lunes, 14 de febrero de 2011

TRAGEDIAS PASIONALES, CONDUCTAS DE "BORREGOS"



La “vox populi” dice que nuestra sociedad “está en crisis”, “está enferma”, “ha perdido sus valores”, se “ha alejado de Dios”… Es posible que en la “voz del pueblo” haya cierto fundamento que coincida con la realidad. Pero uno de los principales problemas de nuestra sociedad es la mentalidad del “rebaño”; es decir, la falta de espíritu crítico (“crítico”, no criticón; “crítico” significa investigativo, estudioso, reflexivo, analítico, pensante, actuante, comprometido, inconformista, contestatario, irreverente, desmitificador, anticonvencional, controversial, disidente, iconoclasta…) de las personas, e incapacidad de pensar por nosotros mismos.

En esa actitud del “rebaño” es donde a los “borregos” les parece “normal” violentar o asesinar a sus parejas por la supuesta “infidelidad”. ¿Cuál “infidelidad” si los seres humanos adultos somos dueños de la toma de nuestras decisiones y del disfrute responsable, libre y autónomo de nuestra genitalidad y de nuestra afectividad, sin tener que “rendirle cuentas” absolutamente a nadie”? ¡Qué “infidelidad” ni qué cuentos chinos! La “fidelidad” debe ser con uno mismo, con el disfrute de su vida y con la búsqueda constante de la felicidad, que es el fin supremo de cada persona. Violentar a nuestra pareja como “retaliación” por la llamada “infidelidad” es atentar contra la dignidad humana, que es la base y fundamento de la persona misma, de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y de nuestro “Estado social de derecho”. Dignidad quiere decir respetar a las personas, reconociéndolas siempre como fines y nunca como medios. Respetar la dignidad humana implica reconocer el carácter inviolable de una persona como sujeto moral y racional, destinado a la libertad. ¿Será que un “borrego” es capaz de entender esto tan profundo?

La mentalidad del “rebaño” impide reconocer al novio, novia, amante, esposa o esposo como un ser libre y autónomo, que no es propiedad de nadie ni mucho menos una cosa que le pertenece y que tiene que someterse al imperio y al vaivén de sus patologías y desajustes mentales. Dentro de la lógica enfermiza del “rebaño” son “normales” los celos, la posesividad, la violencia y la cosificación e instrumentalización de la persona con quien se comparte una relación afectiva o de convivencia íntima. El “borrego” se adueña de su pareja, y como tal, equívocamente, cree que le pertenece, y por ello disponer a su antojo de ésta. ¡Despierten “borregos”: su pareja no les pertenece!

¿Cómo es posible que un “borrego” asesine a su pareja dizque porque la encontró “siéndole infiel”, es decir, consumando el acto más sublime y grandioso del ser humano: el disfrute de su genitalidad y de su afectividad? De la mentalidad del “rebaño” no pueden surgir ideales grandes de respeto por la dignidad humana. Si la Declaración Universal de los Derechos Humanos precisa que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en DIGNIDAD y derechos”, ¿con qué derecho un “borrego” se arroga la potestad de asesinar a otra persona por haberla descubierto “siéndole infiel”? Inexorablemente, un “borrego”, que es capaz de un asesinato tan execrable, es una persona enferma y representa un peligro inminente para la sociedad. Es tal su degradante condición de “borrego” que, por “cobrar” la supuesta “infidelidad”,  termina perdiendo uno de sus más grandes valores y un derecho fundamental: ¡la libertad!

La misma “justicia” que debería ser “justa” se encarga de favorecer a este tipo de “borregos” asesinos con la “enfermiza” figura jurídica de la “ira e intenso dolor” (Artículo 57 Código Penal Colombiano), y amparado en ésta reciben una rebaja sustancial de la pena a imponer por su “crimen  pasional”. ¿Qué “ira e intenso dolor” puede causar una persona que disfruta de lo único que le pertenece en realidad: el libre ejercicio de su genitalidad y de su afectividad? Toda esta “alienación” en que viven los “borregos” obedece a la programación cultural que los incapacita para entender que las personas no son cosas u objetos que nos pertenezcan, y por ese motivo tengan que darnos cuenta de lo que hacen con su cuerpo, sus emociones y su afectividad. ¡Despierten “borregos” porque contaminan a la sociedad con  su mentalidad del “rebaño”! Y cuándo el “infiel” es el mismo “borrego” asesino, ¿qué? ¿Qué lo asesinen por “infiel”? En la dialéctica enfermiza del “borrego” es “normal” ser “infiel”, pero que no le sean “infiel”. ¿Se comprende ahora por qué el “borrego” no es un ser mentalmente sano o “normal”?

Parte de la responsabilidad de la mentalidad del “rebaño”, de la persona “borrega”, la tienen la alienación mercantilista y consumista de los medios de información (uno de los aparatos ideológicos de Estado), de la seudomoral religiosa, la educación domesticadora…


LUIS ANGEL RIOS PEREA
Colombia, 14 de febrero de 2011

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