jueves, 2 de junio de 2011

LA HISTORIA DE LA INDEPENDENCIA COLOMBIANA, ¿ES COMO NOS LA CONTARON EN LA ESCUELA?


Como la educación que se imparte en nuestro país, es una educación para la “domesticación”, para sujetar al sujeto, se “enseña” sin filosofía y sin articulación crítica con los demás saberes. En el caso de la llamada “historia patria”, que no es otra cosa que “leyenda patria”, se “ensalzan” y se “enaltecen” a determinados héroes y heroínas como adalides absolutos de nuestra “independencia”. No se puede desconocer que su aporte fue valioso en el plano revolucionario, ideológico y militar. Pero pretender hacernos “creer” que sin ellos no nos hubiéramos “liberado” tan fácilmente del dominio español, es un asunto que hay que replantear. La derecha ensalza sus héroes y la izquierda llora sus mártires.

Los verdaderos adalides, paladines, héroes, heroínas y próceres de nuestra “independencia” fueron  las ideas de la Ilustración, alimentadas con el pensamiento filosófico, con el filosofar, de Descartes, Locke, Voltaire, Diderot, D’Alembert, Rousseau, Kant y otros más. La enciclopedia la Historia de Colombia señala que “no es difícil que en un país como el nuestro se haya escogido una pelea a puñetazos y pescozones como el momento clave de nuestra libertad”[1]. La filósofa e historiadora Diana Uribe Forero nos dice que lo que llamamos modernidad, América e independencia es el resultado del pensamiento. “Todo lo que va a sacudir el mundo, lo que va a formar la modernidad, lo que va formar el nacimiento de todos estos países tiene su origen en algo que llamamos la modernidad, y eso es un grupo de filósofos… Las ideas son las fuerzas más poderosas que inventa el ser humano; las ideas viajan en el tiempo, entran en los corazones, transforman los pensamientos, inflaman las pasiones, generan utopías, hacen que las personas se entreguen por completo a una causa; detrás de una causa hay una idea. Por eso las ideas de la Ilustración son el laboratorio que va sacudir a Europa y que va a producir el nacimiento de nuestro continente… ¡Cómo serán de poderosas, cómo serán de fuertes, que logran atravesar océanos, cordilleras, continentes, civilizaciones y tiempos! Una de las fuerzas más grandes que tiene la historia es la fuerza de las ideas… Esas ideas se van a concretar en revoluciones”[2]. Las verdaderas revoluciones, en concepto del filósofo José María Samper, son de ideas.

Un manual didáctico  aclara que “los intelectuales, representantes de la aristocracia criolla, recibieron el influjo del liberalismo inglés y del iluminismo francés: Locke, Mostesquieu, Rousseau, Voltaire”[3]. El filósofo Sergio Arboleda pensaba que para que las revoluciones fueran hechos auténticos y consecuentes tenían que estar fomentadas por las ideas. En su Historia del mundo, Uribe Forero dice que “la independencia que van a tener las colonias americanas será hija de la Ilustración”, y agrega que “Serán las ideas de la Ilustración, a través de Francisco de Miranda, las que animarán e instigarán los procesos de independencia de América Latina”. Los movimientos libertarios estuvieron animados por las ideas de la Ilustración.  El poeta José María Vargas Vila, testigo de la época (un intelectual iconoclasta, mordaz e irreverente), dice en Los divinos y los humanos que el espíritu libertario no vino como el del “creador” en las narraciones fabulescas de la Biblia sino en “alas de la filosofía”. Nariño, Torres, Bolívar y Santander emanciparon las multitudes, los filósofos intentaron emancipar las conciencias. La referida Historia de Colombia aclara que “a pesar de todos los esfuerzos del gobierno español por impedir que las ideas de libertad proclamadas por los intelectuales ingleses y franceses prendieran en América, la revolución francesa y los derechos del hombre incentivaron en las colonias el deseo de sacudirse el yugo de las potencias europeas”, razón por la que, en “el equipaje de los pensadores y hombres de ciencia forjados en Europa, que se acercaban a Nuevo Mundo, traían uno que otro libro que al juntarse fueron abriendo los apetitos intelectuales de los que más adelante serían padres de la Independencia”. No obstante la intención de la corona española de impedir por todos los medios la propagación de las ideas de la Ilustración, pensadores españoles como Benito Feijoo, Gaspar Melchor de Jovellanos, Pedro Rodríguez de Campomares y el conde Aranda incendiaron la mentalidad ilustrada “por medio de escritos en los cuales se daban a conocer los progresos de las ciencias y el adelanto técnico en otros países”[4].

La misma dinámica oprobiosa de la conquista y la colonización impuesta a la fuerza por España, reflejada a través de la violencia, el saqueo y la domesticación religiosa, dieron origen a la inconformidad que incubaron los procesos de independencia y emancipación. José María Samper reconoce que la lógica de la conquista y posterior colonización dinamizó la lógica de la independencia americana. Fue así que España al desarrollar injustamente la conquista y la colonia preparó, sin proponérselo, la revolución. “Sin quererlo, España dio a luz uno de los fenómenos más extraordinarios de la historia política moderna: la revolución americana”[5].

Los “independizados”, los “emancipados”, siempre se han preguntado y nos hemos preguntado: ¿Cuál “Independencia?  Y ¿La “Independencia” para qué?

Hablar de “independencia” y de “mancipación” es decirnos mentiras. Somos una prolongación de la subjetividad, no sólo española, sino europea. Como colombianos, tenemos un cuerpo cuya cabeza está en Europa. La subjetividad europea nos sujeta. ¿Acaso la “democracia”, la política, la filosofía, la religión, la ciencia, el capitalismo y los demás saberes no proceden de Europa? Por no pensar críticamente, por falta de espíritu crítico, de criticidad, nos “echamos” mentiras a nosotros mismos, y lo más grave es que nos las creemos. Sí, es cierto, España, y en general Europa, retiró sus ejércitos y sus autoridades y cesó la dominación militar y política, pero el colonialismo continuó de otra manera: a través de la mercancía. El capitalismo europeo, con toda su rebatiña económica, prosiguió con su dominación colonialista. Si bien es cierto que también nos somete el capitalismo norteamericano, éste es hijo del capitalismo del viejo continente. España y Europa en general, con la enorme influencia de los Estados Unidos, nos tienen colonizados con las leyes del mercado, con la lógica del mercado. ¿Cuál fin de colonialismo? ¿Cuál emancipación? ¿Cuál independencia? ¡Falacias, puras falacias! Colombia, como país “tercermundista”, aún se encuentra bajo las tácticas colonialistas de Europa. El tercer mundo “ya se sabe que no es homogéneo y que todavía se encuentran dentro de ese mundo pueblos sometidos, otros que han adquirido una falsa independencia, algunos que luchan por conquistar su soberanía y otros más, por último, que aunque han ganado la libertad plena viven bajo la amenaza de una agresión imperialista”[6].

¡No nos digamos más mentiras! Seguimos siendo colonia española y, por ende, europea. En pensamiento, en ideas políticas, en ciencia, en religión, en idioma, en costumbres, en tradiciones, en convencionalismos, en rituales, en ceremoniales y en filosofía seguimos dependiendo de Europa. No tenemos identidad nacional. El hecho de que los europeos, maquiavélicos y pragmáticos, hayan permitido a Colombia y a los demás países latinoamericanos tener su propia bandera, su propio himno nacional, su propia moneda y otros sucedáneos para ensalzar nuestra supuesta “independencia”, ni implica que no sigamos siendo objeto de colonización europea. ¿Será posible emanciparnos del colonialismo cultural europeo?

La filosofía, por ejemplo, cuyas ideas han movido, mueven y moverán al mundo, nos tiene “colonizados” hasta la médula, así, quienes carecen de espíritu crítico, no se den cuenta. Aristóteles, considerado por el consenso intelectual como el filósofo más genial de Occidente, nos condicionó con su extraordinario e influyente sistema de pensamiento. La lógica con que pensamos y razonamos a cada instante es aristotélica. “Es notable el hecho de que esta compleja ciencia de la estructura interna del pensamiento fue descubierta y expuesta casi en su totalidad por Aristóteles, sin que toda la humanidad posterior haya podido añadir otra cosa que leves detalles o aspectos. Toda la minuciosa doctrina de las formas generales del pensamiento (concepto, juicio y raciocinio) con sus clasificaciones, leyes y combinaciones, y toda la teoría de las formas particulares del pensamiento científico (definición, división, método), aparecen en el Organon aristotélico casi en la forma en que son estudiadas hoy mismo”[7]. Las bases de la ciencia biológica son aristotélicas. La estructura gramatical del idioma castellano (con el que nos comunicamos, también procedente de España) es producto de la genialidad aristotélica. Los tres poderes públicos de nuestra “democracia” son aristotélicos. Inclusive (sin que Aristóteles se lo hubiera propuesto) el fundamento de la doctrina católica, establecida por Santo Tomás de Aquino (otro filósofo que bebió de las fuentes del pensamiento de este singular filósofo griego), también es aristotélico. Ni qué decir del pensamiento platónico, fundamentador (también sin que Platón se lo propusiera) de la doctrina de la religión que nos impuso, a sangre y fuego, España: el catolicismo. “Todos los hombres nacen aristotélicos o platónicos”, sentenció el poeta Samuel Taylor Coleridge. Para los aristotélicos las ideas son meras generalizaciones de observaciones puntuales… Los platónicos consideran que las ideas tienen entidad real; que lo fundamental son los universales, los conceptos abstractos. Sobre cualquiera de estas dos inveteradas y arraigadas tendencias filosóficas, el hombre de Occidente organiza su cosmovisión de su mundo y el mundo que lo rodea. El realista aristotélico ve un mundo de realidades. El idealista platónico ve un mundo de ideas. Algunos ven los dos mundos a la vez.

¿Entonces seguir afirmando que “logramos la independencia de España”? Mientras no prescindamos del pensamiento y de las instituciones europeas, seguiremos siendo colonia de Europa y dependiendo de ésta. No hemos escuchado las palabras de Sartre, cuando en el prólogo a los condenados de la tierra, nos invitaba a abandonar “a esa Europa que no deja de hablar del hombre al mismo tiempo que lo asesina por dondequiera que lo encuentra, en todas las esquinas de sus propias calles, en todos los rincones del mundo”[8]. El mismo intelectual, precisamente un europeo, reconoce la voracidad colonialista de Europa. “Ustedes saben bien que somos explotadores. Saben que nos apoderamos del oro y los metales y el petróleo de los "continentes nuevos" para traerlos a las viejas metrópolis. No sin excelentes resultados: palacios, catedrales, capitales industriales; y cuando amenazaba la crisis, ahí estaban los mercados coloniales para amortiguarla o desviarla. Europa, cargada de riquezas, otorgó de jure la humanidad a todos sus habitantes: un hombre, entre nosotros, quiere decir un cómplice puesto que todos nos hemos beneficiado con la explotación colonial… el europeo no ha podido hacerse hombre sino fabricando esclavos y monstruos”[9]. ¿Emancipados, libres e independientes? ¡Ese cuento sólo lo acepta sin ponerlo en cuestionamiento el rebaño! Los filósofos no, porque éstos, con su actitud iconoclasta, contestataria, anticonvencional, libertaria, irreverente, caustica, mordaz, controversial y desmitificadora, cuestionan todo aquello que los demás dan por sentado o prefieren no cuestionar. Esto no es que sirva de mucho para cambiar el estado de cosas, de modificar nuestra soterrada dependencia de Europa, pero sí para no tragar entero y darnos cuenta de la realidad en que vivimos. ¿De quién depende transformarla?

El mismo texto escolar[10] señala que a pesar de la independencia política el cambio cultural no es significativo, razón por la cual los hábitos de dependencia forjados durante la colonia permanecen, y que en la actualidad a nivel cultural somos consumidores acríticos de todas las corrientes artísticas, filosóficas, científicas, políticas y religiosas que se ponen de moda en Europa o Estados Unidos. José María Samper[11] dice que la vieja España todavía nos combate sin quererlo por medio de sus representaciones, es decir, de los elementos que nos dejó profundamente arraigados en las instituciones, tradiciones y costumbres coloniales. Fernando González Ochoa señala que copiamos constituciones, leyes, costumbres, pedagogía, métodos y programas. “La imitación ha sido nuestro vicio colombiano y latinoamericano. Imitamos versos, modas, catedrales, filosofía, modos de vida. Somos, por ello, vanidosos o vacíos de lo nuestro y de nosotros mismos. Todo es ajeno y simulado”[12]. El reconocido intelectual Luis López de Mesa Gómez aconseja una síntesis cultural más universal para superar la cultura europea que nos ha servido de mentor espiritual, porque, tal como nos dice “es una verdad ineludible el que carecemos de una rica imaginación aún: en cuatro siglos no hemos inspirado una religión, una filosofía, un drama universal, un poema épico, ni en pintura un cuadro de composición original, ni en música una interpretación eminente de lo humano. Hasta hoy vivimos de prestado en grandes proporciones… Nos independizamos oportunamente, pero sin la adecuada preparación racial, territorial, cultural y económica. Continuamos siendo colonia… de España, en literatura y legislación; de Francia, en literatura e ideología general; de Inglaterra, en lo económico y en algunas normas sociales… de Roma, en religión y preceptos morales…”[13]. López de Mesa advierte que mientras no superemos esa dependencia tendremos problemas de identidad cultural. William Ospina, un intelectual con sentido crítico, al respecto, señala lo siguiente:

“Es innegable nuestra pertenencia al orden mental europeo. Un país cuya lengua es hija del latín y del griego; que ha profesado por siglos una religión de origen hebreo, griego y romano; que se ha propuesto el modelo democrático debido a la Revolución francesa y que se reclama defensor de la Declaración de los Derechos del Hombre; una sociedad que se ha formado instituciones siguiendo el modelo liberal europeo, no puede pretender encontrar soluciones ignorando esa tradición. La democracia sigue siendo para nosotros una promesa y aún necesitamos en Colombia una crítica lúcida, vigorosa, implacable, de las iniquidades del poder imperante, como la que emprendió Voltaire en su día, y una propuesta seria de sensatez, de lógica, de generosidad y de valor civil. Lo que requerimos es comprender que una cosa es ser hijos de Europa y otra confundirnos con ella, cuando pertenecemos a un territorio tan distinto, cuando les debemos respeto profundo a los viejos padres que poblaron este territorio por siglos y de los cuales también descendemos, cuando sabemos que la diversidad de nuestra composición natural, étnica y cultural es un privilegio, y no permite la arbitraria imposición de un solo modelo, de una sola verdad, de una sola estética. Ningún país podrá construir jamás un orden social justo y equilibrado si no es capaz de reconocerse a sí mismo y de diseñar su proyecto económico, político y cultural a partir de esa conciencia de sus posibilidades y sus limitaciones”[14].

Historiadores, que disienten de la “historia oficial” (de los historiadores a “sueldo”), historiadores con espíritu crítico, como Hugo Rodríguez Acosta, Álvaro Tirado Mejía, Diego Montaña Cuellar, Antonio García, Indalecio Liévano Aguirre, entre otros, “cuentan” que a la denominada “aristocracia criolla” (entre los que se encontraban Nariño, Torres, Bolívar, Santander, etcétera, etcétera, “los libertadores”) la movieron otros intereses distintos al de los mestizos, indios, campesinos y esclavos, es decir, el “pueblo”: el poder político y económico. Los criollos deseaban tener los mismos derechos que los blancos peninsulares. “Los compromisos pactados en la noche del 20 de julio no implicaron, como suele pensar una declaración de independencia, sino que ellos se limitaron a institucionalizar el gobierno de responsabilidad compartida entre el Virrey y los grandes voceros del estamento criollo. En esa alianza, acordada a espaldas del pueblo, los dos socios se beneficiaron mutuamente: el Virrey continuaba de Jefe de Gobierno… y los notables criollos ingresaban en la Administración… para compartir el poder con quien representaba la Corona…”[15]. La historia oficial esboza una orientación colonial, señorial, racista y eurocéntrica, “que sólo le interesa la memorización de cronologías y la descripción aislada de los hechos, con el objetivo de resaltar las hazañas de los grandes héroes, que casi siempre forman parte de los grupos privilegiados de la sociedad…”[16]. Los “descastados” no fueron más que fichas hábilmente “jugadas” y manipuladas por la aristocracia criolla en la consecución de sus pragmáticos logros. 

Esta última tesis la sustentan algunos interrogantes: Si los criollos estaban “cansados” del dominio español, ¿entonces por qué, luego de la “independencia”, no se liberaron de la religión católica, que había sido utilizada como instrumento de dominio, sometimiento, y como ideología de poder por parte del imperio español? ¿No había sido impuesto, “a sangre y fuego”, el dogma religioso de la iglesia católica sobre los nativos y los esclavos? ¡Qué iban a liberarse de la religión los criollos, si en Dios cifraban sus esperanzas de “independencia”! O si no leamos lo que escribió en ese tiempo uno de los denominados “próceres” de la “independencia”. «En tal conflicto recurrimos a Dios, a este Dios que no deja perecer la inocencia, a este nuestro Dios que defiende la causa de los humildes; nos entregamos en sus manos; adoramos sus inescrutables decretos; le protestamos que nada habíamos deseado sino defender su santa Fe, oponernos a los errores de los libertinos de Francia, conservarnos fieles a Fernando, y procurar el bien y libertad de la patria»[17]. ¿Los criollos ofrecieron alguna participación en la administración a los “guerreros” que habían intervenido, ya sea con apoyo logístico o luchando en el frente de combate para conquistar la “independencia”? ¿A los criollos les interesaba la “independencia” o el poder político y económico? ¿Por qué los “descastados” no pasaron a ocupar cargos de gobierno de los territorios “independizados”?

Los “patriotas” criollos no hicieron otra cosa que reemplazar la oligarquía española por la oligarquía criolla con todos los vicios y formas de sometimiento. En eso consistió, para ellos, la “independencia”. “Los criollos habían tomado conciencia de su identidad y de la posesión de sus recursos. La política española y el fuerte monopolio impuesto herían los intereses locales”[18]. El nuevo gobierno no era más que el gobierno conjunto de las autoridades coloniales y los patricios criollos. Establecidos los pactos, “se produjo automáticamente un nuevo encuadramiento de fuerzas y sobre las viejas disputas”[19].

Basta consultar cualquier texto de la historia para colegir que el llamado “Grito de Independencia” estuvo matizado de intereses, componendas, conflictos y pugnas por el poder que se disputaban con intrigas y violencia los “próceres” criollos de la nueva oligarquía. Entre los próceres surgieron discrepancias y conflictos por ansias de poder, por la repartición de la “torta burocrática”. Tanto a los “próceres” “defendidos” por la historia oficial como a los “condenados” por la misma, solo los animaba una motivación: el poder; el destino del pueblo que participó en las revueltas, en las batallas, en las guerras y en la lucha no importaba para ellos. Al fin y al cabo pertenecían a la oligarquía criolla.

Así mismo, de los textos se desprende que el pueblo, instado por los “próceres”, sólo sirvió como medio para el logro utilitario y pragmático de un fin. Y desde entonces se establecieron las fronteras entre la oligarquía triunfante y un pueblo “que buscaba confusamente su liberación y confiaba en que aquella profunda crisis del orden colonial no habría de reducirse a simple oportunidad para que las clases acaudaladas se apoderaran de los centros nerviosos del Estado”[20]. No bien el pueblo puso la cara, la oligarquía corrió a reclamar sus privilegios. El pueblo de los arrabales, hombres y mujeres, dejaron sus míseras covachas, “donde vivían como fieras olvidadas de Dios”[21],  para acudir al llamado revolucionario de los “próceres” criollos. “José María Carbonell realizó uno de los actos más trascendentales de nuestra historia: acompañado de un grupo de estudiantes y de amigos se encaminó a los arrabales de Santafé, a las míseras barriadas de extramuros, donde habitaban en guaridas millares de artesanos, de mendigos, de indios y mulatos, de gente desesperadas y míseras, y las invitó, con su extraordinaria elocuencia, a trasladarse al centro de la ciudad para solicitar no una Junta de Notables, sino Cabildo Abierto…. Montoneras de hombres y mujeres, la "hez del pueblo", como decían los oligarcas, entraban así en el camino de la historia…”[22]. Pero sería a fundar la historia de los caudillos, de los “próceres”, porque la historia oficial “sólo ha otorgado el apelativo de ‘próceres’ a los servidores sumisos de la oligarquía, y para los defensores del pueblo y los voceros de sus intereses, ha reservado invariablemente los calificativos de ‘demagogos’, ‘agitadores’ y ‘tiranos’”[23]. En el escenario de la “independencia”, el pueblo no hizo otra cosa que desempeñar el papel de mudo espectador de la comedia de los notables. ¿Cuándo será la hora de los pueblos? “Ellos fueron los que combatieron y combaten, los que aportaron y aportarán miles de héroes estelares o anónimos”, recuerda una proclama revolucionaria. Pareciere que el pueblo nunca llega al poder; a éste sólo llegan sus dirigentes, sus caudillos, sus caciques, sus políticos, sus próceres. Con sarcasmo e ironía, Álvaro Salom Becerra aclaró que al pueblo nunca le toca, porque el pueblo “no es más que un rebaño manso y sumiso, manejado por unos pastores audaces e inescrupulosos que son los políticos de uno y otro partido, que hacen con él lo que se les da la gana…”[24].

La historia patria, tratando de defender a uno de sus “próceres”, señala que José María Carbonell “no estaba dispuesto a dejar sin definir el problema básico de la Independencia, ni a tolerar que aquella batalla, ganada por el pueblo, no tuviera alcances distintos de un simple traslado del poder, de manos del Virrey y a la poderosa oligarquía criolla de grandes hacendados, comerciantes, plantadores esclavistas y abogados, que constituían la verdadera clase opresora de la sociedad granadina, la clase cuyas divergencias con la Metrópoli no tenían otro sentido que su deseo de derogar aquellas instituciones de la legislación española que otorgaban alguna protección a los indios y a los desposeídos, para lo cual trataban de adueñarse del Estado”[25]. Ensalzando a otro “prócer”, también afirma que liberados de la oposición de Antonio Nariño, “quien insistió siempre en la necesidad de deponer a las autoridades con un auténtico levantamiento popular, los principales personeros de la oligarquía criolla -José Miguel Pey, Camilo Torres, Acevedo Gómez, Joaquín Camacho, Jorge Tadeo Lozano, Antonio Morales, etc.-, pudieron consagrarse a idear la táctica política de que se servían para provocar una limitada y transitoria perturbación del orden público, que habría de permitir al Cabildo capturar el poder por sorpresa y tomar a continuación las providencias indispensables para el pronto restablecimiento del orden, de manera que el pueblo no pudiera desviar el movimiento de los rumbos que la oligarquía, pensando sólo en sus intereses, trataba de darle anticipadamente”[26].

Hugo Rodríguez Acosta precisa que la historia tradicional hace apología desmedida de los “libertadores” y les brinda aplausos por parte de los “historiadores a sueldo”, construyendo “verdaderas leyendas en torno de aquellos personajes, elevados a una dignidad que excede su verdadera dimensión histórica… Estos fueron los ‘libertadores’, es decir, aquellos que hicieron del Estado un instrumento, colocado al servicio de las clases privilegiadas y de sus egoístas conveniencias”. Este historiador crítico agrega que la aristocracia criolla fue incapaz de demoler el caduco orden colonial y sentar las bases de la nueva sociedad. Todo el proceso independentista sólo trajo consigo la transferencia del poder político de los funcionarios españoles a la aristocracia neogranadina.  “Lo demás permaneció inmodificable: los indios continuaron siendo explotados por los intermediarios, los hacendados, el Estado, etc.; los negros continuaron siendo esclavos, y sirviendo por lo tanto a los intereses económicos de los terratenientes, hacendados, etc.; los peones, jornaleros, etc., continuaron ligados al grande o mediano propietario rural, en calidad de asalariados; en fin, las masas populares, conservaron, -gracias a la continuidad del ordenamiento colonial- el status social que tenían en la Colonia”[27]. Manuel María Madeido señala que los criollos sustituyeron a los españoles y el pueblo siguió siendo la plebe. La Historia de Colombia refiere que el llamado “Grito de Independencia” no fue “una verdadera demostración del deseo de autonomía de las provincias, sino, mejor, la puesta en marcha de un proceso con el que se esperaba que criollos y chapetones tuvieran los mismos derechos en el Nuevo Reino”, y agrega que este acontecimiento tan renombrado y exaltado estaba “muy lejos de representar el verdadero momento de la independencia de nuestra patria”[28]. Es bien sabido que la historia es escrita y manipulada por los vencedores. La historia, nos dice Eduardo Galeano, es una dama de rosados velos, besadora de los que ganan”[29]. Herman Hesse pensaba que lo que en los colegios se llama Historia Universal, y que hay que aprendérsela de memoria para la cultura, con todos los héroes, genios, grandes acciones y sentimientos, eso es sencillamente una superchería, inventada por los maestros de escuela, para fines de ilustración y para que los niños durante los años prescritos tengan algo en qué ocuparse”, y agrega que ello “siempre ha sido así y siempre será igual, que el tiempo y el mundo, el dinero y el poder, pertenecen a los mediocres y superficiales, y a los otros, a los verdaderos hombres, no les pertenece nada. Nada más que la muerte”[30]. En su autobiografía este brillante intelectual alemán señala lo siguiente:

“Cierto que nuestros maestros, en aquella divertida asignatura que llamaban Historia Universal, nos enseñaban que el mundo siempre había sido gobernado, dirigido y cambiado por ese tipo de personas que imponían su propia ley y que rompían con las leyes tradicionales, y nos decían que esas personas eran honorables. Pero eso era tan mentira como todo el resto de la enseñanza, pues cuando uno de nosotros, con buena o con mala intención, mostraba alguna vez valentía y protestaba contra cualquier mandamiento, o siquiera contra una costumbre estúpida o una moda, ni era honrado ni se nos recomendaba como modelo, sino que era castigado, escarnecido y oprimido por la cobarde prepotencia de los maestros”[31].

El “orden establecido” durante el proceso de “Independencia” y la conformación de nuestra nación, salvo algunas modificaciones, continúa vigente en nuestra sociedad. La falta de personas con sentido crítico, de personas con “mente abierta”, de personas que piensen por sí mismas, es decir, que sepan filosofar, es la consecuencia de que este “orden” establecido continúe así, con la concomitante alienación, opresión, masificación y cosificación de los “descastados”.

Quienes pensamos con espíritu crítico, cada vez que oímos hablar de “nuestra independencia” a los educadores, los “historiadores”, presidentes de la República y medios de información, no podemos más que sonreír por la farsa histórica.  “A muchos se nos metió en la cabeza que la independencia en Colombia es un chiste, un mal chiste, una pésima ilusión y sobretodo una gran mentira”[32].
Como moraleja podemos aprender que los hechos históricos no se pueden desarticular del contexto cultural de su tiempo: sociedad, geopolítica, economía, instituciones y filosofía, entre otras manifestaciones del amplio y complejo espectro de la cultura. En el caso de nuestra “Independencia”, el aspecto relativo a lo social se refiere a la sociedad decadente y superficial de la España todavía feudal enclaustrada en su cultura religiosa y contrarreformista, refractaria a la ciencia y al incipiente desarrollo tecnológico; lo geopolítico es inherente a la situación española: invadida por Francia a través de Napoleón, quien entronizó como “regente” de sus destinos y derroteros a su hermano conocido como  “Pepe Botellas”; lo económico nos muestra que España ya no era el vasto imperio de Carlos V, “en cuyos dominios nunca se ocultaba el sol”, sino la Gran Bretaña que despuntaba y se perfilaba como la primera potencia política y económica, como el futuro imperio de turno que venía a llenar el vació dejado por la nación ibérica, gracias a su Revolución Industrial, su transformación de las instituciones políticas y el desarrollo tecnocientífico; lo institucional se evidencia en unas vetustas y caducas instituciones, tanto políticas como económicas, profundamente corruptas e inoperantes; y lo filosófico tiene estrecho vínculo con el revolucionario pensamiento de la Ilustración, al que, mientras España se negaba a asimilar, los criollos americanos lo concebían como cartilla doctrinaria y un modelo o proyecto esperanzador de vida, teniendo como orientación y guía a la razón.


LUIS ANGEL RIOS PEREA



[1] VARIOS. Historia de Colombia. Zamora editores, Bogotá, 2003. Tomo 3.
[2] URIBE FORERO, Diana. Historia de las independencias.
[3] VARIOS. Filosofía, perspectiva latinoamericana.
[4] VARIOS. Historia de Colombia. Zamora editores, Bogotá, 2003. Tomo 3.
[5] SALAZAR RAMOS, Roberto José. Romanticismo y positivismo.
[6] FANNON, Franz. Los condenados de la tierra. Fondo de cultura económica, México, 1975.
[7] HUERTA, Vicente. El hombre que nos enseñó a pensar. http//:textosserypersona.blogspot.com
[8] FANNON, Franz. Ob. cit.
[9] Ibídem.
[10] VARIOS. Filosofía, perspectiva latinoamericana.
[11] SAMPER, José María. Ensayo sobre las revoluciones políticas.
[12] GONZÁLEZ OCHOA, Fernando. Los negroides.
[13] LÓPEZ DE MESA GÓMEZ, Luis. De cómo se ha formado la nación colombiana.
[14] OSPINA, William. Preguntas para una nueva educación. www.metas2021.org
[15] LIÉVANO AGUIRRE, Indalecio. Los grandes conflictos económicos y sociales de nuestra historia.
[16] RIOS GARAVITO, Luis Enrique. Renovación de contenidos y la enseñanza de la historia. http://apissekreflexiones.blogspot.com
[17] BACO DE LA REPUBLICA. PROCESO HISTÓRICO DEL 20 DE JULIO DE 1810. DOCUMENTOS. CUARTA SECCION. www.banrepcultural.org
[18] ALIPSO. Antecedentes de la independencia hispanoamericana. www.alipso.com
[19] BICENTENARIO DE LA HISTORIA DE COLOMBIA. Tomado de Historia de Colombia. Biblioteca Virtual Luis Ángel Arango. Publicado por INSTITUCIÓN EDUCATIVA PBRO LUIS RODOLFO GÓMEZ. http://socialeslrg.blogspot.com
[20] Ibídem.
[21] Ibídem.
[22] Ibídem.
[23] Ibídem.
[24] SALOM BECERRA, Álvaro. Al pueblo nunca le toca. Tercer mundo, Bogotá, 1983, p. 35.
[25] BICENTENARIO DE LA HISTORIA DE COLOMBIA. Ob. cit.
[26] Ibídem.
[27] RODÍGUEZ ACOSTA, Hugo. Elementos críticos para una nueva interpretación de la historia colombiana.
[28] VARIOS. Historia de Colombia. Zamora editores, Bogotá, 2003. Tomo 3.
[29] GALEANO, Eduardo. Memoria del fuego. www.xa.yimg.com.
[30] HESSE, Hermann. El lobo estepario. Alianza editorial, Madrid, l967, p. 164.
[31] __________________ Autobiografía. www.librostauro.com.ar.
[32] FRENTE ESTUDIANTIL REVOLUCIONARIO SINPERMISO. ¿Cuál independencia? http://colombia.indymedia.org/

5 comentarios:

  1. Me obligaron a dibujar, con pena de mala nota, a los próceres(sinverguenzas) y conquistadores(desalmados mercenarios) en el colegio cada año, por fortuna fuí necio y no quise aprender esas vainas sin sentido y aproveché para pensar en mis vecinitas y en los palos de mango a los que quería subirme por la tarde....
    primero nos masacran el alma y la conciencia y nos ponen una llena de parámetros pendejos que conforman un programa bien estructurado para manejarnos a control remoto desde sus Preciosos Tronos con piedras de colores por las que saquean territorios y esclavizan seres humanos y animales,, yo sigo en mi subdesarrollo obligado a seguir bajando los mangos y salándolos con agua de mar luego de mi arroz con coco y patacón, esperando a que un prócer me libere.

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  2. Fantástico análisis, para llevarlo a la clase de historia..

    Buena esa Luis!

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  3. Primitivo, gracias por su generoso comentario. Felicitaciones por pensar diferente al "rebaño" y disentir de la historia tradicional, que prtende domesticarnos con sus mentiras "oficiales"...

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    1. ¿A que autor o personaje se refiere en ésta citación además de a la enciclopedia la historia de colombia? "no es difícil que un país como el nuestro se halla escogido una pelea a puñetazos y a pescozones como el momento clave de nuestra libertad"

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  4. ¿A que autor o personaje se refiere en ésta citación además de a la enciclopedia la historia de colombia? "no es difícil que un país como el nuestro se halla escogido una pelea a puñetazos y a pescozones como el momento clave de nuestra libertad"

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