martes, 15 de febrero de 2011

EL “MACHISMO”, ¿UN OPROBIO PARA LA DIGNIDAD DE LA MUJER?





Caracol televisión acaba de emitir un programa sobre el regreso de dos secuestrados a la libertad, dentro del seriado “Confidencial”. El dramatizado cuenta la supuesta “historia verdadera” de una senadora y un militar liberados por las FARC y lo que ocurre alrededor de sus parejas. El militar, que según la “historia”, tuvo un vínculo genital y, posiblemente, afectivo con su compañera de cautiverio, permaneció en poder de la subversión durante doce años.

La esposa del militar, que como cualquier mujer tiene necesidades de genitalidad, afectividad, reconocimiento, comunicación, amor y otras más, luego de once años de ausencia de su esposo estableció un vínculo alternativo en búsqueda de la satisfacción de  esas necesidades con un amigo del militar, quien le brindó todo tipo de apoyo a ésta y a sus dos hijos durante la ausencia de su esposo. Una decisión perfectamente respetable, porque es dueña del disfrute libre y autónomo de su deseo de genitalidad y de su necesidad de afectividad.

Las personas del “rebaño”, es decir, quienes carecen de espíritu crítico y no piensan por sí mismas, censuraron y condenaron -¿con qué derecho?- la respetable decisión de esa abnegada y sufrida madre y esposa. Una mujer que renuncia a su sagrado e inviolable derecho de disfrutar de su intimidad y de su mundo afectivo durante once años y medio debe cuestionarse… Le secuestraron a su esposo, pero no su proyecto de vida ni su legítimo derecho a la búsqueda de la felicidad, el fin supremo de la existencia. ¿Qué culpa tiene ella de ser esposa de una persona que fue secuestrada?

Esta mujer, que se privó de vivir intensamente durante casi doce años, recibió como “premio” a ese renunciamiento la censura social y la oprobiosa condena de su esposo, quien, ofendido, fue incapaz de “perdonarle” la supuesta “infidelidad”. ¿Cuál “infidelidad”? ¡La fidelidad es con uno mismo! Ella simplemente realizó, de manera autónoma, la práctica del libre ejercicio de su genitalidad. ¿O es que existe una ley natural o positiva que exija que una mujer deba solicitar “permiso” para tomar decisiones sobre el disfrute de su cuerpo y de su afectividad?

La decisión del militar es una típica reacción machista. -“Mi esposa me pertenece y, como tal, debe serme fiel”. Y si él exige “fidelidad”, ¿entonces por qué estableció un vínculo alternativo durante el cautiverio con su compañera de secuestro? ¿Es que las mujeres tienen menos derechos que los hombres? ¿O es que la “fidelidad” es un deber sólo para las mujeres?

Si somos capaces de realizar una interpretación profunda a través de un ejercicio hermenéutico, semiológico, psicológico y sociológico del lenguaje, los símbolos, las conductas individuales y colectivas implícitas en el dramatizado, entonces podremos comprender que, en el fondo, lo que subyace es la perpetuación del “machismo” y la estigmatización de la mujer, un ser demasiado grande para ser pequeño. El mensaje, aunque tácito, es evidente: la mujer no tiene los mismos derechos que los hombres y no puede disponer de su cuerpo, de su afectividad ni de la toma de sus propias decisiones; el hombre puede hacer lo que quiera con su cuerpo y sus afectos, pero la mujer no.

“Machismo”, seudomoralidad, prejuicios, estigmatización y programación cultural imponen a la mujer reprimir sus deseos y sus instintos, huir del placer y buscar el dolor, permanecer atada a absurdos convencionalismos, así su proyecto de vida y su búsqueda de la felicidad se trunquen; eso no importa, lo que importa es que las decisiones que tome la mujer no “hieran el honor” del hombre. Reprimir y reprimir los instintos y las pasiones puede ocasionar una neurosis… ¡Qué paradójico!: por naturaleza somos seres poligámicos condicionados por una cultura monogámica… Por eso no hay que buscar quietud en las cosas inquietas… ¿Hasta cuándo las mujeres van a seguir permitiendo este tipo de vejámenes? Si una mujer es vejada y violentada, es porque ella misma lo permite con su actitud pasiva, permisiva y conformista. ¡Despierten mujeres! No permitan más atropellos a su dignidad humana. Mujeres, si saben dónde están, ¿se van a quedar ahí?


LUIS ANGEL RIOS PEREA
Filósofo
15 de febrero de 2011

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