundo capitalista
a las letras españolas dio esplendor.
“A la falta de un proceso vertebrador”
atribuyó la decadencia de su nación,
iniciando en literatura una nueva generación,
para después terminar con su existencia
luego de perder de la vida el fin y la esencia
y comprobar que este mundo no era su estación.

José Asunción Silva, bardo famoso,
a la poesía colombiana encumbró
y con sus musicales versos se consolidó
como un lírico universal grandioso.
Su formidable poética con estilo esplendoroso
evolucionó del romanticismo al modernismo;
pero su fracaso personal y oscuro pesimismo
trastornaron profundamente su razón,
propinándose un disparo en el corazón
para lanzar su vida a insondable abismo.

Leopoldo Lugones, gran argentino,
novelista y poeta modernista,
además de formidable cuentista,
como escritor forjó su destino.
En política también intervino,
y con su pluma voló con gran altura
hasta encumbrar la literatura,
desde donde se precipitó
con el arsénico que bebió
para caer en la fría sepultura.

John Griffith London, veamos,
como Jack London escribió
y su fecunda imaginación nos dejó
fantásticas narraciones que estimamos.
A este estadounidense no olvidamos
porque su obra es puro realismo
donde muestra su nublado pesimismo
causante de su temprana partida
del mundo injusto que le dio la vida
luego de haber militado en el comunismo.

Los surrealistas admiraron las excentricidades
Y los neoromanticos valoraron el ingenio verbal
de Raymound Roussel que, con estilo original,
en novelas en verso dejó ver sus cualidades.
En uno de sus textos, este francés, sin vanidades,
con el significado de las palabras jugando
introduce al lector en un paralelo mundo,
donde reside espléndidamente lo maravilloso;
pero agobiado por la carga del mundo azaroso,
dentro de un hotel italiano, se quitó la vida,
dejando, tras su temprana y abrupta partida,
su formidable obra que lo hizo tan famoso.

La infanda fatalidad fue letal soga
para el insigne periodista y escritor,
un talentoso, genial y prolífico autor,
conocido como Horacio Quiroga.
Esta pluma uruguaya, siempre en boga,
que se inspiró en temas de amor y muerte,
estuvo marcada por la fatídica suerte
que le deparó desagradables sinsabores,
y para aliviar del cáncer sus dolores
ingirió un veneno que lo dejó inerte.

Stefan Zweig, pacifista judío,
condenando el espíritu belicista
fue gran biógrafo y novelista
que escribió con mucho brío.
Con sentimiento de soledad sombrío
partió triste para ignotos siderales
porque en el mundo de los mortales
ningún lugar pacífico encontró,
y así huyó de racistas irracionales.

Ryunosuke Akutagawa, autor japonés,
en la literatura oriental resplandeció
pero su reluciente luz pronto apagó
cuando a la vida perdió todo interés.
Su suicidio para las letras fue un revés
pues su obra, que del feudalismo trató
y la depresión de su época reflejó,
abruptamente para siempre se detuvo;
su fantástica imaginación más no anduvo
pero sus singulares narraciones nos dejó.

Alfonsina Storni, alma convulsa y enamorada,
la lucha por el amor y por la sumisión al varón
expresó, en su poética rebelde, con toda pasión
en impresiones sentimentales de forma elaborada.
Su poesía, resplandor de cromática alborada,
fulguró a pesar de su visión pesimista,
impactando con su lenguaje intimista
en el que se reflejó su cansancio infinito
que motivó adentrarse en el mar despacito
donde ahogóse esta Argentina idealista.

Moderna en su estilo, con lirismo apasionado,
Marina Ivánovna Tsvetáreva, inspirada en su musa,
figura sorprendente fue de la literatura rusa,
y sus versos duros y disonantes nos ha dejado.
Mártir de un sino trágico del mundo se ha marchado,
luego de que su vida azarosa se arrancara,
para evitar que el poder soviético más la hostigara
y a sus hijos, uno preso y otro en la guerra,
no ver sufriendo como ella sufrió en la tierra,
víctima del régimen que en Rusia se entronizara.

El escritor alemán Walter Benjamín,
quien, como filósofo estético y teórico marxista,
reivindicó a los judíos y criticó al régimen nazista,
huyendo del oprobio nazi a su existencia puso fin.
Defendiendo la ideología comunista, cual paladín,
en una de sus obras sostuvo que el auge del fascismo
y la sociedad de masas eran síntomas, en el capitalismo,
de una era degradada en la que el arte sólo, de gratificación,
era una fuente para ser consumida y vehículo de difusión
para concienciar las masas en el comunismo.

Por causas muy debatidas, de una mortal detonación,
Vladimir Vladimiovich Maiakovski, bardo ruso,
a su agitada vida poética y revolucionaria fin puso,
cubriendo con luctuoso manto las letras de su nación.
Como poeta y comediógrafo, vocero fue de la Revolución,
cual portavoz cultural del entronado socialismo
con variedad de técnicas para atraer masas al comunismo,
que iban desde lenguaje llano, a veces un poco vulgar,
hasta nuevas formas poéticas para el régimen propagar
y, con sensaciones y efectos auditivos, satirizar el filisteísmo.

Con refulgente luz propia resplandeció
Fhilip Heseltine, como notable escritor,
pero en su faceta como compositor
en el firmamento musical fue donde más brilló.
Tras padecer trastornos sicológicos se suicidó
dejando lirismo acromático intenso y conmovedor;
en su prolífica obra de contenido innovador
que, como Peter Warlock, creó y compuso,
con genialidad y talento que a ella impuso,
buscando, entre texto y música, un tono armonizador.

Mentalmente enfermo a causa de la letal bebida,
el poeta ruso Sergei Alexándrovich Esein, bardo excelso,
que en la literatura rusa brilló con resplandor intenso,
en una crisis de desesperación puso fin a su vida.
Su poesía, que se destacó por una sinceridad sin medida
y alto grado de emoción, tiene un carácter reformista,
e hizo que a este trovador, disidente de la causa comunista,
honrara con su nombre a la ciudad donde nació,
y, Constantinovo, tras su muerte, Esenio se llamó,
para recodar al vate que cantó cual mágico arpista.

Ernest Miller Wemingway, escritor universal,
con su estilo directo, conciso, realista y sencillo
a la literatura norteamericana dióle intenso brillo
gracias a su maestría narrativa fue sensacional.
En bélicas tierras españolas, como corresponsal,
su pluma periodística en el conflicto esgrimió
y como enfermero en la Gran Guerra participó;
después, tras recibir el Nobel, merecido galardón,
viendo esfumarse su capacidad de creación,
con un disparo en la boca su rutilante estrella apagó.

El japonés Yasunari Kawabata
el Nobel de literatura recibió
por la maestría en que escribió
sin que nadie lo rebata.
El estilo propio de su obra nos ata
porque, huyendo del realismo
fue partidario del impresionismo,
exploró la abrumadora soledad
y aspectos de la humana sexualidad,
antes de eliminarse a sí mismo.

Alexander Alexándrovich Fadéiev, novelista,
que al Partido Comunista se afilió,
luego de una fuerte borrachera se suicidó,
perdiendo un defensor el régimen comunista.
Este autor ruso, de ideología socialista,
que participó en la Guerra Civil Rusa
y una extensa novela dejó inconclusa,
sobre las luchas guerrilleras escribió
y por su obra el Premio Stalin recibió
tras una existencia absurda y confusa.

Nacido en Hungría y en Estados Unidos nacionalizado,
Sándor Grosschmid como Sándor Márai escribió
y viviendo exiliado su prolífica existencia se quitó,
luego que en el firmamento literario hubiera brillado.
Como poeta, narrador y dramaturgo su obra ha dejado
y en ella elaboró el proceso desintegrador, en Hungría,
de la clase media que en la decadencia se hundía;
marcharse después al exilio fue su determinación
porque los soviéticos ocuparon abruptamente su nación
y los ideales del régimen comunista no compartía.

Attila Jozsef a la cima poética con gran mérito se encumbró
y con elementos populares húngaros e influencia surrealista,
como poeta oficial de la clase obrera bajo el régimen comunista
la causa de los trabajadores húngaros poéticamente reivindicó.
Por aciagos conflictos amorosos a la vía de un tren se arrojó
este comunista ontológico, por amor al pueblo y a los pobres,
que con temperamento revolucionario, como pocos hombres,
se desplegó con amplitud y poder de evocación incomparable
en poesía intencionalmente narrativa de estilo insuperable,
inscribiéndose en la lírica como uno de los más prestantes nombres.

Arthur Koestler, literato brillante en la Academia,
nacido en Hungría y en la Gran Bretaña nacionalizado
y como novelista, ensayista y periodista consagrado,
se quitó la vida afectado por el Parkinson y la leucemia.
Decir que renegó del comunismo muy desilusionado, apremia,
porque de las purgas internas y los juicios políticos disintió,
y en varios de sus trabajos literarios así lo evidenció;
además decir quiero, que, según él, la humana autodestrucción
tendría bases fisiológicas de patologías cerebrales en acción,
tal como en su novela “El Espíritu de la Máquina” lo planteó.


La narrativa de Cesare Pavese,
antagónica a los ideales fascistas
fue genial, así a los totalitaristas,
partidarios de la muerte, no interese.
Su iconoclasta obra, tal como aparece,
fue escrita recluido en prisión
y de la crítica seria recibió ovación;
los conflictos de la vida cotidiana
fueron tema de esta pluma italiana
que se mató tras recibir una distinción.

Tsushima Shuji, ¡qué suerte!,
famoso por sus intentos de suicidio,
actitudes letales que no le envidio,
ahogándose encontró la muerte.
Carente de una voluntad fuerte,
Dazai Osamu, como se autodenominó,
ante la vida licenciosa sucumbió;
pero su estilo variado e ingenioso,
según la exigente crítica, fue grandioso,
tal como en sus escritos se evidenció.

Novelista, etnólogo, antropólogo y traductor,
José María Arguedas trazó un camino
para reivindicar al indígena andino
y de su causa convertirse en redentor.
Con acendrado indigenismo, el insigne escritor,
trató de incorporar la cultura aborigen, de buena gana,
a la gran corriente de su literatura peruana,
narrando con lirismo y hondura su mítico mundo,
antes de deambular en la eternidad errabundo
con un disparo que estremeció a la lengua castellana.

Romaní Kacew, novelista y diplomático francés inmortal,
en sus escritos, que como Romaní Gary o Émile Ajar firmó,
magistralmente el humor con la tragedia combinó,
imbuyéndolos de un profundo sentido moral.
Obsesionado por el paso del tiempo, en un instante letal,
se quitó la vida al año de morir su inolvidable amada,
dejándonos la dicotomía reflexivamente planteada
de la concepción idealista de la justicia y la libertad
frente a una comprensión realista de codicia y crueldad,
tal como en “Las Raíces del Cielo” quedó consignada.

Primo Levi, escritor y científico italiano,
la barbarie racista del nazismo denunció
y con dolorosos relatos al mundo conmovió
por su visión particular del horror cotidiano.
Tan ilustre escritor, de los judíos hermano,
elementos químicos como metáforas empleó,
y así diversos tipos de personajes caracterizó;
mas con su incapacidad para el absurdo resistir,
hastiado de la violencia nazi, decidió morir,
suicidándose en la casa donde nació.

Paul Antschel, poeta francés de origen rumano y judío,
su trágica vida entregó a las aguas del río Sena,
luego que de la comunidad judía poetizara su pena,
en el mundo poético dejando un profundo vacío.
En lengua alemana describió el macabro horror sombrío
en los campos de exterminio nazi con poética surrealista
este bardo, conocido como Paul Celan, de espíritu antinazista,
que en su poesía, rica en imágenes bíblicas y con magia interna,
expresó su sentimiento de lo absurdo de la vida moderna
y la dificultad de la comunicación en la sociedad capitalista.

Con la fuerza con la que expresó, lectores,
su afirmación del derecho a una vida propia
fuera de los modelos estereotipados, sin ser copia,
el escritor cubano Calvet Casey tiene seguidores.
Este reconocido literato, como muchos escritores,
fue periodista, novelista, crítico teatral y traductor,
reseñador de libros e infatigable y voraz lector;
pero su tragedia de vivir en un contexto determinado,
donde hasta el devenir sexual estaba estereotipado,
condújole al suicidio con un somnífero aletargador.

Kimitake Hiraoka, autor rutilante,
quien como Yukio Mishima conocimos
y con su suicidio ritual nos conmovimos
en sus novelas fue un narrador brillante.
Su fecunda inspiración exuberante
permitióle criticar con vehemencia
del Japón nativo su actual decadencia,
y palpar la división entre valores tradicionales
y esterilidad espiritual de los japoneses actuales
tal como lo captaba desde su experiencia.

Anne Sexton, con su psiquis trastornada,
obsesión recurrente por el suicidio tuvo
y ante este letal deseo no se detuvo,
envenenándose en su temprana alborada.
Esta poetiza rusa encantadora
con crítica y extrema sensibilidad y estilo serio,
a través de temas como incesto y adulterio
rechazó la aceptación resignada de normas
que a la vida daban alienadoras formas
y la condicionaban según impuesto criterio.


La falta de editor para su escasa obra
a John Kennedy Toole al suicidio precipitó
pues ninguna editorial puertas le abrió,
recordarlo ahora no está de sobra.
Su fama en el mar del olvido no zozobra
porque este estadounidense, con estilo mordaz,
satirizar la sociedad y los valores fue capaz;
y su rebelión violenta con la era moderna
permitirá a su narrativa gloria eterna
mientras su sátiro espíritu descansa en paz.

Ricardo Arenas, excelente novelista,
perseguido como crítico intelectual
y repudiado por ser homosexual,
también fue cuentista y ensayista.
Por su compromiso como activista
el sistema político con saña lo persiguió,
y de su entrañable Cuba natal se alejó
para, distante de su patria, exiliarse
y después, muy enfermo, suicidarse,
pues la Revolución Cubana lo defraudó.

El colombiano Andrés Caicedo
puso fin a su efímera existencia,
cuando se apagaba su adolescencia,
por razones que entender no puedo.
Exaltar su formidable obra debo,
ya que con breve y singular narrativa
al lector mantuvo en expectativa
a través de sus vívidos relatos:
la loca juventud en sus arrebatos,
afectada por una vida sin alternativa.

Huyéndole a la amargura de la fatalidad,
la poetisa María Mercedes Carranza,
que de un futuro mejor perdió la esperanza,
tempranamente se marchó para ignota eternidad.
La alquimia de sus versos, con especial diafanidad,
dióle exquisitez a la poesía de esta colombiana,
tal como se refleja en su poema “Kavafiana”;
armonizando poéticamente erotismo y sarcasmo
su inspiración creadora trovó con entusiasmo
para orgullo de la literatura latinoamericana.

Con mi trabajo terminado,
sobre suicidas escritores,
espero agradar a los lectores
con los versos que he labrado.
Seguro de no haber profanado
la memoria de tan insignes literatos,
que nos brindaron momentos gratos,
mis precoces versos termino
luego de conocer el fatal destino
de quienes murieron en trágicos arrebatos.

2010

1 comentario:

  1. excelente trabajo...
    Me hace reflexionar porque tan buenos talentos se dejaron llevar por el razonamiento y quitaron lo más preciado que es la vida del ser humano?

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