A un apacible y paradisiaco pueblecito enclavado en la
cordillera oriental, bañado por dos caudalosos ríos, con agradable clima
templado y habitado por personas que (en su mayoría) no habían superado su “minoría
de edad” (en sentido kantiano: atreverse a pensar por sí mismos) por falta de
profesores de filosofía, pensadores que enseñaran a filosofar, llegó,
procedente del universo filosófico, un auténtico
pensador que enseña a sus alumnos a leer y a filosofar.
Tal vez por apatía de los estudiantes o por ausencia de un
genuino pensador, una inmensa mayoría de egresados de los colegios de ese
pueblecito no habían aprendido a pensar, no aprendieron a filosofar, tal como
lo demostraban sus actitudes del “rebaño” y su carencia de espíritu crítico que
les permitiera pensar por sí mismos y asumir posturas iconoclastas,
contestatarias, anticonvencionales, irreverentes, dialógicas, hermenéuticas,
contenciosas, dialécticas, autónomas, auténticas y libertarias, sin dejarse arrastrar
por la corriente de las circunstancias…
Con llagada del pensador, los estudiantes de la institución
donde labora éste aprenden a pensar críticamente. Gracias a su excelso dominio
de la materia, a su acendrada condición de intelectual y a su eximia idoneidad
pedagógica sus discípulos se motivan, atienden, participan y aprenden a
filosofar, a pensar por sí mismos, condición necesaria para superar su “minoría
de edad”.
Este eminente pensador, este brillante intelectual, este
acrisolado docente, este infatigable lector, este acucioso investigador, este
apasionado filósofo egresado de la UIS, este profesor ejemplar, responde al
nombre John Fredy Suárez Solano y enseña a filosofar a los afortunados
estudiantes de la Escuela Normal Superior de Charalá.
LUIS ANGEL RIOS PEREA
Luvina1111@yahoo.com