Este complejo y denso relato (de José Saramago), aunque no es muy apasionante, tiene una enorme profundidad filosófica, política, social y religiosa. No obstante no desarrollarse en él una idea coherente, el autor nos introduce en un extraño y complicado laberinto narrativo, contándonos cómo la muerte suspendió sus actividades, sus consecuencias y su manera en que retornó a dejar de matar, sin saber por cuánto tiempo.
Además de que la muerte es de sexo femenino y tiene unos 36 años, se aprecia que ésta no es una muerte universal sino sectorial y que sólo tiene poder sobre los seres humanos; así mismo, que, como cualquier “mortal”, se enamora.
En el relato, un tanto irónico y mordaz, nos hallamos con elementos de la cotidianidad universal: corrupción y crisis política, controversias teológicas y filosóficas, problemas sociales, delincuencia, poder de los medios de información y afloramiento de emociones humanas: maldad, temor, engaños, violencia, intereses, manipulación, seducción, amor… y otras grandezas y miserias de la condición humana.
LUIS ANGEL RIOS PEREA
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