sábado, 29 de octubre de 2011

EL PODER DE LA TELEVISION SOBRE EL TELEVIDENTE


Así nos quejemos ante la Defensoría del Televidente, a mi juicio, nada, de lo que le conviene a los intereses de los canales de televisión, cambia; las utilidades políticas y económicas están por encima de lo que le desagrada al televidente. Es importante tener en cuenta que el arrollador poder de la televisión obedece a las todopoderosas leyes del mercado y, por ende, a la lógica consumista dentro de nuestro oprobioso  y torticero sistema de producción capitalista. No hay que ser tan ingenuo: así la Comisión Nacional de Televisión y otras instancias gubernamentales dicten leyes para proteger a los televidentes, éstas no son respetadas; las únicas leyes que NO se violan son “las leyes del mercado”…

Amparado en mi soberano derecho a la libertad de opinión y de expresión, considero que como los medios de información, y en este caso la televisión (pública y privada), son parte de los diversos “aparatos ideológicos de Estado” y están al servicio de los monopolios y se rinden a los intereses del poder, alienando, cosificando y
masificando, diciendo qué pensar, qué decir, qué comprar y qué hacer, no van alterar su dinámica productiva porque unos televidentes no están de acuerdo con
la programación que emiten. Cuando los televidentes entiendan que eso es un negocio como cualquier otro, que lo anima la obtención de pingües beneficios
económicos, entonces cesarán las inútiles quejas, reclamos o querellas. El sistema no va a cambiar porque los televidentes se sientan atropellados en sus derechos…
 


Ante esta inobjetable realidad, lo único que debemos hacer es desarrollar nuestra conciencia crítica, para no “tragar entero”, dejar de ser “borregos” y pensar
por nosotros mismos, con el fin de ser televidentes críticos; y si uno no está de acuerdo con el contenido de los programas que se emiten, cambiar de canal o
apagar el televisor. A nadie obligan a ver televisión. Un “adulto responsable”, es decir, quien tiene espíritu crítico, iconoclasta, irreverente, anticonvencional, contestatario, cuestionador y controversial, sabrá ver
televisión y orientar a sus hijos cuando éstos miren los programas…

Resulta paradójico que en una democracia, en donde debe imperar la justicia y la verdad, los medios de información, con sus intereses consumistas y de poder
comunicacional, algunas veces mienten de diversas maneras, entre las que encontramos la publicidad y la difusión de noticias.

Pareciere que quienes diseñan la dinámica televisiva no tuvieren claridad conceptual. Un ejemplo característico que respalda este aserto lo encontramos en televisión.
Antes de comenzar un programa advierten que “no contiene escenas de sexo o de violencia”. Sin embargo, durante la dinámica del programa, ya se trate de una novela, una película, un noticiero, un espectáculo, etcétera, se observan “escenas de sexo” por cuanto aparecen hombres o mujeres, y la expresión “sexo” se refiere a lo masculino y a lo femenino. Sexo quiere decir diferencia. Sexo es lo que somos y no lo que hacemos.  Según el Diccionario de la Lengua Española, sexo es la “condición orgánica que distingue al macho de la hembra en los seres humanos, en los animales y en las plantas”. Así este razonamiento, se estaría mintiendo porque sí aparecen “escenas de sexo”: un macho o una hembra. Tal parece que se confunde sexo con genitalidad. En lugar de decir “no contiene escenas de sexo”, se debería decir “no contiene escenas de genitalidad”. ¿Pero qué censurable tienen las “escenas de genitalidad”? ¿Luego no es lo más sublime de la naturaleza? Aquí nos encontramos con un problema de doble moral. Socialmente se condena a la “genitalidad” y se acepta la agresividad.

Así mismo, cuando se advierte que un programa “no
contiene escenas de violencia”, encontramos otra incongruencia, porque se presentan “escenas de violencia” en diversas manifestaciones. Sí, es cierto,
algunos programas “no contienen escenas de violencia” física, ¿pero de la violencia psicológica qué? Cuando se presentan escenas de agresión psicológica, de actos de injusticia, de falta de respeto por las diferencias, de expresión de dicterios e invectivas, de ademanes y miradas torvas, de despidos injustificados, de deslealtad entre las personas, de humillaciones, de hurtos, de
corrupción, etcétera, ¿esas escenas no contienen violencia? Los comerciales contienen, además de elementos alienatorios, una carga sutil de violencia al
incitar a las personas al consumo: “¡Compre
ya! “¡Llame ya!” “¡No lo dude más!” “¡No deje pasar esta oportunidad!”, etcétera, etcétera. Y de la publicidad que incita a al consumo de bebidas alcohólicas y de cigarrillos, ¿qué? ¿Será que sujetarle la subjetividad a un sujeto con ese tipo de publicidad tan “agresiva”, no es una forma de violentarlo?   La violencia se define como un comportamiento deliberado que puede provocar daños físicos o psíquicos al prójimo. Como se aprecia, la violencia no es sólo física. ¿La advertencia solamente se refiere a la violencia física? Para una adecuada claridad conceptual, se debería decir que el siguiente programa “no contiene escenas de violencia física”.


LUIS ANGEL RIOS PEREA

3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. la television se ha vuelto obligatoria, en toda parte que quiero descansar cuando voy por la calle me encuentro con ese zumbido,,y veo todo esto como premeditado pues es evidente la escala de valores que nos quieren incrustar en el subconsciente de tanta repetición machacante, competencia, despílfarro, egomanía, falsedad , el fin justifica todo "las leyes de mercado" que mencionas y un pocotón mas por el estilo..
    El poder del que hablas lo noto muy efectivo y reforzado por el entorno de propaganda,, si salgo de paseo luego de ver tanta valla y anuncio, llego a la casa con ganas de comer donas comprar una plancha nueva y un carro último modelo..

    apaguemos esa vaina o por lo menos hagamos dieta.

    Un saludo Luis

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  3. Primitivo, mis respetos y mi admiración por su espíritu crítico. El contundente y atontador poder del imperio mediático, encabezado por la televisión, pretende colonizar la subjetividad de los "televidentes" acríticos, para no dejarlos pensar por sí mismos, y capto que usted está "vacunado" contra ese "virus" con el ejercicio libertario de su pensamiento crítico. Un abrazo.

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