El reconocido sicólogo y filósofo estadounidense Daniel Goleman, en su
libro La sicología del autoengaño, nos
muestra cómo urdimos entramados sicológicos para engañarnos a nosotros mismos.
Por considerarlo como un libro interesante para entender la dinámica de nuestra
vida cotidiana, a continuación elaboro su extenso resumen.
PRIMERA
PARTE
ATENCION Y
DOLOR
Pensamientos
al ser atacado por un león
El cerebro produce endorfinas, un grupo de neurotransmisores que actúan
como los opiatos, capaces de producir euforia (sensación de excitación y
bienestar) para aliviar el dolor. El estrés mental produce endorfinas. La
amenaza del dolor es la esencia del estrés. El
estrés es una reacción universal del cuerpo frente a todo tipo de amenazas y
peligros. Se produce cuando una persona siente que las exigencias del
entorno exceden sus recursos para satisfacerlas. Al percibir un evento
estresante el cerebro emite señales al hipotálamo para que segregue el factor
córtico-liberador (CRF), que llega a la hipófisis para liberar la hormona
adreno-corticotrópica (ACTH) y endorfinas.
La relación
entre dolor y atención
El esquizofrénico es menos sensible al dolor. La relación entre dolor y
atención involucra las endorfinas y el ACTH. Las endorfinas mitigan el dolor y
reducen la atención, negando la urgencia del dolor. “El ACTH eleva la atención
y sensibiliza el sistema nervioso, mientras que las endorfinas actúan de manera
inversa”. Ambas fluyen como respuesta al estrés. La sedación del dolor (endorfinas)
y la reducción de la atención (ACTH) embotan el dolor. Las endorfinas reducen
la atención a medida que seda el dolor. Cuando se activan las endorfinas, el
dolor disminuye y la atención se embota.
¿Por qué la
atención disminuida alivia el dolor?
El dolor genera respuestas para recuperación y sanación. Las endorfinas
superan la atención refleja al dolor, aflojando la atención. “La percepción del
dolor incluye la capacidad de sedar el dolor desplazándolo de la conciencia”.
El dolor
mental paraliza la cognición
La ansiedad paraliza la cognición. La angustia se entromete entre los
planos físicos y mentales, obstaculizándolos y generando persistente
preocupación que invade el sueño y nos desvela.
El miedo se apodera de nuestros pensamientos, distrayéndonos. “Cuando la
angustia crece hasta alcanzar el nivel del pánico, su intensidad captura por
completo los pensamientos y la atención”. La amenaza al peligro desencadena la
respuesta al estrés. “La principal característica de la información que marca
el estrés es la incertidumbre”. Lo novedoso constituye la esencia de la
incertidumbre. “La respuesta al estrés tiene una relación dual con la atención:
en primer lugar, es la atención la que desencadena esa respuesta y los centros
de atención, a su vez, son activados por el alerta al estrés”. Las sustancias
que invaden el cerebro durante la respuesta al estrés preparan al sujeto para
manejar el peligro.
La angustia
es estrés fuera de lugar
“La angustia es un continuo de estímulos comunes, llevada a su extremo”.
Cuando el estímulo es inadecuado a lo que hacemos se convierte en ansiedad. “En
un estado de ansiedad, un tipo de estímulo que podría ser adecuado para
enfrentar una determinada amenaza invade otra situación o se verifica a un
nivel tan alto que sabotea la posibilidad de dar una respuesta adecuada…
Durante un estado de ansiedad, es posible que la atención se aferre a la fuente
de la amenaza, reduciendo el espectro de conciencia disponible para otras
cosas… Cuando el estrés estimula la atención, la concentra en la amenaza que se
está enfrentando”. La relación de la atención con la ansiedad consiste en
pensamientos involuntarios y sentimientos que golpean la conciencia. Formas que
adopta la intrusión en la ansiedad: aparición repentina de emociones, preocupación
y “rumiación”, pensamientos invasores y repentinos, sentimientos e ideas
persistentes imposibles de definir, hipervigilancia, insomnio, pesadillas y
sueños perturbadores, sensaciones espontaneas que irrumpen sin relación con la
situación del momento, y reacciones de sobresalto. “Sea cual fuere su disfraz,
cuando la ansiedad invade la atención, el desempeño general del individuo
decae”.
El peligro
está donde usted lo ve
Las situaciones nos producen estrés de acuerdo a como las enfrentamos.
“La manera en que uno interpreta un
suceso determina si provoca o no provoca estrés”. Un hecho puede ser
percibido como una amenaza, un desafío o un alivio, según las circunstancias.
Lo que importa no es el suceso en si sino su significado. Cuando el hecho se ve
como amenaza, se desencadena el estrés. El estrés es producto de la evaluación
de un hecho. “Un suceso conduce al estrés sólo si es evaluado como una
amenaza”.
Serenidad
para aceptar lo que no puedo cambiar
Ante una situación amenazante que pueda generar estrés, se enfrenta
inteligentemente (manejo instrumental) o se tranquiliza (manejo focalizado de
la emoción). La ansiedad es una mezcla de hormonas del estrés y la preocupación
por la amenaza al momento de su evaluación. La ansiedad es la relación invasora
ante una amenaza, que puede desencadenar emociones desagradables y depresión.
Si no se frena la ansiedad, ésta interfiere en la atención y en la cognición.
“La ansiedad genera una parálisis cognitiva que dificulta la reevaluación… que
podría aliviar la sensación de peligro”. Si un suceso se evalúa como peligro,
genera estrés; si no se reevalúa como peligro, no genera estrés. Si el estrés
se maneja cambia la situación; si no se maneja genera ansiedad. La invasión y
la negación no son mecanismos eficaces para manejar el estrés, porque
distorsionan la atención. Los paliativos como las drogas reducen la ansiedad,
pero no modifican la situación amenazante. Ante las situaciones que causan
estrés, sin que se puedan evitar, hay que cuidar las emociones. Cuando los
paliativos, la negación, la intelectualización y la evitación de pensamientos
negativos son utilizados adecuada e inteligentemente no son negativos, siempre
y cuando no interfieran con medidas de adaptación. Los paliativos son
gratificantes porque alivian la angustia, pero lo que es gratificante resulta
adictivo. Según Freud, hasta las personas normales utilizan mecanismos de
defensa (paliativos cognoscitivos). “Los paliativos mentales falsean nuestra
capacidad de ver las cosas tal como son”. Cuando la ansiedad nos invade, así
esté cubierta de maniobras mentales, se paga un costo en eficiencia mental.
SEGUNDA
PARTE
LOS
MECANISMOS DE LA MENTE
El modelo
freudiano de la mente
Se inicia con la percepción y termina con la respuesta. Luego de la percepción
hay 4 tipos de memoria inconscientes; seguidamente el inconsciente y el
preconsciente, separados por un filtro (censor); después del preconsciente está
el consciente, separado por un censor. El preconsciente es el puente de acceso
a la conciencia. Toda información del inconsciente al consciente tiene que
pasar por censores, para filtrar la información “prohibida” que pueda causar
ansiedad. Este sistema impide que los recuerdos indeseables ingresen al
preconsciente y luego al consciente.
El filtro inteligente
Según Donald Broadbent, percibimos más datos de los que podemos
manejar. De acuerdo con su modelo de la mente, “esta información pasa a una
memoria de registro de corto plazo y luego es transferida a un filtro
selectivo, donde la mayoría de tal información es descartada”. El filtro
bloquea todo, menor lo que es de atención para el individuo. En su modelo, el
estímulo pasa al almacenamiento y filtro. Luego a la conciencia (memoria de
largo plazo) de manera bidireccional. El filtro selectivo es esencial. Sólo
recordamos aquello que le hemos prestado atención. La conciencia es la entrada
a la memoria; lo que ingresa a nuestra conciencia es controlado por un filtro.
El filtro sólo controla los aspectos físicos de un mensaje y no su significado.
Esta teoría fue descartada. Donal Norman propone un modelo más aceptado: “la
memoria analiza las percepciones en la primera etapa del flujo de información,
filtrando lo que se permite pasar a la conciencia, de acuerdo con su
relevancia”. Cuenta con un filtro que clasifica lo que se percibe y decide qué
importa y qué no. Es necesario que la información percibida pase por un filtro
inteligente, para evitar la saturación de datos. “Si pasa demasiada información
por el filtro, la conciencia termina anegada e invadida”. Esta invasión genera
ansiedad. El filtro tiene que ser eficiente para evitar la distracción por la
información relevante. “Si el filtro fuera menos eficiente, padeceríamos de una
distracción aguda y compulsiva, como sucede en la esquizofrenia”. El modelo de
Norman demuestra que lo que ingresa por lo sentidos es analizado cuidadosamente
por la memoria de largo plaza (la memoria semántica). “Todo lo que es aprobado,
ingresa en la conciencia y sólo lo que es realmente útil ocupará el espacio
mental”. Antes de entrar a la conciencia, la información es filtrada por la
memoria en cada una de sus etapas; la memoria analiza la información y la
filtra según su importancia. Existe flujo bidireccional entre conciencia y
memoria, pero sólo es unidireccional entre filtro y conciencia.
¿Cuánto
podemos guardar en nuestra mente?
En personas normales, la mente tiene la capacidad de saber sin tomar
conciencia de lo que sabe. Gran parte de la actividad mental se produce al
margen de nuestra conciencia. Muchas cosas que hacemos, las hacemos
automáticamente. “Vivimos gran parte de nuestra vida en forma automática”. Sólo
planificamos cuando cambiamos de rutina. El aprendizaje de lo nuevo requiere de
atención total. “Lo que decide e intenta la mente es ejecutado por el inconsciente”.
La conciencia es un sistema de capacidad limitada. “Reservamos nuestro
consciente para tareas particularmente exigentes, o la dejamos como espacio
libre para la atención activa, para pensar y para tomar decisiones, o para la
ensoñación que pasa por la conciencia durante gran parte de nuestras horas de
vigilia”.
Los
envoltorios que contienen al conocimiento
Los esquemas organizan la información que perciben los sentidos para
poder organizarla. Un esquema es “una especie de teoría informal, personal e
inarticulada sobre la naturaleza de los hechos, los objetos o las situaciones
que enfrentamos”. Hay que modificar los
esquemas para adecuarlos a los hechos. Son posibles de revisar. El estereotipo
es la variación del esquema. Los esquemas representan el conocimiento a todos
los niveles. Son la dinámica organizadora del conocimiento. Son las unidades
básicas de la experiencia. Son el esqueleto alrededor del cual se interpretan
los hechos.
Comprender
el mecanismo de comprender
Los esquemas y la atención interactúan entre sí. “La atención activa
despierta esquemas relevantes; los esquemas, a su vez, guían y dirigen el foco
de atención”. Los esquemas determinan qué vamos a percibir y qué no vamos a
percibir. Sólo vemos y sabemos lo que necesitamos saber. Lo irrelevante sólo se
percibe cuando se convierte en relevante. “Los esquemas guían la visión de la
mente, en lo que se refiere a la decisión de qué cosas percibir y cuáles
ignorar”. Los sentimientos guían los pensamientos. “Los esquemas son la
inteligencia en acción”. Dirigen el análisis de información percibida y
desechan lo irrelevante. Establecen en qué se focaliza la atención y qué pasa a
la conciencia. Determinan qué entra y qué no entra en la conciencia.
La
conciencia es una parada necesaria
Gran parte de lo que pensamos y hacemos está sujeto a influencias que
no podemos percibir. La información que no llega la conciencia tiene una
profunda influencia en el cómo percibimos y actuamos. “La mente es consciente
del significado de un hecho antes de que éste y su significado ingresen a la
conciencia”. Las respuestas inconscientes eluden la conciencia. No es
obligatorio que la percepción sea consciente. La atención consciente y libre es
la esencia de la voluntad. La voluntad es libre dentro de ciertos límites. La
inteligencia analiza, filtra y selecciona la información; los esquemas encarnan
esa inteligencia.
TERCERA
PARTE
SECRETOS
ANTE UNO MISMO
La memoria
de Jhon Dean
La memoria y la atención se encuentran expuestas a tergiversaciones. La memoria es atención en
el pasado. La memoria está doblemente amenazada porque hay tergiversación al
percibir con la atención y en lo que recordamos.
Quien
controla el pasado, controla el futuro.
Quien controla el pasado, controla el futuro; y quien controla el
presente, controla el pasado. El yo constituye el agrupamiento de esquemas
mentales. “El sistema del yo marca la manera en que una persona filtra e
interpreta la experiencia; inventa las lecturas beneficiosos de hechos pasados”.
El yo es un censor: selecciona y borra el flujo de información. El yo es un
dictador y un historiador. El egocentrismo invade la vida mental. “La
información que amenaza para nuestra autoestima. Este tipo de amenazas
constituye una importante fuente de angustia y ansiedad”. El pensamiento
derrotista es síntoma de depresión. En la depresión hay pensamientos negativos
sobre uno mismo. “Cuanto más se activan esos esquemas negativos, más
distorsionada se vuelve la forma de pensar y menos capaz es de ver que sus
pensamientos depresivos pueden ser distorsiones de la realidad… En la
depresión, los esquemas del yo conducen finalmente a la persona a ver todas sus
experiencias como privaciones o derrotas totales y, además, como
irreversibles”.
El sistema del “yo”: “yo-bueno”,
“yo-malo” y “no-yo”.
Los esquemas y las imágenes de uno mismo
cambian. Nadie tiene una sola imagen de sí mismo, totalmente integrada, una
versión única y armoniosa de su yo. Con el tiempo aparece una nueva imagen de
uno mismo. Un trauma puede activar una imagen del pasado. Una imagen de
competente del pasado puede hacernos sentir competentes, y una de incompetente,
incompetentes. Cuando en la infancia aprendemos a encontrar el rumbo entre
tiernas recompensas por ser “buenos” y castigos por ser “malos”, de adultos
aprendemos a cambiar una atención reducida por una reducción de la angustia. El
niño sorprendido por regaños maternales, puede ser impulsado a una moderada
euforia a un estado de severa angustia. Una leve reprimenda hasta los elogios y
las censuras en el niño terminan por definir cómo se percibe éste. Con los
premios, los distintos grados de ansiedad y la angustia súbita severa, va
apareciendo una personificación inicial de tres frases de los que será el yo:
yo-bueno, yo-malo y no-yo. En el yo-bueno las satisfacciones han sido
reforzadas a través de ternura y recompensas. El yo-malo surge a partir de
experiencias de desaprobación que generaron angustia en el niño. El no-yo surge
de experiencias o emociones aterradoras. “Los hechos que moldean el no-yo son
la consecuencia de una angustia tan intensa y repentina, que hizo que a la
personalidad, en ese entonces rudimentaria, le fuera imposible encontrar algún
sentido o comprender la naturaleza de esa circunstancia que generó la
experiencia”. Las experiencias angustiantes alteran el principio organizador de
la conciencia, el sistema de yo. El sistema del yo está es un sistema en alerta
permanente, que percibe todo lo que no se va a percibir. “Si el espacio que la
angustia ocupa en el mundo es inmodificable, entonces la única forma de operar
un cambio en esa realidad es modificar el cómo se percibe el mundo”.
La
percepción de lo que no hay que percibir
Un esquema elige lo que se percibe o no,
convirtiéndose en filtro censor para suprimir información irrelevante y
prohibida. Los esquemas de distracción (lagunas) evitan la información que no
debemos percibir. “La mente capta lo que ocurre y se apresura a ubicar un
filtro protector, desviando, así, a la conciencia de lo que puede resultar amenazante”.
Los esquemas de distracción constituyen los metaesquemas: esquemas que dictan
el funcionamiento de otros esquemas. “Una laguna es un mecanismo de la atención
que crea un hueco defensivo en la conciencia”: Las lagunas crean puntos ciegos
(incapacidad para ver las cosas tal como son). “Las lagunas son agujeros negros
de la mente, que distraen la atención de determinados fragmentos de la realidad
subjetiva: información generadora de angustia y ansiedad”. Para una persona
depresiva se le dificulta recordar eventos positivos. “Cuando la autoestima se
encuentra baja, cuando el sistema del yo se siente vulnerable, esos puntos
dolorosos tienen un peso muy grande”. Entre más angustia, mayor es el número de
esquemas que se codifican una percepción de amenaza o de diversión.
Secretos
ante uno mismo
Represión es mantener ocultos los secretos de
uno mismo. Según Freud, “la esencia de la represión está en función de rechazar
y mantener algo fuera del consciente”. La represión busca mantener fuera de la
conciencia los traumas, las ideas intolerables, sentimientos insoportables,
angustia, culpa, vergüenza, etc. La represión reduce el dolor mental al atenuar
la conciencia y la negación. La represión muestra cómo la atención y la
angustia se interrelacionan en la vida mental. “Los mecanismos de defensa son
recetas acerca de cómo mantener los secretos ante uno mismo”. Su función es
paliar el dolor desviando la atención. La represión se castiga con
repetición. Las experiencias desagradables
que no se afrontaron se repiten inconscientemente.
Olvidar y
olvidar que hemos olvidado
La represión, la cauterización del dolor
mental, es un autoengaño. “El dolor termina por filtrarse porque la represión
es demasiado masiva”. Las defensas (maniobras para olvidar) y la represión
constituyen dispositivos cognoscitivos para modificar y distorsionar la
realidad para evitar el dolor. Los mecanismos de defensa son trucos para evitar
el dolor, son un autoengaño. Mecanismos de defensa: 1. Represión: olvidar y
olvidar que se ha olvidado. 2. Negación y reversión: lo que es, no es; es lo
opuesto lo que es. Negación es negarse a aceptar las cosas como son. “Te odio” es no te odio. “La negación es
la primera y más común reacción a una pérdida abrumadora”. La reversión va más
allá de la negación. Es una forma práctica de depurar impulsos incontrolables.
“Te odio” se convierte en “te amo”. 3. Proyección: lo que está
adentro se envía hacia fuera. Mi ira contra el otro desaparece para ser
sustituida por ira hacia mí. 4. Aislamiento: hechos sin sentimientos. La
atención se concentra en hechos y anula todos los sentimientos relacionados con
él. 5. Racionalización: me invento una historia sustituta. Lo hago por tu
propio bien. “Las uvas están altas y el
palo liso”. Los verdaderos motivos son separados del hecho y sustituidos
por otros más aceptables. 6. Sublimación: la sustitución de lo amenazante por
lo inofensivo. Se satisface, indirectamente, un impulso inaceptable para
derivarlo hacia un objeto socialmente aceptable. Canaliza los instintos en lugar
de reprimirlos. “La sublimación es el gran civilizador, la fuerza que hace que
la humanidad se mantenga dentro de un marco manejable y que posibilita el
progreso del hombre”. Según Sullivan, estos son los operativos de seguridad: 1.
Desatención selectiva: no velo lo que no me agrada. 2. Automatismo: no tomo
nota de lo que hago.
El dilema
del psicoterapeuta
Existe cierta tendencia a no aprender sobre
experiencias problemáticas. “Al no aprender las lecciones que nos quiere
enseñar nuestra historia personal, se diría que estamos condicionados a repetir
nuestros errores”. Según Sullivan, cuando se produce un hecho, nunca percibimos
completamente lo que realmente significa. Ni siquiera percibimos gran parte de
lo que nos ha sucedido. La tarea del yo es controlar el flujo de la información
para desviar la angustia. Las defensas moldean la personalidad.
CUARTA PARTE
LA
PERCEPCION MOLDEA EL CARACTER
Estilos
neuróticos
Cuando nos enfrentamos a situaciones que
generan dolor psíquico, con el ánimo de controlar la angustia, utilizamos
defensas que se pueden convertir en maniobras mentales permanentes. “Una
defensa exitosa se convierte en un hábito, y el hábito moldea el estilo de
atención de la persona”. Estas defensas, que moldean el carácter, definen
nuestra forma de percibir el mundo y sus respuestas. La adicción a estas
estrategias cultiva algunas experiencias personales y bloquea otras. “Fijamos
fronteras al espectro de nuestros pensamientos y sentimientos, limitamos
nuestra libertad de percepción y de acción a fin de sentirnos tranquilos”.
Estas tácticas de defensa se convierten en una armadura protectora, en un
blindaje del carácter, que es “la protección del yo contra la angustia, a
medida que se mueve en un mundo amenazador”. El blindaje los conforman las
defensas habituales. “El estilo defensivo es el blindaje del carácter… La marca
de ese blindaje se imprime en toda forma de ser y actuar del individuo”. Las
defensas son una manipulación de la atención. El aparato mental o su forma de
ser en el mundo es moldeado por su blindaje del carácter, que es el rostro que
el yo muestra al mundo. Este blindaje es todo el estilo de vida asumido para
vivir y actuar seguro; nos ayuda a organizar nuestra personalidad. Algunas
cosas las valoramos más que otras, algunos actos se permiten y otros no, y
algunos pensamientos se desarrollan y otros son tabú. “Cada persona,
literalmente, cierra su mundo, se rodea de un muro en el proceso de su propio
crecimiento y de su organización”. El modelo del blindaje tiene dos filos: hay
zonas donde la atención es excluida y en otras es resaltada. Si uno no es libre
para evadir y sopesar todo contra todo, “otorgará un peso desproporcionado a
algunas cosas que no lo merecen”; le dará un valor más elevado en su percepción
y conducta a una pequeña área del mundo. Un modo específico de atención moldea
la forma de ser de una persona, o sea: la cognición configura el carácter.
El detective
Entre los estilos neuróticos se encuentra la
tipología denominada “El Detective”. Sherlock Holmes es el modelo del
detective. Encontraba evidencias donde otros sólo veían trivialidades. Las cosas pequeñas son las más importantes,
era su premisa. No sólo descubría detalles, los interpretaba. “Lo que lo
distingue como característico para esta tipología es su conciencia de peligro
de las distorsiones y de los prejuicios”. Ponía el máximo de énfasis en no
tener jamás ningún prejuicio y en seguir adonde su evidencia lo llevara. Al
Detective lo acechan las trampas de la deformación de los hechos o
flexibilización de éstos para adecuarlos a una teoría. Holmes no elaboraba
teorías más allá de los hechos concretos que poseía. Según Watson, sin darse
cuenta uno empieza a deformar los hechos para adecuarlos a las teorías, en
lugar de elaborar teorías que se adecuen a los hechos. Si el Detective
distorsiona los hechos para adecuarlos a sus teorías, su carácter tendrá algún
tipo de desviación. Cuando esta actitud es extrema, encontramos la paranoia. El
Detective siempre está hiperalerta. No mira, busca. Su percepción es aguda y
activa. Su atención es hipersensible. Es nervioso y desconfiado. Todo fuera de
lo común es sospechoso. Su exacerbado estado de alerta es para evitar
sorpresas. Su análisis no apunta a confirmar que su desconfianza era infundada,
sino a evitar la amenaza de una sorpresa. Teme la novedad, no analiza el
peligro. “Su posición frente al mundo es que el mismo está lleno de peligros”.
Se tranquiliza cuando comprueba que sus peores temores han sido confirmados.
“Este tipo de personalidad prospera y florece en cualquier profesión que
requiere atención inquisitiva, activa e intensa”. Su investigación es
compulsiva y su objetivo es confirmar una idea preconcebida; por eso caen el
peligro advertido por Holmes. “Se empieza a distorsionar los hechos para
adecuarlos a las teorías en lugar de adecuar las teorías a los hechos”.
Entonces la percepción se distorsiona. “Su atención se desvía porque está
guiada por una falta de interés por lo obvio. La superficie de las cosas es,
para él, algo que está muy alejado de la realidad de la cuestión; busca ir más
allá de los hechos comunes y corrientes para buscar en una realidad oculta.
Escucha y mira, no para captar lo que es evidente, sino lo que esa evidencia
significa”. Tiende a buscar con tal intensidad que pierde de vista el contexto
que confiere significado a lo que ve. “El contexto aparente no es más que eso,
aparente y, por lo tanto, equivale a una realidad falsa”. Entonces pierde la verdadera significación de
los hechos al sustituirla por una interpretación particular. Su atención
focalizada puede imponer sus propias conclusiones. “La persona desconfiada
puede estar, a un mismo tiempo, absolutamente en lo cierto en cuanto a su
percepción y absolutamente equivocada en su evaluación de lo percibido”. A
veces cree que todos están en contra de él. Su interpretación de los hechos no
tiene ningún sostén. En su mente existe poca diferencia entre lo visto o lo
pensado. Impresiones o recuerdos borrosos se convierten en hechos. De la
imaginación se pasa a la suposición, y de allí a la sospecha y la desconfianza.
Es muy difícil convencerlos con argumentos racionales. “El Detective siempre
encontrará algún detalle que lo llevará a confirmar su propio punto de vista”.
Si después de escudriñar que los hechos no confirman sus convicciones, no
necesariamente acepta que los hechos modifiquen sus prejuicios. “Básicamente
desecha todas las contradicciones y la no confirmación de sus sospechas,
mientras que se aferra a datos triviales o poco relevantes”. En esta tipología,
las cosas no son lo que parecen y existe una permanente desconfianza y un
estado de alerta constante.
La anatomía
de la corteza psíquica
Las defensas del Detective las desencadena la
amenaza a sus sentimientos de capacidad y eficiencia. “Su atención se convierte
en un único y poderoso haz de focalización que sólo apunta a confirmar sus
sospechas”. Termina aislándose de sus sentimientos e impulsos. La atención se
concentra hacia fuera, y el área interior es bloqueada. Explora la realidad con
desconfianza y se aferra a toda información que corrobore la misma. “Cuando el
individuo enfrenta su propia desconfianza e ira proyectadas hacia la imagen que
ha construido de su enemigo, es incapaz de reconocer en la misma aspectos de su
propia personalidad”. Desconoce y niega su ineptitud y hostilidad,
transfiriéndola a otros. “No se asume como dañino, vengativo o celoso; son las
otros los que albergan esos sentimientos hacia él”. Su vida se complica por
amores frustrados. Se enfrenta con quien tiene posturas de autoridad. Se aísla.
“Reacio a fiarse de los demás y a confiar sus dudas e inseguridades, carece de
alguien que lo escuche con empatía y que pueda ofrecerle una perspectiva de la
situación, más sustentada en la realidad”. Como no puede frenar su imaginación,
no es capaz de ver las cosas con cierta objetividad.
Cómo criar
un paranoico
Los mecanismos que el niño aprende para
protegerse contra los dolores de la vida se perpetúan como una forma de
autoengaño. “Los esquemas de atención que se aprende en la infancia se
autoperpetúan: una vez que se ha aprendido a esperar una determinada amenaza,
el individuo está predispuesto a buscarla y a encontrarla… a apartar la mirada
y a evitarla”. Cuando las estrategias
rutinarias para la elaboración de momentos
difíciles ya no funcionan, el niño acudirá a maniobras de distorsión y
negación. Entonces para el manejo de una situación, sino puede cambiarla,
modifica la forma en la que se la percibe. “Las defensas, cuyo uso tenía como
objetivo inicial protegerse contra situaciones dolorosas y recurrentes ahora
distraen y desorientan al niño”. Los esquemas del adulto se remontan a la
infancia. “A través de la repetición de microsucesos, el niño aprende una serie
de determinados esquemas y maniobras de defensa en las que confiará cada vez
que sienta que la angustia lo amenaza”. Entonces aparece la paranoia. Enseñarle
a un niño a negar ante sí mismo sus sentimientos de ira y de dolor hacia sus
padres, es uno de los pasos para formar un paranoico. El niño que puede sentir
libremente la ira que proviene del dolor, las injusticias y las limitaciones
normales de toda infancia, “no tendrá que acarrear con la carga de su ira reprimida
tras un dique que le aísle de la conciencia”. Quienes han tenido que reprimir
la ira y otros sentimientos son propensos a que éstos erupcionen
descontroladamente. El abuso paternal produce infancia reprimida. Por eso hay
adultos taciturnos, no juegan, no ríen y se consideran estúpidos. Quienes
aprendieron a negar la ira hacia sus padres están dispuestos a transferirla
hacia otros niños. La paranoia no solo proviene del abuso físico o sexual,
también de miradas de desaprobación, rechazo silencioso, humillación o
carencias afectivas. La transformación de la atención normal en una paranoia se
origina en 1. Ser herido cuando niño sin que nadie reconozca esa situación de
dolor. 2. No poder reaccionar ante la ira y, en cambio, negar los sentimientos
ante uno mismo. 3. Demostrar gratitud hacia los padres por lo que supuestamente
son sus mejores intenciones. 4. Olvidarlo todo. 5. En la adultez, transferir
hacia terceros la ira acumulado, y no darse cuenta de lo que parece ser la ira
de ellos es, en realidad, la ira propia. “El adulto que ha padecido una
infancia en la cual su atención ha sido deformada en paranoia, probablemente
repetirá ese mismo ciclo con sus propios hijos”. La comunicación familiar
inculca en el niño una deformación de su percepción.
QUINTA PARTE
EL YO
COLECTIVO
El yo grupal
Las personas dentro de un grupo asumen una
mente colectiva y sienten, actúan y piensan diferente a como se hace en forma
individual. El grupo es conducido por el inconsciente. Es crédulo y fácil de
influenciar, acrítico, todo es probable, no conoce la duda y la incertidumbre.
Un grupo se diferencia de una muchedumbre reunida al azar por los esquemas
compartidos: “un entendimiento común, un interés común por un objetivo, una
inclinación emocional similar en determinada situación”. Según Freud, “la
sicología del grupo involucra una disminución de la personalidad individual
consciente, la focalización de los pensamientos y los sentimientos en una
dirección común”. Los esquemas compartidos dominan sobre los esquemas
personales. Para Ffreud, “en la mente grupo el individuo renuncia al ideal de
su yo y lo sustituye por el ideal del grupo, encarnado en un líder”. La
activación de esquemas compartidos cohesiona el nosotros, y cuanto mayor sea la
capacidad de manejo de una situación y el conocimiento compartido, más estable
será el grupo. El yo grupal sólo incorpora aquellos esquemas compartidos. Lo que
una persona dice tiene un significado inconsciente para los demás. En un grupo,
al aprender a ver las cosas de la misma manera, los integrantes también
aprender a como no “ver”.
El yo
familiar
Los esquemas establecidos en el yo familiar
nos muestran como sensibles a la opinión de los demás. Según el sitio donde se
resida, hay familias locales y cosmopolitas, tal como lo sostiene Robert
Merton. Las locales conservan tradiciones, rutinas y hábitos de compra, vida
social y actividades recreativas. La cosmopolita tiene hábitos más flexibles y
ve más allá de los confines del vecindario. Según David Reiss, “la familia
comparte un yo grupal que moldea sus vidas”. En la familia hay trueque entre
atención y angustia: “la familia, como grupo, elige e ignora información
incongruente con su yo compartido, en un esfuerzo por proteger se integridad y
su cohesión. Entre los miembros de una familia existe un alto grado de
correspondencia. Sus integrantes se parecen en su manera de absorber y utilizar
información.
Los rituales
familiares como memoria grupal
Según Reiss, un paradigma familiar está
constituido por la suma total de esquemas compartidos. “A veces un ritual
familiar puede servir para ocultar un temor, una parte del esquema familiar que
es compartido por todos pero resulta demasiado amenazante como para ser tratado
abiertamente”. La familia es una especie de mente grupal, de muchas de las
propiedades de la mente individual. “La familia estructura una realidad a
través de los esquemas conjuntos que sus integrantes terminan por compartir”.
El juego de
la familia feliz
“Cada familia tiene su propio estilo en
relación con qué aspectos de la experiencia común pueden exponerse y cuáles
deben ser ocultados o negados”. Los miembros de la familia son dados a ocultar
o negar inconvenientes, como el alcoholismo de uno de sus integrantes,
arguyendo que no se siente bien por cierto motivo. “Cuanto más horrendo sean
los secretos que una familia guarda para sí, mayor es la probabilidad de que
recurra a estratagemas como la de la familia feliz para mantener una cierta
apariencia de estabilidad”. La familia oculta la realidad, por culpa, vergüenza
y temor. Por eso oculta secretos como alcoholismo, drogadicción, delincuencia,
enfermedades, etc. De alguno de sus integrantes. Esas familias pasan por ciclos de negación o
de culpa; operan fuertemente en su defensa colectiva. Se da crédito a las
mentiras y a las justificaciones debido a la angustia que genera el reconocer
la realidad. La negación es la salida más fácil. Como se da el trueque
atención-angustia, “el autoengaño, bajo el disfraz de la familia feliz,
mantiene la angustia a raya”.
Nada huele
mal en Dinamarca
El concepto de pensamiento grupal es lo que
mejor ilustra el mecanismo de las defensas colectivas y las ilusiones
compartidas en acción dentro de un grupo. “El pensamiento grupal no constituye
un argumento contra los grupos ni contra las decisiones tomadas dentro de
ellos, sino un llamado de atención frente a una patología colectiva, un
nosotros que se ha distorsionado”. El pensamiento grupal distorsiona y
tergiversa el pensamiento de grupo. “Debido a la sutileza de sus mecanismos, el
pensamiento grupal resulta difícil de detectar y contrarrestar. A medida que
los individuos miembros del grupo se sienten cómodos e identificados con él,
ese mismo sentimiento de comodidad que existe entre todos ellos puede tener
como consecuencia una reticencia a expresar opiniones que pudieran llegar a
destruir ese clima de unión y pertenencia”. El impulso de caer en el
pensamiento grupal busca disminuir la angustia y conservar la autoestima. La primera
víctima del pensamiento grupal es el pensamiento crítico. “Sólo se permite la
expresión, amplia y total, de los esquemas compartidos con los que todos se
sienten cómodos”.
El
pensamiento grupal en las organizaciones
En el grupo, condicionado o dominado por el
pensamiento grupal, puede registrarse el fracaso por la ilusión de la
invulnerabilidad, la ilusión de unanimidad, supresión de las dudas personales,
custodios de la mente grupal, racionalizaciones y estereotipos. El pensamiento
grupal es una patología peligrosa para las empresas. En la dinámica empresarial
se dan casos de actitudes de la familia feliz y pensamiento grupal. La
racionalización y los estereotipos compartidos son tácticas del pensamiento
grupal. Algunos líderes fomentan el pensamiento grupal.
SEXTA PARTE
LA
CONSTRUCCION DE LA REALIDAD SOCIAL
La
construcción de la realidad por excelencia
El contexto condiciona hechos y
conversaciones. Determina cuáles actitudes son apropiadas o inapropiadas, qué
percibir y qué ignorar. En el ámbito social encontramos los marcos referenciales. “Un marco referencial
es una definición compartida de una situación, que organiza y gobierna los
eventos sociales y nuestra participación en ellos… Es la cara pública de los
esquemas colectivos… Se origina cuando los participantes activan esquemas
compartidos con respecto a determinada acción o situación”. En áreas sociales,
cuyo marco referencial conocemos, procedemos sin inconvenientes,
espontáneamente y dominando la situación. El lenguaje influye en la vida
cotidiana, y “marca las coordenadas de mi vida en la sociedad y llena esa vida
de objetos significativos… No es sino esquemas hechos audibles: los actos
sociales son esquemas hechos visibles”. Los esquemas organizan el lenguaje. El
marco referencial confiere el contexto, y nos indica cómo leer lo que sucede.
“Es algo altamente selectivo; aparta la atención de todas las otras actividades
que se producen simultáneamente y no corresponden a ese marco”. Todo lo que
está fuera del marco no merece atención. “Lo que está fuera del marco
referencial también está al margen de la conciencia consensuada, inmerso en un
especie de submundo colectivo”. El mundo
social está lleno de marcos referenciales
que orientan la atención hacia ciertos aspectos de la experiencia y la
apartan de otros.
La tiranía y la libertad de los
marcos referenciales
Los marcos referenciales condicionan nuestra
cotidianidad en el mundo laboral. Uno aprende la disciplina laboral al “ser
sometido a las fuerzas que, sutilmente, dirigen nuestra atención y moldean
nuestra experiencia dentro de la organización”. La persona es vista sólo desde
el rol social que desempeña; no se tienen en cuenta de otras personales de su
ser. “La unidimensionalidad de la gente en sus roles sociales es sintomática de
una alienación cada vez más amplia en
nuestra condición moderna… La unidimensionalidad de los individuos en
sus roles nos exige que ignoremos el resto de ellos”. Uno de los beneficios de
la unidimensionalidad del marco referencial es la autonomía interna, en donde
la persona dirige el resto de atención a intereses y placeres privados en medio
de la vida pública. Hay libertad por cuanto al desempeñar solamente su rol
social, el individuo no tiene que hacer intercambios plenos y auténticos con
cada persona que trata en el desempeño de su rol. “Las anteojeras que provee el
rol permiten a la persona que desempeña ese rol deshumanizarse en lugar de
liberarse”. No se traspasa el rol para llegar a la persona que hay dentro del
mismo. “Preferimos no ver, preferimos ignorar, en lugar de enfrentar a la
persona, y prestamos atención sólo al rol, que ofrece una salida fácil,
incluso, un momento agradable”.
La mirada
bien educada
“Los marcos referenciales definen el orden
social. Nos dicen qué es lo que está pasando, cuándo hacer y qué y a quién.
Dirigen nuestra atención hacia la acción que se encuentra dentro del marco y la
apartan de lo que, si bien e accesible a la conciencia, es irrelevante… Cada
cultura es un conjunto de marcos referenciales. En la medida en que los marcos
difieren de cultura a cultura, los contactos entre la gente de distintos países
pueden resultar un fracaso… Los marcos referenciales no sólo dirigen la
interacción, sino que también dictan de qué manera debe considerarse a la gente
en sus distintos roles… Cuando nuestros marcos referenciales no coinciden, el
orden público se tambalea… Muchas veces no estamos demasiado seguros respecto
de cuál es el marco referencial correcto para un momento dado… La socialización
del niño equivale a incorporarlo a los marcos corrientes y válidos… Es esencial
que los niños aprendan qué cosas se pueden ver y cuáles hay que ignorar… Los
esquemas sociales domestican la atención… Los marcos referenciales tienen la
capacidad de desviar la atención de aquellos hechos que implican urgencia”.
Ojos que no
ven, corazón que no siente
Interactuar implica acudir a mentiras piadosas
para negar la información que nos incomoda. A pesar de que las mentiras
sociales son detectables, a veces las pasamos por alto. El lenguaje no verbal
es un canal apto para mentir. El rostro, el tono de voz, los cambios de
posturas y las discrepancias entre el rostro sonriente y el tono de voz enojado
revelan fácilmente la mentira. Las mujeres son más hábiles para leer mensajes
no verbal o expresiones corporales. Los niños reciben grandes y pequeñas
mentiras y aprenden cuando es beneficioso socialmente mentir y cuándo ignorar las mentiras ajenas; también
aprender a percibir lo que los demás quieren que perciban. A veces es mejor ver
sólo lo que otros quieren que veamos y no lo que sienten. Dudar de las apariencias
implica sentir mayor incertidumbre frente al entorno. El tacto respeta la
integridad de los marcos referenciales. Conocer el engaño y saber lo que los
demás sienten realmente es comprender la realidad del mundo interpersonal. Las
mentiras piadosas son una forma de engaño social y protegen los marcos
referenciales.
Preguntas
que no se pueden formular
Los marcos referenciales, responsables de
nuestro condicionamiento social, guían la atención hacia lo interesante y la
desvían de lo irrelevante, porque a veces es importante que cierta información
esté al margen de los marcos referenciales para evitar inconvenientes o para
ignorar cosas que se deben ignorar o que otros no quieren que se sepan. Hay
temas tabú que se deben ocultar. “No estamos dispuestos a ver o recordar hechos
sociales negativos”. A veces la verdad es reemplazada por la desorientación, el
silencio o la mentira.
El flujo de
la información en una sociedad libre
Cuando la sociedad limita el espectro de su
atención a través de marcos autoritarios, se restringen las opciones
disponibles para sus miembros. “El sello distintivo de la democracia es el
libre flujo de la información… Para que una autoridad totalitaria pueda ejercer
el control, tiene que reprimir todo punto de vista y toda realidad alternativa”.
Los esquemas dirigen la atención hacia lo que predomina y a desviarla de lo
irrelevante. De acuerdo con los intereses del gobernante, se condiciona la
información expresada o recibida. “Los puntos de vista o las versiones de la
realidad que no encajan en la visión consensuada pueden ser descartados y
calificados de excentricidad, o aberraciones”. No vemos lo que preferimos no ver, y no vemos que no vemos.
CONCLUSION
Un viejo mal
y su remedio
El intercambio de información genera
angustia, y para evitarla bloqueamos partes importantes de la conciencia. Esto
conforma la ilusión, que nubla la mente percibiendo equívocamente el objeto de
la conciencia. La ilusión oculta la verdadera esencia de las cosas, y es la
raíz de todos los males de mente. Como es una atención no inteligente, conduce
“a una visión falseada, a una interpretación distorsionada de la realidad”. Las
ilusiones son una moneda falsa. La cura para la ilusión es el discernimiento,
el ver las cosas tal como son. Discernimiento “significa una comprensión que no
se encuentre distorsionada por el impulso defensivo de evitar la angustia”.
Entre las formas de discernimiento, encontramos la conciencia lúcida, el
psicoanálisis y trabajo científico. En el sicoanálisis, el terapeuta tiene que
dejar de lado sus propios esquemas si quiere comprender los esquemas del
paciente. Las terapias de discernimiento como el sicoanálisis “intentan echar
luz sobre los recovecos oscuros de la mente creados por las defensas”. Las
terapias familiares y de comportamiento reducen los esquemas contraproducentes.
Para contrarrestar el pensamiento grupal se puede designar un miembro del grupo
para que actúe como opositor con una posición crítica que difiera con respecto
al grupo, y presente objeciones y dudas. También puede ser un individuo que
venga de afuera del grupo, con el fin de que, ajeno a las influencias del
grupo, sea objetivo. Como no está comprometido con el grupo no está
consustanciado con el mismo, y su comprensión del grupo no se distorsiona o se perjudica.
Evalúa las condiciones con menos prejuicios, sus criterios son más generales y
las metas más objetivas.
Las virtudes
del autoengaño
Somos hábiles para autoengañarnos, cayendo en
olvido en vez de enfrentar la realidad amenazante. La tendencia al autoengaño y
a la simulación satura la vida sicológica y social. El autoengaño ha resultado
ser útil. “Una cantidad moderada de ilusión puede, de algún modo, resultar
beneficiosa para la especie en el largo plazo, a pesar de que los costos para
el individuo pueden ser muy altos”. El autoengaño manipula a las personas y
fortalece los lazos sociales. Cuando la capacidad de autoengaño se moviliza para
protegernos de la angustia, “nos convertimos en víctimas de puntos ciegos e
ignoramos áreas enteras de información que sería muy conveniente conocer, aun
cuando este conocimiento nos ocasionada algún tipo de dolor”.
Mentiras
vitales y simples verdades
Aunque las mentiras vitales a veces evitan la
angustia y los inconvenientes, es mejor decir
la verdad. A pesar de que “la verdad puede llegar a constituir un
proyectil más en la guerra sicológica del individuo… lo mejor que el hombre
puede hacer por la humanidad es promover la verdad, sea ésta dulce o amarga… Si
queremos encontrar nuestro camino, es preciso decir la verdad”. Hay que ser
prudentes porque decir la verdad requiere destreza y habilidad. Para encontrar
el punto medio, el camino a la salud y a la supervivencia, hay que buscar el
equilibrio entre las mentiras vitales y las simples verdades.
LUIS ANGEL RIOS PEREA
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