lunes, 22 de agosto de 2011

EL CERRO DE LOS ABISMOS



-¡Buenos días, señor!
-Buenos días.
-¿Dónde queda el Cerro de los Abismos?
-¿El Cerro de los Abismos? ¿Para qué quiere saberlo?
-Deseo ir a ese lugar.
-¿En realidad desea ir al Cerro de los Abismos?
-¡Sí! ¡Para allá voy!
-Si ese es su deseo, sígueme que yo vivo cerca al Cerro de los Abismos. ¡Pero vamos rápido!
-¿Rápido? La gente tiene prisa por llegar; no sabe adónde, pero cuanto antes…
¿Qué dice?
-Que vayamos rápido, entonces.
-¡Sígueme! Por acá va el camino.
-A mí me llaman Juvenal. ¿A usted como lo llaman, amigo?
-Mi nombre es Lorenzo.
-¿Está muy lejos el Cerro de los Abismos?
-El cerro que vemos, allá a lo lejos, es el Cerro de los Abismos. ¿A qué va a ese lugar?
-A tomar fotografías y a contemplar el horizonte, que, según dicen, se mira desde la cima.
-Dicen que la sensación de libertad que se experimenta no se puede explicar con palabras…
-La “sensación” y las desgracias que allí ocurren misteriosamente.
-¿Desgracias? ¿Qué desgracias?
¿Acaso no lo sabe?
-No.
-En el profundo abismo, que hay detrás del cerro, cada año encuentran una persona muerta. Por cada muerto también encuentran una cruz sobre el cerro. Es curioso, pero en cada cruz aparece un número, empezando por el uno. Hay once cruces.
¿Quién clava las cruces con los números?
-No se sabe. Lo cierto es que no lo hacen los familiares de los muertos.
-¿Y esa cruz que veo allí a la orilla del camino?
-Esa sí la clavaron los familiares de una persona que encontraron asesinada.
-¿Asesinada?
-¡Sí! ¡Asesinada y sin corazón! Le habían sacado el corazón. El asesino, posiblemente, se lo llevó, pues no lo encontraron.
-¡Qué crimen tan macabro!
-Y extraño…
-¿Usted es feliz?
-¿Feliz? No lo sé.
-¿Falta mucho para llegar al Cerro de los Abismos?
-Sí.
-¿Usted ha ido al Cerro de los Abismos?
-¡Dios me libre! No quiero correr riesgos ni peligros.
-Dicen que uno debe vivir la vida en el peligro, en el riesgo, en la aventura…
-Yo no quiero vivir la vida así. Como vivo, estoy tranquilo.
-¿Sin riesgo, sin peligro y sin aventura, se vive “tranquilo”?
-¡Claro que sí! ¿A qué voy a ir a ese cerro donde han ocurrido otros hechos extraños y misteriosos?
-¿Hechos extraños y misteriosos? ¿Cuáles?
-A uno hombre le sacaron los ojos y a otro le cortaron la mano derecha.
-¡Qué horror! ¡Cómo es  posible tanta crueldad! ¡Cuánta gente malvada anda por el mundo haciendo daño! Pareciere que el ser humano es perverso por naturaleza.
-No sé de esas cosas.
-¿Qué han hecho las autoridades para investigar y esclarecer esos crímenes?
-Han hecho mucho, pero no han podido esclarecer los hechos. Todo esto es un misterio. Los investigadores y nosotros estamos desconcertados.
-¿Desconcertados?
-¡Así es! Ellos y nosotros estamos desconcertados.
-Pero debe haber una explicación. Tarde o temprano habrá una explicación. Todo hecho tiene una explicación.
-Ojalá haya una explicación.
-¿Usted es libre?
-¿Libre? No sé.
-¿Ya casi llegamos al cerro?
-Ya casi. Dentro de pocos minutos llego a mi casa, y allí me quedo. ¿Aún sigue con el deseo de visitar el Cerro de los Abismos?
-¡Claro que sí! ¡Para allá voy, y allá llegaré!
-Allá usted con sus deseos.
-¿Su vida tiene sentido?
-¿Mi vida tiene sentido? No sé.
-¿Quién será el responsable de esos crímenes?
-Se dice que debe ser alguien con mente criminal… Por el mundo van personas con doble personalidad: aparentan ser una persona, pero en realidad son otra diferente. Dicen que vivimos en un mundo de apariencias…
-¿Un mundo de apariencias? ¿Cómo así?
-Cuando era niño un señor que leía mucho decía que un tal Platón afirmaba que existe un mundo real y un mundo aparente… La verdad es que nunca entendí eso, porque, según él, eran cuestiones filosóficas difíciles de comprender.
-Sí, la filosofía es para pensadores.
-Además decía que en esos mundos las cosas no son lo que parecen ni parecen lo que son… ¡Ah, hasta aquí lo acompaño! Allí está mi casa. Que le vaya bien.
-¿Falta mucho para llegar al cerro?
-Falta poco.
-¿Por qué no me acompaña hasta el cerro?
-¿Qué lo acompañe? ¡Eso no es posible!
-¿Por qué no? ¿Acaso tiene miedo?
¿Y quién no lo tiene?
-Ese es el gran problema de la gente: el miedo, la cobardía. “Todo está en nuestras manos, y por cobardía dejamos que todo se nos escape; sólo por cobardía”, decía un escritor.
-Es posible que por cobardía se nos escape todo, pero el miedo o la cobardía a veces es prudencia.
-Pero usted no es ningún cobarde.
-No sé.
¿Desea saberlo?
-Sí.
-¡Entonces, inténtelo! ¡Acompáñame!
-En contra de mis deseos, lo acompaño.
-Así me gustan los hombres: ¡valientes!
-Sigamos, entonces.
-¡Sigamos!
-¿Nuestro mundo será un mundo mecanicista y determinista o un mundo cuántico e indeterminado?
-¿Mecanicista y determinista? ¿Cuántico e indeterminado? Usted si pregunta y dice cosas raras, como de loco. No sé. No pregunte más.
-¡Vivir no es sólo estar en el mundo!
-No entiendo…
-Lo entenderá…
-Como le venía contando, esos crímenes han llenado de temor a las gentes de esta región.
-El miedo, el temor o la cobardía son los enemigos del ser humano, le repito.
-Dicen que el miedo es lo único que está bien repartido en este mundo injusto, donde todo está injustamente repartido.
-Pero no debería ser así.
-Una de las causas del miedo es porque hay muchos locos sueltos en este mundo.
-Sí, el mundo está lleno de locos.
-¿Será que todos estamos locos?
-A los que son y piensan diferente se les dice que están locos.
-Dicen que la vida es un misterio incomprensible.
-Abandona su vida si quieres vivir…
-Ya llegamos.
-¡Entonces a contemplar los abismos!
-Contémplelos usted, porque yo no quiero hacerlo.
-¡Acérquese! ¡No tenga miedo! Este paisaje es demasiado hermoso. Se siente una sensación indescriptible de libertad. ¿Quiere sentirla?
-¡No!
-¡Inténtalo! ¡Es maravilloso! ¡Ven! ¡Acérquese! ¿Quiere ser libre? ¿Quiere liberarse de los convencionalismos sociales, de las tradiciones, de las costumbres, de los esquemas, de las creencias, de los marcos referenciales, de las rutinas, de los determinismos y demás condicionamientos culturales que no dejan vivir en libertad? Es hora de que se liberes de las ataduras que le impiden vivir plenamente.
-¡Claro que sí! ¡Quiero liberarme!
-¡Entonces, ven acá!
-Es verdad, se siente una encantadora sensación de libertad.
-Con este empujoncito hacia el abismo serás libre para siempre.
-¿Qué dices? ¡No lo hagas! ¡No me empuje al abismo! ¡No lo hagas, malvado criminal! ¡No lo hagaaaaassss...!
-Ahora sí, en el fondo del abismo, alcanzarás la anhelada y esquiva libertad que ya han alcanzado antes once personas más… Al fin y al cabo ya estabas muerto en vida… Nuestra civilización ha construido una cultura artificial, llena de absurdos condicionamientos, y en ella muchos se encuentran prisioneros… Seguiré concediendo la libertad a otras personas… Sólo me resta clavar la cruz número doce… Tres hombres se enamoraron de mi novia; uno no pudo seguirla amando porque se quedó sin corazón, otro no pudo verla más porque se quedó sin ojos y otro no pudo escribirle más cartas porque se quedó sin su mano derecha…

FIN

LUIS ANGEL RIOS PEREA
Luvina1111@yahoo.com










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