A sus 75 años, rebosante aún de bríos
juveniles, se mantiene incólume La Escuela Normal Superior de Charalá, antaño “Escuela Normal de Señoritas”, ya que
esta institución educativa surgió en nuestro país con el ánimo de formar maestras
idóneas para los niveles de primaria y promover un saber sobre la enseñanza.
Casi un siglo después de fundada en Colombia, bajo la dirección de las Hermanas
Dominicas de la Presentación, con el lema “Piedad,
Sencillez y Trabajo”, nace a la vida académica en Charalá nuestro
prestigioso ente pedagógico.
Hogaño, en sus rutilantes bodas de diamante,
celebradas con jubilosa algazara, la comunidad charaleña cuenta con un claustro
académico de acrisolada reputación, que ha permitido la formación no sólo de
eximios docentes sino de educadores, por cuanto los padres y las madres, otrora
estudiantes de la Normal, hoy somos educadores de nuestros hijos.
Mientras que la imponente estructura del
afamado y apetecido centro de enseñanza, próximo a su primer siglo de
existencia, con invisibles ojos eruditos, silencioso ha presenciado el dinámico
y ajetreado transcurso de la cotidianidad de los residentes en torno del parque
y de los ocasionales visitantes de éste, en su interior han recibido la más
excelsa formación hombres y mujeres (especialmente mujeres), quienes, ávidos de
saber, desde el momento de su fundación, con ímpetus juveniles y rebosantes de
entusiasmo, han asistido en procura de alimentar el intelecto. En medio de las
amenas clases de matemáticas, español, química, etcétera, han germinado sueños,
metas, quimeras, utopías, ilusiones, fantasías y proyectos, algunos alegremente
cumplidos y otros tristemente frustrados; así mismo, a partir del ocaso del
siglo XX, cuando ingresaron los muchachos, en secreto y con ardorosos ímpetus
juveniles, surgen amores furtivos, muchos de ellos con un final feliz.
Gracias a los principios pedagógicos
del amor y del respeto, de la corrección, de la gravedad y el equilibrio, de la
igualdad, de la interioridad, de la firmeza, de la ternura, de la tolerancia y
de la vigilancia, que han dado un sentido de compromiso educativo con la
congregación, la Iglesia y la sociedad, sabiamente planteados por su fundadora
Marie Poussepin, los egresados de la institución en nuestra población son
personas que han triunfado personal y profesionalmente, a pesar de las
dificultades económicas y de los condicionamientos culturales que programan y
domestican a las personas que carecen de espíritu crítico.
En sus apacibles y confortables aulas los
docentes han vertido sus conocimientos a diversas generaciones de estudiantes
de Charalá y otras poblaciones aledañas. ¡Cuántos espíritus sedientos de saber
han abrevado en ese inagotable hontanar de sabiduría! ¡Cuántos seres –algunos
que ya, inexorablemente, rindieron cuentas al Creador- han crecido física,
emocional, intelectual y espiritualmente dentro de ese portentoso recinto! ¡Cuántas
mujeres han construido un auténtico proyecto de vida en la docencia;
convirtiendo su quehacer en un gratificante apostolado, que ha permitido la
reivindicación de la dignidad femenina, impunemente hollada con el oprobioso
machismo tan arraigado e inveterado en la cultura latinoamericana!
Además del selecto e idóneo grupo de docentes
que la Escuela Normal Superior ha formado, en el transcurso de sus 75 años también
ha preparado estudiantes con sólidas bases académicas, éticas y religiosas, que
les han permitido su autorrealización en otras profesiones diferentes a la
docente, e igualmente dignas a ésta, gracias a que alcanzaron con éxito,
durante su vida académica, el logro de su identidad, sabiendo claramente
quiénes son, dónde están y para dónde van.
Sea esta una ocasión propicia para efectuar
un merecido reconocimiento a los docentes que laboran actualmente en la Escuela
Normal de Charalá, a los que laboraron anteriormente y a los que se han formado
en ella y que prestan sus servicios en otras instituciones educativas dentro y
fuera del departamento de Santander. Sin duda alguna, su comprometida labor
como maestros eficientes ha posibilitado y posibilitará la formación de
personas proactivas, auténticas, críticas, contestatarias, íntegras, autónomas,
libertarias y entusiastas para la construcción de una experiencia de vida
profundamente satisfactoria, encaminada a la búsqueda de la felicidad, el fin
supremo de la existencia humana.
LUIS ANGEL
RIOS PEREA
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