Oyendo a “conferencistas”, asistiendo a “Escuela de Padres” en colegios, leyendo
libros y revistas, viendo televisión y escuchando emisoras se puede apreciar
que, en muchas ocasiones, los expositores carecen de claridad conceptual, es
decir, no tienen precisión semántica de algunas de las palabras o términos con
que se expresan o elaboran sus construcciones lingüísticas, sus artificios del
lenguaje o su praxis comunicativa.
Una de las confusiones más frecuentes que he podido
detectar es la que tiene que ver con la imprecisión semántica en los conceptos
de sexo, sexualidad y genitalidad, que, aunque tengan íntima y estrecha
relación, son semánticamente diferentes. Algunos identifican sexo con
genitalidad o sexo con sexualidad. Sexo significa diferencia. “Condición orgánica, masculina o femenina, de los animales
y las plantas”[1].
El agregado de características físicas y psicológicas propias de cada sexo es lo que conocemos como sexualidad. Y ésta se define
como el “conjunto de condiciones anatómicas y fisiológicas que caracterizan a
cada sexo”[2].
De acuerdo con la Organización
Mundial de la Salud (OMS), la sexualidad humana se define como: "Un
aspecto central del ser humano, presente a lo largo de su vida. Abarca al sexo,
las identidades y los papeles de género, el erotismo, el placer, la intimidad,
la reproducción y la orientación sexual. Se vive y se expresa a través de
pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, conductas, prácticas,
papeles y relaciones interpersonales. La sexualidad puede incluir todas estas
dimensiones, no obstante, no todas ellas se vivencian o se expresan siempre. La
sexualidad está influida por la interacción de factores biológicos,
psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, éticos, legales,
históricos, religiosos y espirituales".
PROFAMILIA, con el ánimo de precisar el concepto de
sexualidad, nos dice lo siguiente:
“La sexualidad es
un aspecto de la vida de todos los seres humanos y está relacionada con la
capacidad de sentir placer, nace con nosotros y se muere con nosotros e involucra
aspectos físicos, sentimentales y emocionales. Esto quiere decir, que la
sexualidad está relacionada con nuestra forma de ser, de pensar, de sentir, de
actuar y de relacionarnos con otras personas y con nosotros mismos.
De acuerdo con Sigmund Freud, la
sexualidad rodea todo lo que somos, es por esto que la sexualidad no es una
“cosa” que aparece de pronto en las personas adolescentes, jóvenes o adultas.
La crianza y la educación, así como la edad, la cultura, la región geográfica,
la familia y la época histórica inciden directamente en la forma en que cada
persona vive su sexualidad.
Sucede con frecuencia que el
concepto de sexualidad se confunda con los conceptos de sexo o relaciones
sexuales, lo cual limita la vivencia de la sexualidad únicamente al contacto
genital, pero, además del placer, el sexo y las relaciones sexuales, la
sexualidad comprende aspectos como el afecto y las relaciones humanas. Por
ejemplo, el afecto que una persona siente por sí misma, también llamado
autoestima, así como el afecto hacia otras personas hacen parte de la
sexualidad”[3].
Si la sexualidad “nace con
nosotros”, ¿por
qué motivo algunos “conferencistas” etiquetan sus disertaciones o exposiciones
con el equívoco rótulo de “La Sexualidad
precoz”? ¿No será acaso más conveniente titularla, en aras de la precisión
semántica, “La Genitalidad Precoz”?
Si la sexualidad “nace con nosotros”, ¿cómo
puede ser precoz? Lo que sí puede ser precoz es la genitalidad, el coito, la
cópula, el apareamiento, el acople genital, el yacimiento carnal, el
ayuntamiento carnal, las relaciones íntimas, las relaciones sexuales…
La genitalidad hace referencia al aspecto más corporal de la
sexualidad en estrecha relación con los genitales. “La genitalidad es un concepto parcial del sexo del individuo y de su
conducta sexual, reduciendo ambos conceptos al aspecto anatómico fisiológico de
los órganos genitales o reproductores, entendiendo principalmente: el pene en
el varón y la vagina en la mujer”[4].
El concepto de sexualidad engloba el de genitalidad, “ya que contempla otros
aspectos definitorios de la vida sexual como son elementos culturales,
emocionales, sociales, hormonales, etc.”[5].
Inclusive hay quienes reducen la relación sexual al mero acto coital. Sin
embargo, ésta involucra, además del coito o genitalidad, las miradas, los
gestos, las caricias, los susurros… enfocados en la búsqueda del placer.
La
genitalidad es un componente de la sexualidad, que no se puede reducir al
simple acto mecánico del coito. Los demás aspectos o dimensiones de la
sexualidad, entre otros, son: el amor, la autoestima, los valores, el respeto
por uno mismo, la comunicación y la aceptación y reconocimiento de las
diferencias.
Así las cosas, cuando nos referimos a lo que somos,
estamos expresando el concepto de sexo, y este término quiere decir simplemente
diferencia, ya sea biológica, anatómica o mental que caracterizan tanto al
hombre como a la mujer; o sea la determinación de la identidad sexual. Sexo es
lo que somos y no lo que hacemos. Muchos conciben el sexo como lo que hacemos y
no como lo que somos. Si sexo es lo que somos, sexualidad es la expresión de lo
que somos, la expresión de nuestras diferencias. La sexualidad es la persona
con sus pensamientos, sentimientos y acciones como hombre o como mujer; es el
ser humano en la totalidad de su expresión vital. Según la psicóloga Cecilia
Cardinal de Martín, “es una manera de relación de la persona consigo misma y
con las demás personas y, si bien tiene bases biológicas comunes, es única,
cambiante y relativa, como única, cambiante y relativa es la existencia humana,
hace parte de su vida de sentimientos, de su vida afectiva y de su vida de
acción. En resumen, es un compromiso existencial”[6].
Sexo se relaciona con género, que lo podemos
entender como “la construcción sociocultural de la masculinidad y feminidad a
partir de las diferencias biológicas, a la atribución simbólica de
características, posibilidades de actuación y valoración diferentes a las
mujeres y a los hombres”[7].
Género o perspectiva de género, según Diana Britto Ruiz, se refiere a
identificar, estudiar y transformar cuestiones culturales arraigadas en la
sociedad y que marcan roles y responsabilidades para hombres y mujeres. “Es
comprender que ser hombre o ser mujer no es una cuestión natural, y que basados
en diferencias biológicas cada sociedad asigna a los individuos de cada sexo un
lugar, un poder y unas condiciones. La interiorización de las relaciones de
género es clave en la construcción de nuestra identidad y este proceso que se
vive desde la concepción misma, resulta clave para el sostenimiento de las
sociedades. Desde este punto de vista, la masculinidad y la feminidad se
construye y cambia: desde una cultura a otra; en una misma cultura a través del
tiempo; durante el curso de la vida de cualquier hombre y mujer individualmente
y entre diferentes grupos de hombres y mujeres”[8].
Pareciere que quienes
diseñan la dinámica televisiva no tuvieren claridad conceptual. Un ejemplo
característico que respalda este aserto lo encontramos en televisión. Antes de
comenzar un programa advierten que “no
contiene escenas de sexo o de violencia”. Sin embargo, durante la dinámica
del programa, ya se trate de una novela, una película, un noticiero, un
espectáculo, etc., se observan “escenas de sexo” por cuanto aparecen hombres o
mujeres, y como ya se dijo sexo se refiere a lo masculino y a lo femenino. Así
este razonamiento, se estaría mintiendo porque sí aparecen “escenas de sexo”:
un macho o una hembra. Tal parece que se confunde sexo con genitalidad. En
lugar de decir “no contiene escenas de
sexo”, se debería decir “no contiene
escenas de genitalidad”. ¿Pero qué censurable tienen las “escenas de
genitalidad”? ¿Luego no es lo más sublime de la naturaleza? Aquí nos
encontramos con un problema de doble moral. Socialmente se condena a la
“genitalidad” y se acepta la agresividad…
Así mismo, cuando se
advierte que un programa “no contiene
escenas de violencia”, encontramos otra incongruencia, porque se presentan
“escenas de violencia” en diversas manifestaciones. Sí, es cierto, algunos
programas “no contienen escenas de violencia” física, pero de la violencia
psicológica, ¿qué? Cuando se presentan escenas de agresión psicológica, de
actos de injusticia, de falta de respeto por las diferencias, de expresión de
dicterios e invectivas, de ademanes y miradas torvas, de despidos
injustificados, de deslealtad entre las personas, de humillaciones, de hurtos,
de corrupción, etcétera, ¿esas escenas no contienen violencia? Los comerciales
contienen, además de elementos alienatorios, una carga sutil de violencia al
incitar a las personas al consumo: “¡Ganga!” “¡Única oportunidad!” “¿Qué espera para
comprar?” “¡Después no se lamente!” “¡Compre ya!”
“¡Llame ya!” “¡No lo dude
más!” “¡No deje pasar esta
oportunidad!”, etcétera, etcétera. Y de la publicidad que incita a al
consumo de bebidas alcohólicas y de cigarrillos, ¿qué? ¿Será que sujetarle la
subjetividad a un sujeto con ese tipo de publicidad tan “agresiva”, no es una
forma de violentarlo? La
violencia se define como un comportamiento
deliberado que puede provocar daños físicos o psíquicos al prójimo.
“Es importante tener en cuenta que, más allá de la agresión física, la
violencia puede ser emocional mediante ofensas o amenazas. Por eso la violencia
puede causar tanto secuelas físicas como psicológicas”[9]. Como se
puede inferir, la violencia no es sólo física. ¿La advertencia solamente se
refiere a la violencia física? Para una adecuada claridad conceptual, se
debería decir que el siguiente programa “no
contiene escenas de violencia física”.
Claridad conceptual y precisión semántica es “tener
claros los conceptos y mantener una comunicación descifrable y completa con uno
mismo y con los demás”, precisa Walter Riso. Estanislao Zuleta nos invita a que
cuando pronunciemos una palabra, estemos alerta para evitar su contaminación
ideológica. La claridad conceptual, cuando hablamos de diferencias, de ser
diferentes, nos sirve para evitar confusiones, ambigüedades y tergiversaciones
en la experiencia comunicativa, en procura de una comunicación más comprensiva.
LUIS ANGEL RIOS PEREA
[4] DIFERENCIA ENTRE SEXO Y SEXUALIDAD. http://sado2010sexualidad.blogspot.com/2010/09/genitalidad-vs-sexualidad.html
[6] PALACIOS, Martha Lucía y otros. Sexo: en los adolescentes. Editora
Cinco, Bogotá, 1986, p. 12.
[7] PROEQUIDAD.
Herramientas para Construir la Equidad
entre Mujeres y Hombres. Agencia de Cooperación Alemana GTZ. Bogotá, 1995.
[8] BRITTO RUIZ, Diana. Justicia restaurativa. Colección Cultura de la paz. Universidad
Técnica Particular, Loja, Ecuador, 2010.