jueves, 7 de noviembre de 2013

LA IRREVERENCIA DE “EL GUARDIÁN ENTRE EL CENTENO



Introducción

Escuchando una entrevista con un escritor me enteré que la novela El Guardián entre el Centeno, escrita por el norteamericano Jerónimo David Salinger (1919-2010), era una de las piezas literarias que más lo había impactado. Quedé intrigado, y por esta razón decidí leerla. ¡Y qué novela! Estaba en lo cierto el escritor (quien, indirectamente, me la “recomendó” cuando lo escuché).

Argumento

Holden Caulfield, un joven de 17 años, desde un centro de recuperación para adolescentes, narra desde el momento en que fue expulsado del colegio donde cursaba preparatoria hasta el instante en que fue recluido en la institución de salud en que se recupera.

El relato comienza cuando narra sus vivencias en el colegio Pencey, en Agerstown, Pennsylvania, de donde es expulsado por su bajo rendimiento académico. Luego de dialogar con su profesor de historia, discutir con un compañero de estudio y pelearse con otro se marcha de Pencey un sábado por la noche, para un hotel de Nueva York, aprovechando que contaba con dinero suficiente, el que gastaba a manos llenas.

Durante el sábado por la noche y el domingo vivió algunas aventuras, bailó con mujeres, intentó cohabitar con una prostituta, se peleó con un empleado del hotel, se encontró con algunos excompañeros, efectuó algunas llamadas y rememoró ciertos episodios de su vida, entre los cuales se encontraban expulsiones de otros colegios también por falta de interés por el estudio.

A través de sus remembranzas y conversaciones se conoció lo que prefería y lo que aborrecía; sus fracasados intentos de conquistar mujeres; su desencanto del mundo y de los seres humanos; su actitud contestataria y su irreverencia.

El lunes siguiente, de manera furtiva, visitó a su hermana querida Phoebe, de 10 años, sin que fuera descubierto por sus padres, quienes ignoraban que había sido expulsado y que estaba alojado en un hotel, con intención de irse a trabajar donde una tía quien tenía un rancho en Colorado. Luego de una amena y fraternal plática con Phoebe, le confesó que lo único que quería hacer en la vida era, para cumplir un sueño, convertirse en un guardián entre el centeno para cuidar a los niños que jugaban allí y evitaran caerse en un abismo.

Ese mismo día dialogó con el señor Antolini, el mejor profesor que había tenido hasta el momento. Éste le aconsejó que la única manera de ser alguien en la vida era regresar al estudio y leyendo. Holden, a pesar de su irreverencia, lo escuchó pero sin prestarle mucha atención.

Más tarde (el mismo lunes), cuando Holden ya se disponía a partir para Colorado, se encontró con su hermana, cerca del colegió donde ésta estudiaba. Phoebe, con su maleta lista, le dijo a Holden, de manera irrevocable, que se iba con él. ¡Cómo él iba a marcharse con ella! Era absurdo. Como éste no pudo convencerla de que no lo hiciera, optó por desistir de su viaje y regresar a su casa.

Comentario

El adolescente Holden Caulfield podría adjetivarse de buscapleitos, mentiroso (como el mismo lo aceptó), sarcástico, irónico, impetuoso, anárquico, locuaz, extravertido, iluso, desorientado, precoz, rebelde, libertario y contestatario. Pero este indómito joven, perdido en una evidente depresión, se caracteriza por una actitud particular: su irreverencia. A pesar de su soledad, su desconfianza en la naturaleza humana, su ansiedad, su soledad y su falta de identidad, era una persona que luchaba contra lo establecido.

La novela es una diatriba contra la  impostura, la hipocresía, la inautenticidad, la solemnidad, la cursilería, las frases hechas, los rituales, los formalismos, las convenciones…

Su irreverencia característica y su evidente anhelo de ser “grande” siendo todavía menor de edad, contrastan con su recóndita ternura. Ese jovencito, solitario y extraviado en una sociedad dentro de la cual no encontraba su elemento ni se acomodaba dócilmente, mostró su dimensión afectiva con su amor fraternal por Phoebe. Ésta era su debilidad y su centro. Su pequeña y apreciada hermana se convirtió en su “talón de Aquiles”: por ella no se fue a vagar solitario por el mundo. Es posible que los consejos del señor Antolini hayan también contribuido en la toma de su decisión de no marcharse de la casa paterna; pero, sin duda alguna, el amor por Phoebe influyó demasiado al momento de decidir.

El determinismo impera en la sociedad, quien pretende (ilusamente) subvertirlo está, de antemano, derrotado. Holden quiere huir de la institución paternal y escolar, refugiándose inicialmente en un hotel (terreno ajeno a estas dos instituciones), para luego intentar –mediante su quimérico viaje– desligarse de sus “ataduras”. Pero toda esta “quijotada” no puede realizarse a su edad, y por tanto, dócilmente, tiene que regresar al seno familiar y escolar. No se puede pretender volar cuando aún no se tienen listas las alas.

A pesar de los intentos fallidos de Holden para volar libre y solitario, queda su intención, y aunque fracasada, en ella se refleja su tentativa ingenua de procurar volar sobre lo establecido, lo que condiciona y, muchas veces, no deja vivir de manera auténtica.

LUIS ANGEL RIOS PEREA

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