lunes, 26 de septiembre de 2011

LAS PUTAS DE GARCIA MARQUEZ




Novela: "Memoria de mis putas tristes"
Autor: Gabriel García Márquez

Temas. La vejez, la soledad y el amor.

Argumento. Un anciano, después de sus cien años, decide escribir el relato de las miserias de su vida extraviada, bajo el título de Memoria de mis putas tristes. La narración (en primera persona) cuenta, como eje central, cómo el viejo, a sus 90 años, decide tener genitalidad con una adolescente virgen; pero al cabo de varios intentos no es capaz de lograr su cometido, terminando enamorado de ella.

Resumen

El anciano, con el propósito de“regalarse una noche de amor loco con una adolescente virgen”, ya que quería “honorar” su “aniversario con una noche de libertinaje, en la víspera de su cumpleaños número 90, entra en contacto con la proxeneta Rosa Cabarcas, la “mamasanta” más discreta y conocida,  “dueña de una casa clandestina”, que funcionaba subrepticiamente bajo la fachada de una tienda (con la anuencia de las autoridades masculinas que eran sus clientes), quien le consigue a una joven; se la entrega dormida por el efecto de un bebedizo de bromuro con valeriana en una habitación del prostíbulo. El viejo encuentra  a la joven “dormida, desnuda y desamparada en la enorme cama alquilada, como la parió su madre”. Pasa la noche dormido junto a ella, sin que haya tenido contacto íntimo con ella. Lo único que descubrió esa noche fue “el placer inverosímil de contemplar el cuerpo de una mujer dormida sin los apremios del deseo o de los estorbos del pudor”. Le paga y se marcha.

El viejo vivía de sus pensiones, después de haber laborado durante 40 años como “inflador de cables en el Diario de La Paz, que consistía en reconstruir y completar en prosa indígena las noticias del mundo” que se atrapaban “al vuelo en el espacio sideral por las ondas cortas o el Código Morse”, y de haberse desempeñado como profesor de gramática castellana y latín; así mismo, con los honorarios que recibía por las notas dominicales que publicaba en el mismo diario.

En el periódico le celebraron su cumpleaños, y le regalaron calzoncillos con besos y un gato angora. Renunció a sus notas dominicales, pero el director del diario lo convenció de lo contrario, y prosiguió.

Con la mediación de Rosa Cabarcas se concretó otro contacto con la adolescente, y la encontró “como Dios la echó al mundo”. Le susurró canciones al oído y se quedó dormido junto a ella. Luego regresó a su casa.

En su juventud, por insinuación de su madre, estableció un noviazgo con Ximena Ortiz. Ella lo sedujo, y se comprometieron en matrimonio. Durante los dos meses de noviazgo, él aprendió a tejer crochet en la lana cruda para ropa de bebe. El día de la boda no se levantó ni asistió al compromiso nupcial. La novia se marchó y regresó años después casada y con hijos. Las putas no le dejaron tiempo para ser casado, ya que era asiduo cliente de los prostíbulos y nunca tuvo genitalidad con una mujer sin pagarle, excepto de las práctica de sodomía que sostenía con Damiana, su empleada doméstica, quien se enamoró en silencio de él. Escribiendo, leyendo y releyendo y escuchando música clásica vivía en su soledad, debido a que ya habían muerto sus padres, no tenía hermanos y nunca se casó.

Nuevamente, a través de Rosa Cabarcas, el viejo obtuvo otro encuentro con la joven, a quien él llamó Delgadina, y la encontró “desnuda y dormida en santa paz”. Durmió junto a ella sin despertarla.

Producto de estos encuentros se enamoró de Delgadina, y de ahí en adelante todas sus actividades y pensamientos giraban en torno de su amor por ella. Entonces le regaló las joyas que habían sido de su madre y le compró una bicicleta para que se desplazara a la empresa donde laboraba pegando botones. Le cantaba canciones, le leía libros y la enseñó a escribir.

Debido a que en el prostíbulo de Rosa Cabarcas murió asesinado un banquero, ésta, con la complicidad de las autoridades, se marchó durante un tiempo para Cartagena. El viejo perdió la pista de Rosa Cabarcas y de Delgadina. El viejo, enamorado y desesperado, la buscó a la joven en varios lugares, sin encontrarla.

A su regreso, Rosa Cabarcas ubicó a Delgadina, tras haberla abandonado en su casa la noche del asesinato. La vistió con ropas nuevas, le compró joyas y la arregló elegantemente. Así la encontró el viejo, luego de que Rosa Cabarcas le facilitara un nuevo contacto. Celoso e indignado porque pensaba que Delgadina se había prostituido, la trató de “puta”, destrozó los enseres de la habitación de propiedad de Rosa Cabarcas y salió furioso, renegando de las dos mujeres.

Días después Rosa Cabarcas lo ubicó, le explicó lo sucedido y le dijo que buscara a Delgadina que se moría de amor por él. Rosa y el viejo, de común acuerdo, hicieron el trato del que muriera primero le dejaría su casa a Delgadina. Esto lo llenó de la alegría, la dicha y la tranquilidad que proporciona el amor.

Comentario.

El viejo, cuyo nombre no se revela en la obra, era un anciano más del montón. Un solterón que sólo buscó el contacto con las mujeres a través del comercio del cuerpo de éstas. Fue un periodista mediocre y un profesor sin formación, sin vocación ni piedad con los estudiantes.

A pesar de su evidente soledad, estuvo acompañado de sus libros, debido a que era un lector voraz y melómano consumado. El amor llegó a su vida en los últimos años de existencia.

El título de la obra no refleja el universo de su contenido, pues no se narra la historia de putas, sino la historia de un viejo que pretende tener intimidad con una adolescente (de quien termina enamorado) que hasta el final del relato seguía siendo virgen y no una puta.

En la narrativa de este libro ya no es evidente la alucinación y la magia del encantador estilo de Cien años de soledad y de otras obras que lo habían  caracterizado. Parece más bien la escueta biografía de un viejo relatada por el mismo.

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