¿ACASO
USTED NO SABE QUIÉN SOY YO?
-¿Acaso usted no sabe quién soy yo?
-¿Usted si lo sabe?
-¡Claro que lo sé!
-¿Quién es usted?
-¿Usted no lo sabe?
-¡No lo sé!
-¡Soy periodista!
-¿Eso es usted?
-Sí. Yo soy periodista.
-¿Está absolutamente seguro de ser sólo eso?
-¿Y qué más quiere que sea? ¿No le basta con saber que soy
periodista? Además, como si fuera poco, soy hermano del presidente de la
República.
-No me basta.
-¿Por qué?
-Saber quién es usted, es saber cuál es su identidad…
-Yo sé cuál es mi identidad. Mi nombre es…
-No. Su nombre no es su identidad.
-Entonces, ¿cuál es mi identidad?
-Eso le pregunto. ¿Quién es usted? ¿Cuál es su identidad?
-No le acabo de decir que soy periodista y, además, hermano del
presidente de la República. Mi nombre es…
-Ya le dije que esa no es su identidad, y no responde a la
pregunta de quién es usted.
-Usted me confunde. ¿Cómo así que esa no es mi identidad? ¿Acaso
usted va a saber más que yo? Y no me permite decirle mi nombre.
-Esa no es su identidad. Y no sé más que usted. Su nombre no
define su identidad, sino su identificación. Los nombres son convenciones, producto
de los pactos o acuerdos entre los seres humanos; son códigos de entendimiento.
Simples etiquetas que nos imponen nuestros padres. Los nombres no sirven para
saber quiénes somos y cuál es nuestra identidad.
-Si mi nombre, mi profesión y mi parentesco no representan mi
identidad, entonces ¿quién soy yo y cuál es mi identidad?
-No lo sé; si no lo sabe usted…
-Yo soy periodista y hermano del presidente de la República. Mi
nombre es…
-“Ser periodista” corresponde sólo a su dimensión laboral. “Ser
hermano del presidente de la República” solamente se refiere al parentesco con
el gobernante circunstancial de un Estado. Ya le dije que su nombre no lo
define, no le otorga su identidad, sino su identificación; ésta le proporciona
su individualidad, pero no su identidad.
-¿Y eso no es suficiente para que sepa quién soy yo?
-No es suficiente.
-¿Por qué?
-Su identidad implica más que el rol que se desempeña social y
laboralmente, el parentesco con el gobernante de turno y poseer un nombre. Su
quehacer laboral, su parentesco y su nombre no reflejan su esencia o su naturaleza
humana como un ser multidimensional.
-En este país importa lo que uno hace y la relación que tenga con
los gobernantes, con los poderosos.
-¿Solamente importa eso?
-Sí. Eso es lo único que importa. Además, los apellidos también
influyen.
-¿Su identidad se define por su quehacer, su parentesco
circunstancial con el gobernante de turno y la influencia de sus apellidos?
-¡Así es!
-Sólo en apariencia… en el sistema socioeconómico imperante.
-¿Acaso no importa la apariencia?
-¿Es más importante parecer que ser?
-¡Sí!
-¿Eso le permite vivir de manera auténtica?
-¿Por qué no?
-¿Qué es vivir auténticamente?
-Ser auténtico.
-¿Usted es auténtico?
-Sí.
-Entonces ¿por qué dices que eres un periodista y, además, hermano
del presidente de la República?
-Porque eso es lo que soy yo.
-¿Esa es su identidad? ¿Ese es usted?
-Sí.
-¿Usted es un ser multidimensional?
-Sí… Supongo que sí.
-¿Por qué afirmas, entonces, que eres un periodista, hermano del
presidente de la República y con apellidos influyentes?
-Soy un periodista, hermano del presidente de la República y con
apellidos influyentes.
-¿Acaso no supones que es un ser multidimensional?
-Sí.
-¿Cuáles son sus dimensiones como ser multidimensional?
-Las de ser periodista y hermano del presidente.
-¿Sólo la dimensión laboral y la dimensión de parentesco?
-Sí. Pueda ser que tenga otras dimensiones, pero las más
importantes en nuestra sociedad tienen que ver con la dimensión laboral o
profesional y la dimensión de parentesco.
-Para ser quién eres, ¿no necesitas de otras dimensiones?
-No.
-¿Usted es un ser integral?
-Sí.
-¿Tan solo dos dimensiones le permiten ser un hombre integral?
-Sí. Tengo prestigio, poder y apellidos influyentes.
-¿Con ello basta para saber quién es usted y cuál es su identidad?
-Suficiente.
-¿Con eso basta para ser auténtico?
-Sí.
-Según su parecer, ¿tienes perfectamente claro quién es usted?
-Sí.
-¿Quién es usted?
-Un periodista, hermano del presidente de la República; un hombre
con prestigio, poder y apellidos influyentes.
-¿Qué es el prestigio y el poder?
-El prestigio es la satisfacción de ser reconocido y el poder la
facultad de mandar sobre los demás.
-¿Qué hace un periodista?
-Informar; pero, primordialmente, decir la verdad.
-¿Qué es la verdad?
-Decir todo lo que acontece en el país.
-¿Todo? ¿Esa es la verdad?
-Todo. Esa es la verdad.
-¿Usted dice todo lo que acontece en el país?
-Todo.
-Cuando su hermano, el presidente, o cualquiera de los allegados
al poder político, que ejerce éste, proceden ilícitamente, ¿usted dice la
verdad?
-No.
-¿Por qué?
-Podría perjudicar a mi hermano.
-¿Eso no es faltar a la verdad?
-La verdad es relativa…
-¿Depende de los intereses?
-Sí. Depende de los intereses. Para algo ha de servir el prestigio
y el poder.
-¿Un periodista dice la verdad o la verdad que le conviene?
-Hay que tratar de conservar el empleo como periodista. Si yo,
como periodista, informo lo que no le conviene al poder o no le conviene a los
intereses del periódico en donde trabajo, puedo poner en riesgo mi trabajo…
-¿Entonces un periodista no dice toda la verdad?
-A veces no se puede decir toda la verdad.
-Si un periodista, que debe decir la verdad, no la dice, ¿piensas
que eres auténtico?
-No. Pero uno debe saber moverse hábilmente en esta sociedad en
donde uno vale por lo que hace y por lo que tiene.
-¿Importa más parecer que ser?
-Eso parece. Desde que uno, como periodista, diga la verdad, con
eso desempeña con autenticidad la profesión.
-¿Qué es la verdad?
-Su dialéctica me confunde tanto, que en verdad no sé qué es la
verdad. ¿Usted sabe qué es la verdad?
-No. Yo no sé qué es la verdad, y dudo que haya quién lo sepa. “¿Qué
es la verdad?” ¡He ahí la pregunta de las preguntas! ¡Qué mortal puede
decirnos, sin faltar a la verdad, qué es la verdad! La vida no alcanza para indagar
en tan insondable abstracción.
-Sepamos o no sepamos qué es la verdad, los periodistas decimos
nuestra verdad.
-¿Usted es periodista?
-Sí, ya se lo dije: ¡periodista!
-¿Eso es usted?
-Sí.
-No es periodista; se desempeña laboralmente como periodista. Su
identidad no se define por su rol laboral, ni por su nombre (que tan solo es
otra etiqueta más, un simple convencionalismo…). Usted es más que un periodista:
su ser multidimensional, pluridimensional, trasciende los límites de su rol, de
su profesión, de su quehacer laboral, de su parentesco, de su nombre y de sus
apellidos “influyentes”. Su profesión de periodista, su parentesco con el
presidente de la República y su nombre no bastan para definir su identidad. Como
ser infinito en posibilidades, su ser auténtico abarca otras dimensiones,
complementarias con las que pretende fundar su identidad, con las que aparenta
saber quién es usted y cuál es su identidad. Su ser multidimensional lo
conforman las dimensiones biológica, instintiva, interpersonal, intrapersonal, emocional,
social, histórica, natural, cultural, ontológica, intelectual, racional,
simbólica, sígnica, lingüística, psicoafectiva, intuitiva, estética, ética,
comunicativa, afectivasexual, física, metafísica, política, volitiva, histórica,
personal, lúdica, económica, ecológica, jurídica, laboral, onírica, fantástica,
sensible y espiritual, entre otras como corporeidad, interioridad,
afrontamiento, compromiso, libertad y trascendencia. Entre las múltiples expresiones de su ser pluridimensional
se encuentra la del quehacer periodístico, la de ser un “periodista”. Una parte
de su ser, y no la totalidad de éste, es la que se dedica a informar, a “ser
periodista”. La cultura de la funcionalidad no puede definir la identidad de
las personas: periodista, presidente, médico, psicólogo, arquitecto, etc.
Además, saber quién es usted implica saber dónde está, para dónde va y qué
quiere de la vida para vivirla auténticamente, buscando la verdad y la felicidad.
-Así las cosas, no sé quién soy yo, no
sé cuál es mi identidad. Pero no me preocupa, porque en nuestra sociedad eso no
importa.
-¿Decir su verdad implica ser justo?
-Sí. La verdad tiene profunda relación
con la justicia.
-¿Usted es justo?
-Sí.
-¿La ley es para todos?
-¡Sí! ¡La ley es para todos por igual!
-Entonces, en nombre de la autoridad
que desempeño en mi dimensión laboral como Policía, procedo a notificarle que
está infringiendo el ordenamiento legal al estacionar su vehículo en un sitio
prohibido por la ley, que, según usted, es para todos por igual.
LUIS ÁNGEL RÍOS PEREA